Prólogo: Viejo traicionero

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En un día lluvioso un niño de cabello rubio ceniza vestido con un bividi blanco, algo sucio, y una pantaloneta desgastada de un color azul oscuro, el cual veía como enterraban un ataúd, el ataúd de su padre.

— Él estúpido de tu padre no pagó su deuda, Denji... Lo que significa que tú la tendrás que pagar... Y no me importa si tienes que mendigar o prostituirte — dijo un viejo de gabardina amarilla opaca, el cual sostenía un paraguas para no mojarse.

"Así que tendré que conseguir dinero... Prostitución... No va conmigo... Mendigar... Vaya estupidez" pensaba el niño mientras veía la lápida de su padre, además de que el viejo Yakuza se estaba yendo.

El niño siguió a los Yakuzas, hasta llegar a un gran bosque, en dónde se dirigió a un árbol para no mojarse más de lo que estaba, al llegar se sentó y apego sus piernas con su pecho para poder esconder su cabeza.

"Maldición... ¿Que voy a hacer?" Se preguntaba mentalmente mientras intentaba no derramar ninguna lágrima por la desesperación, más no por la tristeza.

De repente escucho como una motosierra se encendía pero no sonaba tan potente como debería sonar, y fue ahí cuando vió a un perrito naranja con una motosierra en su cabeza, además de una agarradera en la parte tracera e igualmente en la cabeza, su cola era el cordón para encender de la motosierra.

Pero lo que destacaba era una herida en su costado, de la cual soltaba mucha sangre, además de que la criatura pareciera gruñirle o estar alerta.

— Un demonio... Está herido... — dijo el rubio mientras veía a la adorable pequeña bola naranja.

El chico sin pensarlo ni dos veces se mordió con dureza el brazo para sacarse sangre a si mismo.

— Ten, escuché que los demonios se alimentan de sangre... Toma — dijo el niño acercando su brazo al perro motosierra, el cual acepto titubeante.

— Agh... Ni creas que es de gratis, esto es un contrato, yo te ayude, así que tú me tienes que ayudar a pagar esa estúpida deuda — el rubio veía con severidad al pequeño demonio que lo veía de la misma forma.

La lluvia termino, el niño se levantó y se disponía a irse con el pequeño demonio, hasta que vio a un raro gusano que se acercaba a él.

— ¿Eh? ¿Otro demonio? — se pregunto el niño mientras veía a aquel demonio que levanto un poco su cabeza.

— N-niño... Con-contrato — el demonio hablo dejando extrañados al niño y al motosierra.

— ¿Contrato? ¿Qué tipo de contrato? — pregunto el niño mientras veía al gusano de color morado.

— Pro-Protegeme... Y yo, ser mochila — dijo el gusano en un tono algo débil y trabado.

— ¿Si te protejo serás mi mochila?... Mmm... Está bien — dijo el rubio mientras se arrodillaba y el gusano saltaba y se enrollaba en su torso para asomar en su hombro.

— ¡Woah! Eso fue repentino — dijo un tanto exaltado por el repentino movimiento del demonio.

Ahora los tres retomaron rumbo a una caseta descuidada — Por cierto, ¿Demonio de que eres? — pregunto al gusano.

— Demonio Bol-Bolsillo — dijo mientras apoyaba su cabeza en el hombro de Denji.

— Huh... Eso explica lo del contrato — dijo en niño para dirigirse a una choza pequeña hecha de ladrillo y techo de lámina.

Time skip.

Los años habían pasado rápido, el niño había crecido ahora siendo un adulto, por así decirlo, ya que tenía 17 años, un cuerpo fornido y envidiable.

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