Casi

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Llegamos a la fiesta poco después. Nos abrió la puerta una chica más mayor que nosotros. Calculé que tenía alrededor de 20 años. Nos saludó y llamó a Mónica.
-Mónica, han llegado tus amigos.- dijo mientras se apartaba de la puerta.
Pude ver a Mónica levantarse de una silla. Se acercó a nosotros con una gran sonrisa.
-Hola-dijo- me alegro de que al final vinieras. Estás muy guapa, te queda muy bien ese vestido.- me observó durante un segundo demasiado largo a los ojos. Se me aceleró el pulso por segundos, hasta que movió la mirada.
Solté una risa nerviosa. Mateo me miró descarado, y me dio un golpe leve en las costillas con el codo.
-Voy a buscar algo de beber.-dijo mientras se alejaba- Os dejo solas.- y me guiñó un ojo con picardía.
Me sonrojé. Cuando acabara la fiesta lo iba a matar.
Mónica se rió y me dió la mano. Me enrojecí aún más.
-Ven, vamos a sentarnos.- tiro de mi y me llevó hasta una mesita cercana, sin soltarme la mano.
Mateo se quedó mirando desde lejos, podía ver sus ojos clavados en nosotras. Le lancé una mirada asesina desde lo lejos, y se rió. Formó un corazón con las manos. Realmente quería matarlo.
-Gracias por venir, en serio.- soltó mi mano y me miró a la cara. Tenía una sonrisa dulce en su rostro, sincera.- Me hubiese quedado sola... La fiesta es de la novia de un amigo de mi mejor amigo, y me ha hecho venir, pero no conozco a nadie. Y encima me ha dejado sola por intentar ligar con un chaval.
Al ver que no respondía, señaló a un chico de la multitud.
-¿Ves al chico alto, el del pelo rubio? Ese es Jon, mi mejor amigo. El chico moreno de al lado es Anderson, llevan semanas con el coqueteo. Es muy majo, a ver si surge algo, Jon merece algo bonito.
-¿Te llevas muy bien con el no?-pregunté- Se os ve muy unidos.
Sonrió.
-Sí, es una de las personas que más quiero en el mundo. Es un pesado, y a veces muy sobre protector, pero le quiero mucho. Es como un hermano mayor para mí.
Sonreí, y me sonrió. Hubo un pequeño silencio, y unas miradas curiosas. Después de unos segundos, volvió a hablar.
-¿Te gustaría algo de beber? Voy a buscarlo.
-Una Fanta, por favor.- la miré como se levantaba.
-Ahora vengo.
La esperé durante unos minutos que se me hicieron eternos. Cuando hablaba con ella no me molestó, pero cuando se fue me empecé a sentirme incómoda. La música estaba muy fuerte, y había mucha gente. Sentía las miradas clavadas en mí. Me encogí de hombros. Sentía que la gente estaba riéndose de mí, seguramente no fuera así, pero desde que... La gente se burlaba de mi constantemente y había cogido la costumbre de pensar que todo el mundo hablaba mal sobre mí.
No me di cuenta cuando llegó Mónica. Me tocó el hombro suavemente. Subí la mirada desconcertada para encontrarme con sus preciosos ojos.
-¿Estás bien? Perdoname, sé que no te gustan los sitios con mucha gente. ¿Quieres que nos vayamos?
La miré perpleja. Parecía preocupada.
-Sí... Si no te molesta, preferiría irme.- no quería que se sintiera obligada a irse si no quería.- Solo si quieres.- dije en voz baja.
Volvió su sonrisa a su rostro. Se rió.
-Vámonos anda.- me agarró de la mano y me llevó al patio trasero.
Me miró a los ojos. Sentía la cara hirviendo. Mis pulsaciones iban a mil por hora, sentía que me iba a explotar el corazón. No me soltó la mano. Recorrió con los ojos mi cuerpo en un instante, y apartó la mirada. No le pude ver la cara, pero vi sus orejas enrojecerse un poco. Me soltó la mano y se sentó en el césped.
Vi que sacaba algo de su bolso. Abrió la caja de los airpods y me dió uno. Lo acepté sin decir una palabra. Me senté a su lado sigilosamente. La miré de nuevo, ¡dios!, ¡¿por qué se veía tan bien?!
-¿Te he dicho ya que te queda muy bien ese vestido?- miró en dirección a mis pechos y se puso roja. Apartó la mirada de inmediato. Una zona peligrosa. Sentía la sangre palpitar con fuerza detrás de mis orejas, y un calor intenso recorrió todo mi cuerpo.
La miré con interés. Llevaba un conjunto muy bonito. Un top blanco y una falda de flores azules. Pegaba con sus ojos. Llevaba unos pendientes de perlas y un colgante de oro.
-Nada comparado contigo.- me reí nerviosa.- Estás preciosa. Siempre lo estás.
La miré a los ojos y aparte la mirada de nuevo. Me dolía el pecho de lo rápido que latía mi corazón.
Me miró perpleja.
-¿Lo dices en serio?- clavó sus ojos en los míos y sentí un escalofrío.
-Claro que sí. Creo que eres preciosa, y no te hace falta maquillaje, ni ropa ajustada, ni nada para serlo. Simplemente tú, tú eres preciosa.
Su piel blanca se enrojeció al instante. Apartó la mirada de mis ojos, y miró mi mano. Aún roja, empezó a juguetear con uno de mis anillos. Al sentir sus manos delicadas sobre las mías, me estremecí. No levantó la mirada.
-Emm...-empezó. Parecía nerviosa.- ¿Puedo hacerte una pregunta un poco repentina?
-Claro.
-Mmm... ¿Cuando...?-hizo una pausa y tragó saliva. Pude ver si pecho subir y bajar con fuerza.-¿Cuando te diste cuenta de que eras bi?
Me sobresaltó su pregunta. Me miró a los ojos. Su mirada parecía confundida. Su sonrisa, la que tanto me gustaba, había desaparecido por completo. Sabía por qué preguntaba eso, yo también lo hice en su momento.
-Mmm, supongo que desde que era pequeña, he tenido ciertas amistades femeninas con las que tenía mucho apego. No me di cuenta hasta segundo de eso, pero supongo que siempre hubo señales.
Ninguna de las dos apartó la mirada.
-Yo...-le temblaba la voz- Creo que... que...-tragó con dificultad. Bajó la mirada al suelo.
Le toqué la mano en una caricia. En un intento de tranquilizarla. Me miró nuevamente a los ojos, perpleja. Sus mejillas habían cambiado de color a un rosa intenso.
-Tranquila, no tienes que dar explicaciones. No es necesario.
Me miró con más confianza, aliviada. Miró mis labios y volvió a clavar la mirada en mis ojos. Sentía que me moría por dentro. Sin apartar la mirada, se acercó más a mí. Tocó mi pelo. Mi pecho latía bruscamente y sentía un calor inmenso en las orejas y en mis mejillas. Estábamos escuchando una playlist con canciones de Olivia Rodrigo, de The weekend, de Artic Monkies, etc. Empezó a sonar "I wanna be yours". Ambas nos mirábamos. De nuevo, miró hacia mis labios y se me acercó aún más. Estábamos a apenas un centímetro de distancia. Bajo su mano de mi pelo a mi cuello, y me entumecí. Iba a pasar. Iba a pasar de verdad. Creí estar soñando, pero no lo estaba. Parecía que al final, no era tan hetero como la gente decía.
Su nariz tocó la mía. Sentía su respiración agitada sobre mi piel. Sus labios con una capa de gloss se veían muy besables.
De repente, oímos un ruido cerca. Se alejó rápidamente de mí. Pasaron unas personas a nuestro lado. Su respiración estaba agitada y su mirada perdida. Trago saliva. Se levantó del suelo, no me miró a la cara.
-Disculpa...-y sé marchó al baño.
¿Qué acababa de pasar?

Mi perfecto caos de mierdaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora