Capítulo 19

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Desde mi ventana, contemplo la entrada del palacio donde un caos empieza a formarse. Un elegante carruaje llega, su superficie brilla intensamente bajo la luz del sol, reflejando sus lujosos detalles dorados. Los guardias forman un pasillo solemne, y dos figuras descienden del carruaje. No logro distinguir sus rostros, a esta distancia, son solo sombras borrosas envueltas en misterio.

Los McCreary han llegado. La negociación está a punto de comenzar.

Las horas pasan lentamente. Decido tomar una ducha para despejar mi mente. Me pongo un vestido verde agua con detalles bordados en dorado y amarillo. La tela se ajusta a mi cintura y cae grácilmente hasta mis pies. Las mangas son ligeramente transparentes y abombadas en los hombros. Unos zapatos de tacón medio, blancos y elegantes, completan mi atuendo.

—¡Ese vestido es hermoso! —exclama Vivi, entrando en la habitación.

—¿Podrías ayudarme con mi cabello? —le digo, esbozando una sonrisa.

—Por supuesto, siéntate en el tocador. Lo peinaré para ti —responde Vivi, tomando un peine.

Con destreza, trenza dos mechones de mi cabello desde adelante, uniéndolos en la parte posterior de mi cabeza.

—Tienes un cabello hermoso, brilla como el oro —comenta, admirándolo.

—No exageres —le digo, mirándola a través del espejo.

—Los McCreary llegaron hace un par de horas. Cenarán todos esta noche y la reunión será mañana —informa Vivi.

—Ya veo... ¿tengo que ir también a esa cena? —pregunto, sintiendo una mezcla de nervios y emoción.

—Por supuesto, has venido como la compañía del príncipe, lo que te hace parte del círculo —responde, restando importancia a mi preocupación.

—Pero no soy de la realeza...

—Aún no —dice guiñándome un ojo con picardía.

La emoción se agita en mi estómago al pensar en el futuro con Philip. Quiero creer que a eso se refiere.

—¿Y Anna también irá a la cena? —pregunto inquieta.

—Esta noche solo tu. —responde Vivi quitándole importancia. Pero esa declaración significa mucho para mi, él me ha escogido a mí y no a ella.

—La cena será dentro de unos minutos, es mejor que no lleguemos tarde. No querrás dar una mala impresión.

—Tienes razón, vayamos.

Salimos de la habitación y bajamos hasta el primer piso del palacio. Veo a Philip esperando al pie de las escaleras.

—Te ves hermosa —susurra en mi oído al tomar mi mano cuando llego al último escalón.

—Muchas gracias —respondo, sintiendo cómo mis mejillas se sonrojan.

Nos dirigimos a la sala donde se celebrará la cena. Al entrar, veo una enorme mesa alargada en el centro. En las mesas laterales, repletas de aperitivos, se encuentran la Reina Hulya y el Rey Alph, observando con expectación. El rey me dedica una mirada fría y despectiva, mi estomago se revuelve debido a los recuerdos de esa noche, pero su desaprobación hacia mi paradójicamente me causa alivio, ya no soy de su importancia.

De repente, una voz poderosa anuncia:

—¡ATENCIÓN, SU MAJESTAD LA REINA SUSAN Y SU ALTEZA EL PRÍNCIPE EINAR!

El ambiente se llena de tensión y expectativa. El momento ha llegado.

Nos giramos todos al mismo tiempo que el guardia anuncia la entrada de los McCreary. Las enormes puertas se abren de par en par, y una elegante mujer aparece en el umbral. Su piel es blanca como el mármol y su cabello castaño cae en suaves ondas. Una majestuosa corona adornada con diamantes azul turquesa brilla en su cabeza, y un collar a juego resalta la delicadeza de su cuello. Su vestido, del mismo color, está finamente decorado con detalles dorados, reluciendo con cada paso que da, avanzando con el mentón en alto. Es realmente hermosa y de una distinción que jamás imaginé.

La Hija del MercaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora