Capitulo 5

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Cuando niño, siempre se imaginó como sería verse con aquel uniforme militar que se camuflajeaba con la naturaleza, siempre creyó que le quedaría bastante bien y resaltaría su lado más atractivo. Después de ver las fotos que su abuelo le mostraba cada vez que le contaba una anécdota al anochecer antes de ir a dormir, veía en él esos ojos nostálgicos que anteriormente fueron soñadores.

Los ojos de un niño cumpliendo el sueño de ser militar.

Así que eso removió en él la emoción de querer experimentar esa sensación, la sensación de convertirte en algo que amabas y admirabas. Por lo que a veces, llegó a sentir una ligera envidia.

También quería sentir lo que su abuelo transmitía en cada una de esas historias sobre sus aventuras y el como disfrutó demasiado ser parte de su tropa.

Si se lo preguntaban.

Jamás tuvo un sueño como tal.

Jamás fue ese niño con un sueño propio cuál presumía a sus amigos que era a lo que se quería dedicar de grande, nunca fue participe de esas conversaciones. Entre Quackity y él, solo habían palabras al aire expresando que lo único que ansiaban era tener una cuenta bancaria cargada de dinero.

Siempre aclamaron el dinero.

Porque nunca tuvieron los mismos lujos que los demás.

Crecer en un ambiente pobre de recursos, violencia y pandillas, dejaban mucho que desear para un futuro, cada uno teniendo su propia experiencia en la pobreza, eran cosas que compartían ahora de grandes, los dos tenían muchas características en común, entre todas.

Haber nacido en cuna de cartón.

Y ahora, los dos estando juntos, se mantenían a flote con las esperanzas que enlazaban su amistad, siendo pilares importantes en la vida del otro. Sosteniéndose fuertemente como si una avalancha de nieve los atrapara constantemente.

Entonces, los sueños que supuestamente florecían cuando niños, se esfumaron al empezar a preocuparse por sobrevivir.

Era más la preocupación de comer que de soñar.

Por eso, admiraba tanto a su abuelo, quien cumplió aquel sueño esforzándose demasiado. Algo que él tal vez, jamás lograría.

¿Existía un sueño que quisiera cumplir?.

No lo creía.

Solo respirar tranquilo.

Aún así, estaba bien. Tenía un buen amigo, a su abuelo, y ahora un nuevo trabajo estable.

Ya era suficiente en su vida.

No debía ser egoísta.

Estaba feliz.

Te ves bien- volteó hacia un lado mirando a Maximus quien se encontraba recargado sobre el marco de la puerta, de la que supuestamente, era su habitación. Lo había dejado un momento para ponerse el uniforme que debía utilizar- apesar de ser joven, estás en forma- se acercó lentamente terminando frente a él y entonces procedió a acomodarle su cabello desordenado.

Roier solo esperaba pacientemente a que terminara.

Maximus parecía como un padre.

Uno que nunca tuvo.

Se preocupaba por él, lo ayudaba en muchas cosas y siempre trataba de orientarlo.

Era bueno tenerlo en la vida.

Listo- se alejó viéndolo detenidamente para saber si estaba todo en orden, quería que el chico estuviera perfectamente presentable, pues sabía cuanto odiaba Cellbit que las personas estuvieran desarregladas.

Ordo Theoritas. [GUAPODUO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora