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Jennie la observó con los ojos sumamente abiertos.

-Yo... no creo que pueda -se removió incómoda.

-Claro que puedes. Si lo que quieres es agradecerme por algo que tú estás convencida que hice; esa es la manera indicada.

-¿La cantaríamos juntas?

-De principio a fin. Juntas.

Jennie lo meditó durante largo rato. Un escalofrío nervioso recorrió su espina dorsal. Eso sin duda debía ser lo más complejo que le habían pedido en su vida. Temblaba un poco. La idea de no poder lograrlo estaba presente en todo momento en su mente, no la dejaba tranquila. Pero por otra parte, oía un eco. Una voz de consciencia que le decía dulcemente que ella podía hacerlo. Que no decepcionaría a Lisa. Que podía lograr que se sintiera orgulloso de ella. Agradecerle todo lo que había hecho cumpliendo su pedido. Tomó una gran, una enorme, cantidad de aire.

-Lo haré –dijo exhalando y con los ojos cerrados, tratando de asimilar lo que acababa de decir.

-¿Lo harás? -preguntó con el rostro radiante de alegría.

Jennie al ver su expresión supo que por muy difícil que le resultara lograrlo, había tomado la decisión correcta.

-Sí.

-No puedo creerlo ¡Muchas gracias! -Dio un salto de la encimera- No soy muy buena aún, pero mejoraré, lo prometo. Practicaré durante horas si es necesario. Será mi desafío del próximo año. Por cierto... ¡Muy feliz año nuevo, Jennie! Sé que me estoy adelantando, pero, tú sabes

Jennie mordió su labio mientras sonreía al ver la euforia en Lisa. Su emoción era palpable. Ella estaba preocupada porque no estaba seguro de poder hacerlo, pero Lisa no dejaba de repetir una y otra vez que ella también debía practicar. Lo tomaría como un acto de autosuperación. Uno que harían juntas. Por ellas mismos y por el otro.


-Feliz año nuevo, Lisa.




Jennie dio un largo y pesado suspiro antes de ingresar al local ese día. Nadie podría predecir que ocurriría. Largos ratos practicando cantar mientras se encontraba solo en su casa. Ataques de frustración. Malestares estomacales debido a los nervios. Pérdida del sueño. A veces parecía un sinsentido lo mucho que estaba esforzándose para lograr tal estupidez, pero inmediatamente recordaba el rostro sublime de Lisa, y la O que significaría para ella y parecía ser la cosa con más sentido del mundo.

Divisó a Lisa atendiendo a un cliente. Espero a que terminara su labor y la saludó

-¿Aún quieres hacerlo? -preguntó ella. Su expresión tenía una sonrisa, pero no había que ser ningún genio para saber que se derrumbaría en caso de obtener un no por respuesta.

-Sí -dijo algo tímida. No era momento de retractarse. Lisa sonrió, mordiendo su labio inferior. Tratando de ocultar una parte de su enorme felicidad.

-Ven-dijo tomando suavemente su mano y comenzando a jalarla sin ser brusca.

No ingresaron en la pequeña habitación detrás del mostrador como era usual. Sino que se dirigieron al fondo. A un depósito. Repleto de cajas enormes de cartón. Estaban apiladas de manera ordenada. Una encima de otra. Estaban ordenadas según el tipo de instrumento y por distintas marcas y tamaños. Era un lugar enorme. Lisa cerró la puerta al ingresar y le colocó el seguro.

-Así podremos estar tranquilos sin que nadie nos moleste. Escogí este lugar porque es muy amplio y silencioso. Las paredes son muy gruesas entonces no se escuchan los sonidos al otro lado y viceversa.

Jennie prestó atención y era verdad. Todo el ambiente había quedado en completo silencio. Ya no se oía el bullicio del centro comercial. Ni siquiera a lo lejos.

-También pedí como favor a Megan y Yeri que me cubran durante más tiempo el día de hoy. Así podremos disfrutar el momento. Tú sabes, sin prisas.

Jennie sonrió. En verdad Lisa estaba esmerándose mucho en esto. La siguió hasta un par de sillas enfrentadas que se encontraban más adelante en el depósito. Junto a una de las sillas se encontraba apoyada una guitarra color beige y marrón algo gastada por el uso. Supuso que debía tratarse de la antigua guitarra de Rosé. Lisa la tomó en sus manos, se sentó en la silla y la posicionó sobre su regazo. Jennie se sentó frente a ella. Tenía sus manos aferradas a sus rodillas y temblaba un poco. No quería echar a perder todo.

-Relájate -la armoniosa voz de Lisa lo sacó de sus pensamientos-Lo harás bien. Confía en mí.

La menor apenas asintió, aún bastante nervioso.

-Déjame verificar que esté todo en orden un momento.

Acarició un par de cuerdas con sus finos y delgados dedos, tocando a penas unos escasos acordes. Lisa estaba muy nerviosa, pero se mostraba confiada para transmitirle esa sensación de confianza a Jennie y así no estuviera tan tensa.

-Bien. ¿Estás listo? -Preguntó con una sonrisa.

-Sí -dijo y pasó rápidamente la lengua por encima de sus labios para que no estuvieran resecos, esta acción no pasó desapercibida por la mayor, quien de igual forma imitó el gesto.

Lisa tronó sus dedos. Aclaró su garganta. Y comenzó a tocar la guitarra. Suaves y para nada forzados acordes formaban una hermosa melodía acústica. Jennie tragó saliva. Pero extrañamente el ambiente lo relajaba. Nunca había estado tan aislada del mundo con alguien más, siempre se encontraba dentro de su burbuja de pensamientos, solo. Pero ahora era diferente. Paz y tranquilidad en su forma más pura, compartida con Lisa. Con su persona favorita. Su Lisa.

Oh... life, is bigger.

It's bigger than you and you are not me

Ambas se estremecieron al oírse cantando juntas. Cantaban a una velocidad bastante más lenta y tranquila que la canción original, pero eso no restaba emoción en cada palabra que salía de sus labios. Era increíble como coordinaban sin siquiera esforzarse en hacerlo. La voz grave de Jennie fusionada con la voz aguda de Lisa ¿Acaso existía algo más opuesto? Pero los opuestos se atraen. El contraste en sus tonos de voz era algo increíble. Comenzaron entonando la canción sin dirigirse la mirada, Lisa enfocado en las cuerdas, concentrada; Jennie enfocado en el piso, tratando de comprender y poner en orden tantas nuevas emociones.

Un pequeño solo de guitarra se hizo presente. Ambas alzaron la mirada en ese momento, encontrándose con la mirada de la otra. Desde ese momento no pudieron apartar sus ojos en lo que restó de la canción.

But that was just a dream...

La canción se volvía más apasionada a cada segundo. Cada vez ponían más énfasis en cada línea. Cómo si el mundo entero estuviera juzgando su forma de cantar en ese momento. Pero, no. Ellas sólo estaban cantándose uno al otro.

But that was just a dream... That's me in the corner

Lisa no podía dar crédito de lo vivido. Las expresiones de Jennie cantando desde lo profundo de su alma y con todas sus fuerzas. Sus labios moverse rápidamente, todos los gestos de su rostro, su voz gruesa acertando cada nota con precisión cual profesional, juraría que veía una vena marcada en su cuello, incluso utilizaba las manos al no poder contener la emoción.

Jennie había dejado atrás sus miedos. El miedo no existía cuando Lisa estaba con ella. El temor a ser juzgado, a fracasar, todo eso se desvanecía cuando se fundía en ese par de ojos color del cielo. Siempre supo que Lisa era la perfección en persona. Pero al oírlo cantar ya no le quedaba duda alguna de eso.

La adrenalina misma hizo que Lisa se pusiera de pie sin dejar de tocar la melodía. Jennie la imitó casi al instante. Dieron cortos pasos, acercándose, sin romper el contacto visual en ningún momento.

You try, cry, why, try...

Habían terminado cantando a centímetros de distancia. Indescriptible la sensación que corría por las venas de ambas en ese momento. La canción había finalizado. Los últimos acordes se dejaron oír y eso fue todo.

El pecho de Jennie subía y bajaba con fuerza. Ambas inhalaban y exhalaban agitadamente, tratando de caer en la cuenta de lo que realmente acababa de ocurrir. De ese ambiente mágico que se había creado sólo para ellas. Podían notar el brillo en los ojos de la otra debido a la emoción.

Lisa se agachó lentamente, dejando la guitarra a un lado en el piso y volviendo a erguirse para seguir conectado con la mirada de Jennie. Sentían como si fueran dos malditos imanes, incapaces de apartar la mirada. No querían. No podían.

Lisa alzó sus brazos a la altura de la cintura de Jennie, rodeándola con fuerza en un cálido abrazo. Cargado de sentimiento. Incluso mucho más que el de su cumpleaños. Y esta vez fue diferente. Lisa recargó su cabeza en el espacio entre el hombro y el cuello de Jennie, con su nariz rozando su suave piel. Jennie pudo sentir el aliento de Lisa en su cuello y su único reflejo fue devolver su abrazo. Aferrándose con sus grandes manos en la espalda de la mayor, arrugando un poco la tela de su uniforme.

-Muchas gracias, Jennie -descargas eléctricas recorrieron cada milímetro de piel al oír esas palabras ser susurradas tan claramente cerca de su oído -Gracias por cantar conmigo mi canción favorita. Gracias por todo.

-Yo... -tragó saliva dificultosamente debido al nudo que se había formado en su garganta- Yo soy quien está agradecida contigo. Gracias, Lisa. Tú me hiciste ver de todo lo que era capaz.

Aunque Jennie no pudiese ver el rostro de Lisa en ese momento, supo que ella estaba sonriendo.

Al cabo de unos segundos, Lisa separó su rostro de Jennie, pero manteniendo el abrazo.

Estaban tan cerca. Y sus miradas decían mil cosas que sus labios callaban. Lisa alzó una de sus manos y la posó en el rostro de Jennie suavemente, cepillando muy delicadamente su mejilla con su pulgar.

Sintió como si estuviera acariciando la más bella y fina porcelana de una obra de arte. Todo en Jennie era tan diferente. No por sus peculiaridades al hablar. Sino por lo que transmitía cuando alguien estaba cerca de ella. Algo pura, pulcra, inocente.

Jennie escrutaba con sus grandes ojos color marrones cada detalle en el rostro del chico ojos color almendrados amielados. Mientras que todas las sensaciones de su cuerpo estaban reunidas en su mejilla, bajo el cálido tacto de Lisa.

Lisa comenzó a acercar su rostro al estático cuerpo de Jennie. Lo hizo tortuosamente lento. Sin romper el contacto visual en ningún momento más que en una ocasión para darle una fugaz mirada a los rosados labios de Jennie.

La menor la vio acercarse y lejos estaba de su mente la idea de apartarse. Se acercó tanto, al punto que un par de centímetros era lo único que marcaba la distancia entre sus labios. Sus narices se rozaban y sentían el cálido aliento del otro sobre su boca.

Pero Lisa se detuvo. Mordiendo su labio inferior con fuerza. Desvió su rostro a un lado, hacia la mejilla de Jennie donde no tenía colocada su mano, cerró los ojos con fuerza y depositó un largo beso cerca de la comisura de los labios de la menor.

Jennie también cerró los ojos, dejándose llevar por todas las emociones que el beso de Lisa le transmitía. Era algo cálido, más bien como si su corazón ardiera en su pecho. Quemaba. Pero se sentía bien. Los labios de Lisa posados sobre su piel. Permanecieron así unos segundos hasta que lentamente Lisa rompió el beso, volviendo a mirarla a los ojos, siempre manteniendo el abrazo que habían comenzado rato atrás. La mayor fue apartándose poco a poco de su cuerpo, dejando que sus manos se arrastraran levemente por los brazos de Jennie en un apenas perceptible roce.

-Cantas hermoso -susurró finalmente Lisa alejando un rizo del rostro de Jennie.

-Lo mismo digo -habló en voz baja apenada por el cumplido y mordió su labio.

Todo había sido tan irreal. Tan perfecto. Como un sueño.

-Deberíamos regresar -dijo con un dejo de decepción en su voz.

-Sí -dijo desviando la mirada.

Lisa tomó la guitarra que se encontraba sobre el piso y la dejó en una de las sillas.

Se dirigieron a la salida del depósito y luego a la sección comercial como era habitual.

-Ten tu vuelto -dijo entregándole un billete y un par de monedas, luego de que Jennie le diera el dinero con el que pagó el CD del día de la fecha. Lisa acarició a penas la mano de Jennie con la yema de sus dedos al darle el dinero- Nos vemos pronto.

-Sí -sonrió un poco apenada tomando la bolsa con el paquete dentro y dando media vuelta.

-¡Jennie, espera! -se apresuró a decir, haciendo que el aludido se volteara inmediatamente hacia ella. No podía explicarse el maldito sabor amargo que lo invadía en estos momentos, o tal vez si podía, pero no quería.

La menor volvió unos pasos hacia atrás hasta quedar frente a Lisa nuevamente.

-¿Sí?

-¿Vendrás el próximo sábado?

Jennie se sorprendió por la pregunta. Había estado yendo a la tienda todos y cada uno de los sábados durante las últimos tres meses.

-Lo haré.

Lisa negó ligeramente con su cabeza. Lucía preocupada y Jennie no podía entender el porqué.

-Promételo -la menor frunció el ceño- Sólo... necesito que prometas que vendrás.

Jennie trataba de deducir que es lo que estaba afligiendo tanto a Lisa así tan de repente, pero al no poder siquiera imaginarlo, se limitó a tratar de calmarla, que regresara a la normalidad. Al Lisa feliz sin preocupaciones.

-Prometo regresar el próximo sábado, Lisa -dijo en su tono más dulce y sincero.

La mayor suspiró y pareció aliviarse. Pero en sus hermosos ojos amielados aún permanecía lo que parecía ser temor.

-Gracias –dijo tratando de dar su mejor sonrisa.

Jennie por su parte le dedicó su más hermosa sonrisa angelical al punto en que sus hoyuelos se marcaron notablemente.

Lisa la vio alejarse. Justo antes de salir por esa puerta, ella se volteó dedicándole una última pequeña sonrisa dibujada en su cara aniñada. Se sentía bien, pero no podía alejar esa maldita presión en el pecho.

La Chica de los CD Jenlisa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora