GHOST RIDERS • Teen Wolf • Temporada 6A

10. Riders on the Storm

T. 6A.
Capítulo 10: Riders on the Storm.

—¡Stiles, no pares! ¡Sigue adelante! ¡Puedo verte! ¡Stiles, no pares! ¿Stiles?

Malia, Scott y yo compartimos una mirada extrañada.

—¿Lydia?— la llamó Scott.

—¿Dónde está?— inquirió con la voz rota para después voltear a vernos— Estaba funcionando. ¿Lo vieron o no lo vieron?

—No vimos a nadie— le respondió Malia.

—No. Él estaba aquí, lo sé. Stiles estaba aquí.

—Ven, Lydia— me acerqué a ella y la tomé entre mis brazos—. Hay que regresar.

Lydia tenía la mirada perdida, así que no puso mucha resistencia cuando la guíe de vuelta al búnker. Entraron Malia, Lydia y Scott primero, y cuando yo estaba cerrando la pesada puerta, sentí una mano tocar la mía, deteniéndome. Volteé y la felicidad y alivio que sentí fueron inmensos.

—¡Liam!

Y salté a sus brazos para abrazarlo y después besarlo.

—No te llevaron— le dijo Scott cuando nos separamos.

—Gracias a Theo.

—¿Qué?— pregunté incrédula, pues jamás pensé escuchar esas tres palabras de la boca de Liam.

—Él se sacrificó por mí. Pero todos los demás se fueron. ¡Todos ellos! ¡Todos se fueron! ¡Y tienen que ver una cosa! ¡Tienen que venir conmigo!

—¿Qué? ¿Qué pasa?— inquirió Scott.

—No puedo explicarlo, tengo que mostrarles.

Volteé a ver a las chicas.

—Ustedes quédense aquí, por si acaso.

—¿Por si Stiles regresa?— cuestionó Malia.

—Si hay esperanza, deben seguir intentando— afirmó Scott.

[...]

Entramos al hospital y no pude evitar abrir un poco la boca por la sorpresa.

Ya no era un hospital, ahora era una estación de tren. En cada pasillo habían vías de ferrocarril y sobre lo que alguna vez fue la recepción del hospital, había un tablero con los destinos del tren. Destinos que supongo son pueblos fantasma.

—¿Está pasando en todos lados?— inquirí.

—Aquí. La escuela. El campo de lacrosse.

—¿Y qué significa?— preguntó Scott.

—Significa que funciona.

Volteamos al escuchar su voz, solo para encontrarnos con Douglas, quien rugió mostrándonos sus sobrenaturales verdes ojos. En respuesta, nos transformamos y le gruñimos de vuelta.

—No puede pelear con los tres— aseguró Liam.

—No creo— apoyó Scott.

Y como si el destino quisiera contestarnos, Jordan llegó transformado, con sus nuevos ojos verdes, y nos rugió fuertemente.

—Tal vez él sí pueda— comenté.

Jordan se acercaba a nosotros amenazantemente.

—¡Parrish!— exclamó Scott.

—¡Jordan, escúchame! No quieres hacer esto. ¡Basta!

—El tren ya viene, chicos. No pueden parar a la cacería salvaje. Serás un buen jinete fantasma, Scott, y tendré a un verdadero alfa a mi lado.