Tomé aquello y lo introdujo en el bolsillo de mi pantalón para llevarlo a la casa. Allí, le tomé una foto para poder investigar de qué se trataba y la respuesta que encontré decía que se tenía que utilizar orina. Una raya significaba falsa alarma, pero dos rayas...
Dos rayas significa... ¡Embarazo!
Lo que sostenía era una prueba de embarazo y en ella efectivamente marcaba dos rayas rojas.
La cólera se apoderó de mí. Perdí por completo la cabeza y dejé el celular a un lado para apresurarme a ir al balcón y entonces cruzar al otro lado.
Deslicé la puerta corrediza de su balcón y entré buscándola.
—¡Veva! ¡Veva!—exclamaba.
Y ella salió de la cocina completamente confundida.
—Vecino, ¿qué...? ¿Cómo...? ¿Cómo entró a mi casa?
—Veva, dime... que... es mentira. Dime... que esto... no es lo que creo—le decía mostrándole la prueba. sin poder hablar correctamente debido a toda la rabia que traía dentro.
—¿Veva...? ¿Qué?— observó con los ojos bien abiertos aquel objeto, como si hubiese visto algo que no debía haber visto—. ¿Qué hace con eso? ¿Por qué tiene eso en la mano?— me preguntaba mientras retrocedía.
Me empezó a temblar el labio superior al ver que no respondía lo que quería escuchar. Afirmando de ese modo mis sospechas.
—¿De quién...? ¡¿De quién es ese bebé?! ¡Maldita sea, dímelo!—le grité conforme me acercaba.
Noté que estaba aterrorizada, noté que no me prestaba atención a mi y a mis palabras, al contrario alcanzó a tomar su celular y con las manos temblorosas parecía querer llamar a alguien.
Me apresuré a tomarlo y tirarlo al sueño con todas mis fuerzas, al punto que la pantalla se hiciera añicos.
Ella al ver mi reacción, salió corriendo hacia la puerta y yo corrí detrás de ella hasta tomarla y lanzarla hacia atrás.
—¿Eso te dolió? Más me duele a mí tu traición. ¿Por qué me hiciste esto, Veva? Yo siempre estuve ahí para ti, cambié por ti. Mírame—le mostraba mi cambio de look y mi vestimenta—. Y aunque no me guste, por ti intenté hablar más, ¡expresarme más! Noche y día te escribí cartas, ¿dónde están todas esas cartas?
Allí en el suelo, ella me miró con desagrado y con más temor que antes—. Entonces... fuiste tú...—dijo para levantarse e intentar escapar de nuevo.
Lo impedía de inmediato y la sometí en el suelo, sosteniendola de la mandíbula golpeé su cabeza varias veces contra el pavimento.
—¿Por qué siempre te quieres ir, Veva? ¿Por qué? Acaso, ¿no te importo en lo más mínimo? ¿No me amas?
Intentaba deshacerse de mi mano, pero entre más forcejeaba más fuerte la agarraba.
—Esos ojos son solo míos. De nadie más. Veva, tú eres mía. Ese bebé debería ser mío. Aún no es tarde, podemos tener al nuestro. Solo tengo que deshacerme de este. Me voy a deshacer de todo lo que se entrometa entre nosotros—dije para entonces apretar mi puño y empezar a arremeter contra su vientre.
Ella trataba de detenerme a como de lugar, entre llantos, gritos y empujones, pero su fuerza contra la mía era insignificante.
—¡Por favor, por favor! ¡Duele! ¡No me lastime! ¡Por favor!
—No llores, mi vida. Pronto te daré otro, uno nuestro—comento. Luego continué para asegurarme de que esa criatura desapareciera de su interior. Solo me detuve cuando noté el charco de sangre en su entrepierna.
—¡Creo que ya se ha ido, Veva!—exclamé de alegría. Con una enorme sonrisa en el rostro, levanté la mirada hacia ella. Pensé que estaría feliz, pero se le veía palidecida, con mocos y lágrimas cubriendo su rostro, y solo sollozaba.
Volví a descender la mirada al charco de sangre y fue como una apuñalada a mi corazón.
—No puede ser...
Rápidamente me alejé de ella, horrorizado. Sin poder creer lo que había hecho.
Hasta ahora podía sentir mis frenéticos latidos y el calor que me arropaba.
Miré mis manos temblorosas con terror.
—Yo... Yo...
No encontraba qué decir ni qué hacer.
—Perdóname...—fue lo único que salió de mi boca—. Perdóname, perdóname, perdóname, perdóname.
Ella de repente empezó a susurrar algo y me acerqué, acerqué mi oído a sus labios.
—Por favor... No me mates...—susurraba.
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Ella es igual a ella
Teen FictionJuan es un hombre de cuarenta años que empieza a desarrollar una obsesión por una joven universitaria al ver que ella se ve idéntica a su difunta esposa. Me vi en la obligación de reescribir esta historia. El nombre sigue siendo el mismo, pero la p...