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-Espera -dijo apresurada y el corazón de la menor pareció detenerse en ese momento- Hmm ¿Tienes... algo que hacer luego? -dijo rascando su nuca- Quiero decir, mi trabajo termina en unos veinte minutos. Podríamos ir a tomar algo. Si es que tú quieres, claro.

Jennie creyó que estallaría de alegría en ese mismo momento. Apenas si sabía cómo contenerse. Se volteó y la miró con sus ojos llenos de un brillo especial.

-Me encantaría.

Ambas se dedicaron sonrisas cargadas de felicidad. Mirándose fijamente como idiotas. Yeri rodó los ojos con una mueca de molestia y se dirigió a otra parte. Megan rió un poco al observar toda la escena.

Lisa hizo pasar a Jennie a la pequeña habitación detrás del mostrador y le dijo que esperara en aquel lugar sentada unos minutos más hasta que su turno finalizara. Ella obedeció. Era bastante incómodo, a decir verdad, estar allí sola esperando. Cada algunos minutos veía como ingresaba alguno de ellos tres a envolver algún recado. La morena la observaba de pies a cabeza con desprecio, lo cual era bastante intimidante; la rubia le dedicaba algunas simpáticas sonrisas; Lisa, bueno, ella intercambiaba algún comentario divertido cada vez que se encontraban.

Una vez transcurridos esos interminables minutos, los tres adolescentes entraron en el cuarto.

-Me cambiaré primero, llevo prisa -dijo Megan
Uno a la vez fueron ingresando al baño para despojarse de su uniforme de trabajo y colocarse ropa común y abrigada debido al clima congelado de las calles.

Una vez fuera del local el encargado prosiguió a cerrar. Se despidieron y tomaron distintos rumbos, tal como la vez anterior.

-¿Nos vamos? -preguntó simpática.

-Sí.

Jennie estaba muy nerviosa. Estaban una vez más a solas, sólo la perfección en persona y ella.

Caminaban a la par. Jennie siguiendo los pasos de Lisa lo mejor que podía. Se extrañó bastante cuando se percató de que se dirigían a la salida del centro comercial. Efectivamente salieron de éste. Decidió no hacer preguntas y se limitó a seguirla. Caminaron fuera del estacionamiento y por la acera frente a la plaza que allí se encontraba. De pronto Lisa detuvo su marcha, la menor la imitó.

-¿Te parece bien este lugar?

Jennie observó que el lugar era una conocida cafetería que había estado durante varios años. El lugar tenía muy buena fama y el ambiente era confortante. Aunque ella hubiera dicho que sí a cualquier sitio que Lisa escogiera.

-Sí.

Se adentraron en el lugar. Jennie mirando absolutamente todo a su alrededor. Aunque por más llamativos que resultaran todos los objetos nuevos, Lisa siempre le resultaría la más hermosa y llamativa. Tomaron asiento en dos sillas enfrentadas, junto a la ventana desde la cual se podía observar la plaza. Dejando sus abrigos y la pequeña bolsa de plástico a un lado. La iluminación del lugar era tenue, no excesiva y cegadora como la del centro comercial. Tampoco había una cantidad elevada de gente. Era un lugar muy cómodo y acogedor. Jennie dio gracias por ello. Lisa tomó una de las cartas del lugar y comenzó a leer la lista del menú.

-Creo que pediré un café mediano y dos muffins. Uno de chocolate y uno de frutilla ¿Qué hay de ti? -preguntó sonriendo.

-Lo mismo.

-¿Estás segura? ¿No quieres otra cosa?

-No.

-Está bien.

Una simpática mesera se acercó a ellas al cabo de unos minutos y tomó la orden. Lisa se encargó de pedirla.

-Estará lista en unos minutos.

-Claro -respondió cordial Lisa.

Una vez que la mujer se alejó soltó un gran bostezo, el cual cubrió con su mano. La menor aprovechó la oportunidad para intentar sacar un tema de conversación.

-¿Tienes sueño? -preguntó bastante tímida.

-Sí. Por eso pedí café. Anoche nos quedamos hasta tarde jugando al Rock n' Roll Racing con los chicos. Barrieron el piso conmigo, los videojuegos no son mi fuerte.

-¿Los chicos? -preguntó curiosa y con algo que parecía ser algo de celos.

