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Susurró Jennie tratando de contener la risa. Había notado como algunas personas les dirigían la mirada al oír a Lisa cantar y eso lo estaba matando de la vergüenza, pero no podía dejar de resultarle divertido.

-¿Por qué quieres que me calle? ¿No te gusta como canto? -hizo un puchero. En realidad ella sólo estaba tratando de hacer reír a Jennie tanto como le fuera posible con sus payasadas.

-No es eso -dijo con una gran sonrisa que marcaba sus hoyuelos y hacía sus ojos más pequeños.

-Entonces no veo el problema ¡¡¡It's the final countdown!!! -gritó con énfasis.

Jennie moría de vergüenza pero no podía parar de reír.

-¿Quién demonios está cantando a los gritos? -preguntó Seulgi sonriendo. Ella y Irene se encontraban caminando, pasando por enfrente de la sección de juegos del segundo piso del centro comercial cerca de los restaurantes.

-No lo sé, pero es divertido -Respondió ella tratando de divisar con la mirada de donde provenían los cantos. Pronto sus ojos se fijaron en una muchacha castaña, que sonreía alegremente, al parecer era ella quien cantaba. Pero rápidamente su atención pasó a la persona que estaba frente a él. Una chico de cabello castaño idéntico al de Jennie -¡Seulgi, es Jennie! -susurró ella.

-Estás loca, mujer. Jennie no canta.

-¡No me refiero a eso! -susurró y tratando de que también ella bajara el volumen de su voz -Jennie está con esa chica.

Seulgi dirigió su mirada hacia el mismo punto que su esposa y vio a lo que se refería. Su hija estaba de espaldas a donde se encontraban ellos así que no podía verlos. Y la otra  muchacha si los veía, no sabría quienes eran así que no les daría importancia.

-Ven, acerquémonos un poco –dijo ella en voz baja, ella estuvo de acuerdo.

Caminaron hasta estar un poco más cerca de ellas, lo suficiente para escuchar un poco de la conversación, siempre con cuidado de estar a espaldas de Jennie y no entrar en su campo visual.

-¿Seguro que no quieres de mis papas? -preguntaba la castaña  mientras devoraba cada porción de comida.

-No, gracias.

Sus padres que escuchaban a unos metros de distancia ya no tenían dudas. Esa era su voz. Era ella.

-¡Ya sé! -dijo haciendo un chasquido con sus dedos -¡Adivina que animal soy! -la menor frunció el ceño mientras veía como Lisa tomaba dos papas y las colocaba en su boca, una en cada comisura y éstas quedaban hacia debajo de su rostro. Jennie sonrió ante la ocurrencia.

-¿Una morsa?

-¡Muy bien! -luego de quitarse ambas papas fritas de la boca, comió una de ellas y la que quedaba la apoyó en medio de su frente, haciendo que quedara hacia arriba, en ángulo -¿Qué soy ahora?

-Un unicornio -Jennie no podía dejar de sonreír.

-Correcto. Eres lista. Pero apuesto que no adivinarás el siguiente -llevó la papa desde su frente al espacio entre su nariz y su boca, la colocó de manera horizontal, sosteniéndola con sus labios.

La menor se quedó pensativo unos momentos tratando de adivinar y admirando el rostro gracioso de Lisa.

-No lo sé.

-Un hombre con bigote -dijo mientras comía su papa.

-¡Eso no es un animal!

-¡Eso es lo que tú crees!

Jennie no podía contener la risa. Simplemente no podía. Nunca es su vida se había sentido tan feliz. Lisa además de ser perfecta era una completo idiota, nadie lo hacía sentir como ella

La Chica de los CD Jenlisa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora