Desde que tengo memoria, fui criado en una pequeña villa en las montañas, criado por mi abuelo y mi tía, mi tía padecía de una enfermedad desde su nacimiento y por fin después de mucho tiempo, para mí cumpleaños número doce ella tuvo que dejar nuestro hogar para poner rumbo al Bosque de los Elfos. Por fin había obtenido permiso para entrar y ser tratada con la raíz del árbol sagrado, desde entonces sólo se de ella por medio de cartas que me envía de vez en cuando, espero poder volverla a ver pronto. En cuanto a mi abuelo, bueno el lamentable falleció hace unas semanas cuando cayó junto con un monstruo en un barranco, de hecho no pude ni recuperar su cuerpo. Me tomó dos semanas decidir que hacer y al final decidí dejarlo todo para comenzar una buena vida en Orario como un aventurero, mi abuelo me contaba historias sobre Orario y mi tía también aunque a ella no le gustaba mucho hablar sobre el tema, aún así tenía la paciencia suficiente para responderme hasta satisfacer mi curiosidad.
Llevó una semana desde que salí de mi hogar en las montañas y ayer pasó algo muy extraño, en medio del camino algo me golpeó la cabeza con mucha fuerza y cuando volví a ver que era, vi una copa dorado, me pareció algo extraño ya que he andado solo por el camino desde que dejé la caravana de comerciantes que me hicieron el favor de llevarme por los primeros tres días. Ahora mismo me encuentro viendo la copa mientras descanso alrededor de una fogata.
-Tal vez cuando llegue a Orario pueda venderla por algún dinero y pueda comprar buen equipo con ella, ya que solo tengo la espada que mi madre Alfia me regaló antes de irse con los elfos, así que necesitaré una armadura-
Bell puso la copa de lado y comenzó a calentar las habichuelas mientras partía un pedazo de pan de levas que su tía le había enseñado a hacer.
-Desearía tener un compañero de viaje, viajar de esta manera es muy solitario, tal vez alguien en quien pueda confiar-
En eso la copa dorada comenzó a brillar tan fuerte que Bell tuvo que cubrirse los ojos debido a la intensidad de la luz, una vez el brillo fue disminuyendo Bell comenzó poco a poco a abrir los ojos.
-Entonces, tu me has invocado, Berserker Morgan, La Reina del Reino de Hadas de Britania y aquella que continuamente maldice la historia Pan-humana. Si no tienes problema con ello, entonces puedo prestarte mi fuerza, No hay ningún cambio en el hecho de que soy una Reina, como tal espero que trabajes muy duro como mi vasallo ¿O preferirías ser tratado como mi esposo?-
X.X.X.X
Bell no lo podía creer, delante de él estaba una mujer de una belleza que jamás había visto, aunque su apariencia era algo fría, si Bell pudiera compararla sin duda sería como ver un copo de nieve. Estaba sin palabras, de hecho no entendía muy bien que estaba pasando.
-Disculpa...¿Que es un Servant?-
Fue lo primero que atinó a decir Bell, la mujer de cabello rubio platinado y ojos celestes fríos como el hielo se sentó en una roca cercana delante de él y cruzó sus piernas.
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