-Sí, nos reunimos en casa de Rosé. Su casa es enorme. Se suponía que sería una reunión de chicos. Pero Jin llevó a su novia. No tengo nada en contra de ella. Es sólo que no encajaba con nosotros y se aburría la mayor parte del tiempo. Yo estaba molesto por otro motivo. Sehun tuvo durante casi seis meses mi disco favorito de Pink Floyd y cuando al fin me lo devolvió, al escucharlo noté que estaba rayado en un par de canciones, obviamente el negó tener la culpa. Pero bueno, no voy a pelearme con uno de mis mejores amigos por algo material.

Jennie se quedaba admirado de la manera en que Lisa siempre hablaba de sus amistades. Se notaba que los apreciaba en verdad mucho. Se sintió algo mal al saber que Lisa jamás hablaría así de ella con otra persona. Después de todo, no había nada interesante que decir sobre ella Incluso le sorprendía que no le diera vergüenza que lo vieran junto a ella.

-Aquí tienen su orden. Que la disfruten -interrumpió la mesera.

-Muchas gracias.

Comenzaron a comer sus muffins y sorbiendo de vez en cuando un trago de su bebida caliente. Estaban en silencio mientras comían, pero no era un silencio incómodo. Intercambiaban algunos comentarios banales como tenían acostumbrado. De vez en cuando Jennie levantaba su vista para ver comer a Lisa, simplemente para admirarla. En más de una oportunidad se encontró con la mirada verde avellana de la chica, que lo observaba sonriente, haciendo que inmediatamente desviara su mirada hacia otra parte, apenada.

-¿Vives lejos de aquí? -Preguntó una vez habiendo terminado su orden, mientras observaba a través del cristal que ya había anochecido. Eran finales del otoño. Los días parecían más cortos debido a la poca luz solar.

-No realmente.

-¿Puedo acompañarte de regreso a tu casa? -Jennie tragó saliva.

-Claro. Si eso quieres.

-Aquí está su cuenta -dijo interrumpiendo una vez más la mujer.

Jennie metió su mano en el bolsillo, tratando de hallar el dinero pero Lisa llamó su atención.

-¡No te atrevas! -Le advirtió -Yo te invité por lo tanto seré quien pague.

-Pero...

-No aceptaré un no por respuesta.

La menor jugueteó nervioso con sus dedos, debiendo aceptar que fuera Lisa quien pagara por ella. Eso en verdad fue incómodo.

La mayor agradeció a la empleada y junto con Jennie salieron del lugar. En verdad que la temperatura había descendido notablemente. Hacía mucho frío. Muy poca gente se encontraba deambulando por allí. Ambos para su suerte estaban bien abrigados. Jennie llevaba su beanie de color gris y Lisa un par de guantes negros. Cruzaron la calle y comenzaron a atravesar la plaza pero Lisa se detuvo. Jennie también se detuvo y lo observó atentamente. El día había oscurecido por completo. Los faroles estaban encendidos creando una aureola luminosa alrededor de ellos a causa de la suave neblina. Lisa miraba al cielo completamente negro y veía caer los diminutos copos de nieve.

-Las noches de Londres son hermosas ¿No lo crees?

-Sí -respondió. Aunque ella no estuviera apreciando la belleza de la noche precisamente.

-Dime Jennie ¿Cuál es tu estación favorita del año? -dijo ahora mirándola con una sonrisa dibujada en esos finos labios.

Jennie lo meditó unos momentos. En realidad las estaciones del año le daban igual. Ella vivía encerrado en su casa todo el año debido a su estúpida fobia. Lo único que cambiaba era la ropa que debía usar para asistir a sus terapias o a los almuerzos familiares. Pero conoció a Lisa en otoño, razón suficiente para que esa fuera su estación favorita.

-Otoño.

-¡También la mía! ¿Sabes por qué? -sonrió aún más

-No.

Entonces la mayor señaló las hojas esparcidas en el suelo, alrededor de los árboles.

-Siempre desde que era una niña pequeña me gustó jugar con las hojas secas -dijo caminando sobre el césped y las hojas en el suelo mientras hacía una seña a Jennie para que se acercara a ella-éstas están algo húmedas y por eso no hacen tanto ruido al pisarlas, pero es una de mis cosas favoritas, sé que suena estúpido, pero es la verdad.

Lisa miró hacia todos lados, tratando de estar seguro que nadie los observaba y sacudió el árbol con fuerza haciendo que muchas de sus hojas secas se desprendieran y cayeran lentamente junto con la suave nevada. Amontonándose a sus pies. Se agachó y tomó varias de las hojas recién caídas y se las arrojó a Jennie. La menor se cubrió rápidamente. Lisa rió un poco.

