Capítulo 3.

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Jimin se dirigió a la habitación donde su padre estaba reposando y su madre acompañándolo. Tocó la puerta y entró, encontrándose al señor Park sentado en la cama al lado de su esposa quien descansaba un poco.

—Jimin, ya es tarde.

Susurró el alfa cuando vió a su hijo pobremente iluminado por la luz de la luna. Jimin se sentó en la pequeña silla que había al lado de la cama, quedando cerca a su padre.

—Pá, iré por algo de ropa a nuestra casa, ¿sí? Esperaremos un poco que te recuperes y luego nos iremos.

El señor Park asintió y extendió una de sus manos hacia Jimin, acariciando una de sus regordetas mejillas mientras lo miraba con algo de tristeza.

—¿Cómo está el príncipe?—. Preguntó el alfa.

—Uhm... Está bastante triste, no es para menos. Se quedó dormido en mis brazos, parecía un niño pequeño.

Las mejillas de Jimin se tornaron un poquito rojas al recordar cómo se veía de chiquito el alfa cuando pidió que Jimin fuera por su pijama, cosa que su padre notó. El alfa sonrió y retiró su mano de la mejilla del omega.

—Jimin, ¿a qué te refieres con "nos iremos"?

El omega suspiró profundo y miró a su padre bastante serio.

—Pá, yo no voy a quedarme a cuidar al príncipe, Taehyung me está esperando en Francia.

Su padre negó con una sonrisa.

—Jimin la vida da muchas vueltas, hay oportunidades que solo se presentan una vez en la vida y... Francia no se irá a ningún lado.

El omega se levantó del asiento y no dijo nada más, salió de la habitación y eventualmente encontró como salir del gran castillo.

Jimin comenzó a caminar por las calles del pueblo, escuchando el mar a lo lejos y disfrutando la preciosa brisa que acompaña la tranquila noche. Si había algo que caracterizaba a Masseri era la seguridad de sus calles, no había delitos ni robos, todos vivían en mucha armonía y paz. Sin embargo, es anoche estaba más solitaria que de costumbre, el pueblo entero estaba de luto por la muerte de sus reyes y realmente se notaba la tristeza en todos sus habitantes, las únicas luces que quedaban encendidas eran las de las calles.

Al llegar a su casa se dirigió a su habitación, encontrándose a su bello gatito blanco recostado en la cama.

—Mi gordito, lamento dejarte solo tanto tiempo.

Se recostó junto a él y por un segundo pudo ver en esos ojitos rasgaditos del príncipe Min, cosa que lo asustó. Le hacía gracia pensar en el príncipe como un gatito, pero no podía dejar de pensar que sí tenían cierto parecido.

—Gordito, ¿qué hago? No me creo capaz de poder defender a alguien y realmente quiero irme a Francia, quiero estudiar lo que me apasiona.

El gatito lo miró como confundido, moviendo su cabecita como buscando entender al omega. Jimin rió por el hecho de estar pidiéndole un consejo a su gatito.

El felino se acurrucó contra el omega casi de la misma manera que el alfa se había acurrucado momentos antes, Jimin ya no dejaba de pensar en el príncipe Min y todo eso lo confundía más.

Para despejar su mente se levantó de la cama y comenzó a empacar ropa para su madre, su padre y obviamente él. No era mucha, en dos maletas logró entrar todo lo que usarían por unos cuatro días más, la menos hasta que su padre pudiera recobrar la fuerza en sus piernas.

Jimin se detuvo en la puerta al escuchar el maullido del gatito quien ahora lo miraba triste, como pidiendo que lo llevara con él.

—Dios... Mi gordito, no puedo dejarte acá tan solito. Vámonos, mi bebé.

Royal Omega [YM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora