UN PADRE AL QUE NO ABRAZARÉ.

Te hablaré como si pudieras escucharme,
Aunque en vida no lo hicieras, ni si quiera dejar que me expresase.

No se por donde empezar sin empezar a llorar,
Porque me duele pensar en lo ausente que fuiste tantos años,
Y aunque nunca estuve solo, no tenía un padre al que llamar,
Si en algún momento lo hubiese llegado a necesitar,
Por compartir tu tiempo entre alcohol y cigarrillos,
Dejaste a dos hermanos sin tener a quien coger de las manos.

Y dudé tantos años de si alguna vez nos quisiste,
Nunca fuiste sincero, nunca te abriste,
Y sin apenas decir nada, por completo me heriste,
Porque asumí ser huérfano antes de que llegaras a morirte.

Dejé una ristra de hombres sin corazón,
Buscando sin saberlo, el afecto que no tuve por tu parte,
Castigue sin merecerlo a este pobre infante,
Que anhelaba un solo día sin tener que buscarte.

Hasta que al final agotado, dejé de esperar,
Ahí fue cuando empezó mi duelo para poder perdonarte,
Aunque nada de lo que hicieras pudiera mejorar,
El dolor que supuso afrontar la dura verdad,
De saber que no hubo gesto de tu parte por mejorar, ni si quiera por madurar.

Finalmente en terapia pude empezar el duelo,
Tras una larga espera, de tantos años de ausencia,
De una brizna de esperanza convertida en una dura tragedia,
Donde comencé el camino del perdón,
No el que pudieras merecer, sino el que me debía a mi misme por lo que tuve que vivir,
Atesorando los recuerdos que no están impregnados por el miedo.

Fuiste un padre al que no abrazaré,
Pero a pesar de todo nunca te olvidaré.