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Las clases habían acabado por el resto del día, así que minho guardó todas sus cosas en la mochila, tarareando una canción que estaba de moda entre todos.

El salón quedó vacío y salió al pasillo, donde ya todos los estudiantes estaban caminando hacia la salida. Minho no tardó en unirse, bajando la cabeza y queriendo pasar desapercibido. Pero mientras salía, se quedó viendo a uno de los chicos de cursos superiores molestando a una compañera suya, una omega llamada Yerim.

—Vamos, ¡salgamos juntos! —dijo el desconocido, molesto—. ¡Te estoy cortejando, Yerim!

—¡No me gustas! —reclamó Yerim, queriendo que le soltara el brazo, pero el chico alfa le ignoraba—. ¡Tú eres muy grande!

—¡Déjala en paz! —protestó minho, llamando la atención de la pareja—. ¡Ella no quiere salir contigo!

—¿Y qué te importa a ti? —espetó el chico, soltándola, y Yerim corrió a ocultarse detrás de minho—. ¿Qué importa si ella no quiere? ¡Yo soy el alfa aquí!

—¡Qué asqueroso eres! —replicó minho—. ¡Yerim sólo tiene diez años y ya te dijo que no!

Antes de que el otro chico pudiera reclamar, minho agarró la mano de Yerim y tiró de ella, tan enojado porque la estuvieran tratando así. A los omegas se les trataba con cariño, amor y comprensión, ¡así se lo enseñó su papá, porque así trataba a su mamá!

—Gracias, minhonnie—dijo de pronto Yerim, sonriéndole tímidamente—. ¡Ese chico es un pesado!

—No fue nada, Yerim —le dijo minho, soltando su manito—. ¡Nos vemos mañana!

—¡Cuídate mucho!

Se quedó quieto, viéndola desaparecer en el camino a casa, y luego minho comenzó a correr hacia la pequeña tienda de flores que su mamá tenía, emocionado por ir a verla. Ese día, papá tenía que trabajar un poquito más tarde, así que él debía ir con su mamá, ambos esperarlo cuando los pasara a buscar.

A minho realmente le gustaba pasar mucho tiempo con su mamá, porque no tenía la oportunidad para ello. Ella trabajaba todo el día, él debía ir a clases, y durante los fines de semana la omega siempre le decía que estaba ocupada o con dolor de cabeza. Cada pequeño momento con su mamá, entonces, minho lo atesoraba con mucho amor.

No tardó en llegar a la pequeña florería que su mamá tenía. Según lo que sabía, su mamá no era de quedarse en casa haciendo cosas típicas del hogar, y su papá le compró ese local para que pudiera trabajar en ello. Era muy raro que un omega trabajara, pero su padre siempre decía que, si la persona que amaba quería hacerlo, entonces él no iba a ponerle trabas a eso. Minho lo  apoyaba mucho, ¡le gustaba ver a su mamá feliz!

El lugar estaba vacío, así que entró con un salto.

—¡Mamá!

Haechan se sobresaltó, pasando a derramar la regadera con agua.

—¡Minho! —gritó el, molesto, y el pequeño supo enseguida que lo arruinó—. ¡¿Cuántas veces te he dicho que no hagas tanto escándalo?!

Minho bajó la vista, apenado, sintiéndose tan culpable porque no podía hacer nada bien. Mamá siempre se molestaba mucho con él, porque hacía las cosas mal, y minho  trataba de esforzarse cada día más para ser mejor. Si era mejor, ¡entonces tendría un o una omega tan genial como mamá!

—Lo siento, mami —se disculpó, yendo donde ella porque quería un abrazo—. No fue mi intención.

Pero su mamá apenas le dirigió una mirada, recibiendo el abrazo de manera tiesa antes de hacerlo a un lado.

Four Seasons [MINBIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora