Somos del barro

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Tengo la boca llena de amargo sabor, ese sabor que se escurre en mi paladar con autoridad y finura.


Tengo el alma amarga, mi alma sabe a barro; es un momento de soledad en el paso de la tormenta junto con los valientes y el humano en el despilfarro.


Tengo mis venas azul profundo, tan profundo como los ojos de la niña que observa a su madre drogarse, o quizá un azul de esperanzas perdidas por los viejos olvidados.


Tengo mis manos empuñando un libro, fuerte libro de agradable olor, sin más de un cuarto de años encima. Fuente de inspiración de la mujer o el hombre de letras pero esfuerzo de escritura enterrado por el nuevo joven.


MI alma no es dulce, huele a barro. El hombre ya no es dulce, huele a sangre. Ya no somos humanos y hermanos, somos evolucionados y extraños.


Todos somos del barro.

Historias de popurrí y retazos de pensamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora