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Lisa estaba tan nerviosa ese día. Podía jurar que incluso estaba más nerviosa que la semana anterior. Tenía tantas posibilidades cruzando su mente sobre cómo podría llegar a reaccionar Jennie que apenas podía concentrarse en el trabajo. Al menos agradecía que ese día, aunque era un día de bastante frío, estaba soleado. El reloj del lugar marcó el mediodía y pudo observar cómo Jennie cruzaba la puerta de entrada. Sus miradas se cruzaron por un segundo, pero automáticamente la menor agachó su cabeza, impidiéndole ver su rostro. Eso no podía ser bueno ¿O sí? La castaña caminó hasta estar frente a ella, sin dirigirle la mirada, sin decirle absolutamente nada. Lisa, con temor, rompió el tenso silencio.

-Hola.

-Sí.

Dijo casi automáticamente, alzando su vista hacia Lisa, con una tímida sonrisa en su rostro. Lisa se quedó observándola fijamente, sin reaccionar ante lo que acababa de escuchar.

-¿Sí? -preguntó atónita- ¿Esa es tu respuesta?

-Sí -repitió sin borrar su pequeña pero hermosa sonrisa.

La mayor quedó boquiabierta durante unos segundos, sin caer en la cuenta de lo que realmente acababa de suceder. Poco a poco, pareció reaccionar, ya que una enorme sonrisa comenzó a hacerse presente. Rió como idiota, de manera nerviosa. Tomó impulsivamente una de las muñecas de la menor y lo llevó consigo hasta el pequeño cuarto. Ni bien se adentraron a la pequeña habitación, Lisa abrazó con todas sus fuerzas a Jennie, quien correspondió lentamente el abrazo. Lisa se balanceaba sobre sus piernas, meciendo suavemente sus cuerpos entrelazados.

-No puedo creerlo-dijo aún con esa estúpida risa nerviosa- ¡Dios! Creo que se me saldrá el corazón del pecho. Mira.

Tomó la mano de Jennie y la colocó en su pecho, sobre su corazón, presionándola con su propia mano. La menor podía sentir los latidos desenfrenados de Lisa.

-Mira lo que provocas.

Jennie la oyó murmurar y tomó su mano muy lentamente, guiándola hasta su pecho, para que también ella pudiera oír sus fuertes y rápidos latidos.

-¿Sabes? Hay algo que he querido hacer desde hace algún tiempo, y que estuve a punto de hacer hace dos semanas atrás -Lisa podía sentir las pulsaciones cada vez más aceleradas bajo su mano en el pecho de Jennie-Pero no quería hacerlo sin tu aprobación.

La ojimarrón inclinó su rostro hacia adelante, acercándose así al rostro de la menor. Pero se detuvo y se separó un poco, aclarando su garganta, cuando alguien ingresó por la puerta.

Megan había entrado al cuarto con un par de objetos para envolver, cuando se sorprendió al verlas.

-Oh, lo siento mucho. No quise interrumpir. Sólo envolveré esto rápidamente y me iré -se disculpó, encimando sus palabras al hablar deprisa.

-No, claro que no. No interrumpiste nada. A Jennie y a mí nos encanta conversar de pie mientras nos abrazamos -dijo sarcástica. La rubia hizo lo que debía lo más veloz que pudo y se retiró del lugar.

-Bien ¿Dónde estaba? -dijo acercándose una vez más.

Esta vez un estruendoso ruido de la puerta abriéndose de forma brusca la hizo detenerse. Su morena amiga había ingresado de muy mala gana al lugar. Les lanzó una breve mirada asesina de soslayo. Jennie al verla se aferró un poco más a Lisa. Hizo todo apresuradamente y finalizó con un gran portazo al retirarse.

Lisa aguardó unos segundos, y cuando iba a intentar acercarse a Jennie por tercera vez, Megan volvió a ingresar con distintos artículos para ser envueltos, gesticulando un "lo siento" en sus labios y una expresión apenada. Lisa rodó los ojos y suspiró exasperada.

La Chica de los CD Jenlisa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora