Acercamiento

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Me desperté y miré al lado izquierdo de la cama.

—Soñé contigo... —comento, sabiendo que aquel lado de la cama se encontraba vacío.

Flashback

Estaba en busca de un libro en específico que no encontraba en ninguna de las bibliotecas o librerías de la ciudad.

Lamentaba no haberla obtenido cuando tuve la oportunidad, pero seguía buscando hasta que llegué a otra biblioteca. Un tanto distanciada, solitaria, pero llena de libros.

Entré y me puse a explorar el lugar, leyendo algunos títulos y viendo una que otra portada llamativa. Pero no iba a tomar ninguno de ellos.

Me tomé mi tiempo. Busqué por género y por orden alfabético hasta que di con él. Sin embargo, tanto yo como otra persona alzamos la mano al mismo tiempo con la intención de tomar El peso del silencio - Heather Gudenkauf.

Volteé a ver de quién se trataba y mis ojos se encontraron con otros inusuales. Nunca había visto iris con ese color.

La portadora de esos ojos me sonrió avergonzada y yo regresé la mirada al libro. Al final lo tomé y se lo entregué.

—¡Muchas gracias! No sabes lo emocionada que estoy por leer ese libro. Es realmente difícil de encontrar, ¿estás seguro de entregármelo?— me preguntó.

—Sí— afirmo para de inmediato alejarme y, aunque decepcionado, buscar otro libro que leer.

—Tengo una idea, ¿por qué no me das tu número?

Me paré en seco, sorprendido en gran manera por su atrevimiento.

¿Quién en su sano juicio le pediría el número a un desconocido?

—Cuando termine de leerlo y lo venga a entregar, te llamaré para que lo tomes prestado de inmediato. ¿Qué te parece?

La sola idea me causaba repulsión.

—No—respondí y seguí caminando.

—¿Seguro?—la escuché decir, avanzando hacia a mi.

—Sí.

—¿Segurísimo?—volvió a preguntar, aún más cerca.

Ya me sentía fastidiado.

Volteé a verla otra vez. Por su expresión deduje que esperaba una respuesta diferente, tratando de convencerme con esa enorme sonrisa.

—Suficiente— le dije, con la mano alzada dejándole entender que se detuviera. Esperaba que me entendiera y dejara de seguirme e insistir.

Al fin cambió de expresión. Pero no descifraba si era vergüenza, decepción o tristeza, quizás eran las tres.

Me sentí un poco mal. Pero simplemente seguí mi camino.

Unos días después volví para devolver un libro y llegarme otro. Y allí estaba ella otra vez.

La ignoré e hice lo que estaba predestinado a hacer.

Ella es igual a ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora