Volví a despertar por el ruido de la alarma y me levanté rápidamente para ir al balcón.Presté atención a los sonidos que venían de su lugar. Apenas las seis de la mañana y ya estaba despierta. Luego ya no escuché nada.
Volvi entrar a mi habitación y acerqué mi oreja a la pared para intentar escuchar algo, y nada.
Me moví por toda la casa, procurando escuchar algo a través de la pared y nada.
De pronto oí cómo se cerraba una puerta y el sonido de unas llaves.
Corrí hasta la salida, pero me detuve.
Si me veía así: desarreglado y en pijama, todo agitado... Seguro se asustaría.
Esperé un par de segundos considerables y luego salí con sigilo.
No estaba en el pasillo, así que ocultándome detrás del muro, miré hacia abajo. Allí estaba ella con su pelo recogido, ropa deportiva e iba trotando hasta que desapareció de mi vista.
Regresé a la casa y miré el reloj. Exactamente 6:30 a.m.
Parecía ser parte de su rutina el salir a ejercitarse.
Me dispuse a prepararme rápido, pues para mí ya se hacía tarde. Me tomaba una hora llegar al trabajo a pie, así que debía apresurarme.
Hice lo mismo de siempre y tras desayunar, salí corriendo a la puerta. Justo en el momento en que le ponía el seguro, la escuché:
—¡Buenos días, vecino!
No importaba si no le respondía, alegremente me daba los buenos días.
Esta vez solo la miré y ella me sonrió, pasando a mi lado para ir a su puerta.
Ya era la tercera vez que hacíamos contacto visual.
—¡Que tenga un buen día!
Cuando entró, sostuve mi pecho por la enorme satisfacción. Sentí como si hubiera logrado algo grande en mi vida y hasta quería saltar de alegría.
Me emocionó el hecho de por fin mirarla con normalidad. Pero tocaba despabilarme.
Saqué mi celular y vi que eran exactamente las siete de la mañana.
Seis treinta, se ejercita. A las siete vuelve a casa.
El día se sentía diferente. No paraba de sonreír y prestar atención a mi alrededor. ¿Cómo es posible que siempre iba a pie al trabajo y no me había detenido a admirar lo hermoso de los días?
El ruido de los autos y de la gente no le quitaba lo extrañamente maravilloso al día.
Un cielo despejado, un montón de olores diferentes, las risas y las conversaciones. Todo por primera vez me era agradable.
No podía evitar llamar la atención en el trabajo, ya que no paraba de sonreír. Y eso se les hacía extraño a todos.
Sorprendentemente me fue mejor que cualquier otro día, incluso gané dinero extra.
Aproveché los minutos de receso para salir y comprar una sopa instantánea, prepararla en la misma tienda y comer a prisas. Pero eso no me impedía saborearla, hoy estaba más que deliciosa.
Tenía energía hasta para hacer horas extras, pero no lo haría. Quería verla.
Ni bien despacharon, salí disparado a casa, corriendo cada tanto. Estaba desesperado por llegar a casa.
Al llegar, subí rápido las escaleras. Hasta llegar al pasillo. Caminé con más calma y en vez de entrar a mi casa, avancé un par de pasos más hasta detenerme en su puerta.
Miré a cada lado, incluso abajo para asegurarme de que nadie fuera a entrar al edificio y entonces acerqué mi oído a su puerta. No podía escuchar nada, así me alejé antes de ser visto.
Entré a mi casa e hice lo cotidiano, estando siempre pendiente por si se escuchaba hasta la mínima cosa de su lado. Y cada tanto iba a ver si sus luces estaban encendidas, pero nada.
En medio de la noche, justo cuando estuve a punto de tomar la miserable pastilla, escuché un ruido. Ella había llegado.
Revisé la hora de inmediato. Ya eran las nueve.
Regresé al balcón y ciertamente estaba en casa. Las luces estaban encendidas y no las apagó hasta las once de la noche.
Todos los días era así. Ambos nos despertamos a las seis de la mañana. Ella se ejercitaba media hora y volvía justo cuando yo salía.
Si me tardaba un poco, la veía salir de nuevo con una mochila y sombrilla.
Si la seguía, no podía avanzar más porque ella tomaba un taxi.
Después del trabajo no sabía nada de ella hasta las nueve de la noche. A las once apagaba sus luces y yo me tomaba el somnífero.
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Ella es igual a ella
Teen FictionJuan es un hombre de cuarenta años que empieza a desarrollar una obsesión por una joven universitaria al ver que ella se ve idéntica a su difunta esposa. Me vi en la obligación de reescribir esta historia. El nombre sigue siendo el mismo, pero la p...