-Tranquila. No van a lastimarte.

Jennie dejó de cubrirse con sus brazos y notó como las hojas caían sobre ella de manera totalmente inofensiva.

-No te lastimaría –dijo ahora en un tono más serio.

Jennie tragó saliva y decidió seguir el juego. Después de todo, estaba compartiendo una de sus cosas favoritas con ella y eso la hacía sentir especial.

Tomó una gran cantidad de hojas del piso y se las aventó a Lisa. Lisa hizo lo mismo. Y así en cuestión de segundos habían comenzado una especie de guerra de hojas. Ambas comenzaban a respirar agitados por el cansancio pero no borraban las sonrisas de sus rostros, dejando escapar risas divertidas. Jennie se estaba divirtiendo como nunca antes pero dio un mal paso, tropezando con una roca y cayendo encima de Lisa. Lisa quedó tendida sobre un suave colchón de hojas sin movimiento alguno y Jennie encima de ella. La menor se preocupó demasiado al verla con los ojos cerrados y sin expresión en su rostro. Lo meció suavemente por sus hombros para que reaccionara pero nada sucedió. Estaba comenzando a asustarse demasiado.

-¿Lisa? -dijo sumamente preocupado acercándose a su rostro lentamente.

-¡Boo! -gritó al mismo tiempo que abría los ojos cuando sintió la respiración de Jennie lo suficientemente cerca de su rostro.

-¡¡Ahhh!! -exclamó dando un salto hacia atrás cayendo sobre el montón de hojas.

Lisa reía ruidosamente.

-Lo siento -decía sin poder parar de reír.

-¡¡Me asustaste!! -gritó arrojándole una gran cantidad de hojas. Trataba de mostrarse molesta pero en realidad no había podido sobreponerse del susto.

-En verdad lo siento mucho, no lo resistí –dijo sonriendo luego de recibir el impacto con las suaves hojas- no te enojes. Por favor -le suplicó haciendo un pequeño puchero.

Jennie suspiró. No podía enojarse con Lisa. Aunque fuera una idiota. En realidad, Jennie amaba que Lisa se comportara como una idiota. Jennie amaba cada pequeña cosa de Lisa. Jennie amaba a Lisa.

-No estoy enojada -murmuró.

-Gracias. Ven -dijo poniéndose de pie y extendiendo su mano hacia Jennie para ayudarla a levantarse- Si seguimos en el piso nos humedeceremos la ropa y pescaremos un resfriado ¿No queremos eso verdad?

-No -dijo algo dubitativa antes de tomar finalmente la mano de Lisa. Su corazón latió con fuerza a pesar de no tocar directamente su mano.

Ambas sacudieron sus traseros para quitar rastros de polvo y tierra. Y siguieron su camino a través de la plaza. Jennie marcaba el paso esta vez ya que Lisa no sabía que dirección tomar para llegar hasta su casa. La mayor pudo observar como la ojiverde había quitado sus manos de los bolsillos de su abrigo y las tenía cerradas en puños frente a su rostro tratando de transmitirles calor con su aliento.

-Jennie-dijo deteniendo su marcha haciendo que la otra la mitara y lo mirara- toma -dijo quitándose sus guantes negros y tendiéndoselos para que los tomara-póntelos.

La menor observó los guantes y luego a Lisa con el ceño fruncido.

-No -Era la primera vez que Jennie se rehusaba a una petición suya.

-Anda, tómalos.

-No.

-Jennie, por favor. Tómalos. Tus manos deben estar heladas.

-No. Tendrás frío tú.

-Eso no importa.

Jennie al oír eso se cruzó de brazos y puso una expresión molesta en su rostro. No como la de la plaza. Una en verdad molesta. Lisa no soportaba la idea de que se enojara con él.

-En serio, Jennie. No quiero que tengas frío -dijo en tono suplicante.

-No quiero que tú tengas frío.

Se quedaron ahí paradas unos momentos. Mirándose fijamente, tiritando de frío. Ninguna parecía dispuesta a ceder ante el otro. Pero cada minuto que pasaba la noche se hacía más fría y más obscura. Debían llegar a un acuerdo.

-¿Tomarías mi mano? -preguntó de manera suave pero con timidez.

-¿Qué? -preguntó de igual manera.






La Chica de los CD Jenlisa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora