~KAREN~
—¿A dónde vamos? —pregunto mientras caminamos hacia la moto.
—Ya verás. —Yoongi sonríe.
Entrecierro los ojos y agarro la bolsa que lleva.
—¿Qué hay dentro?
Mueve la bolsa fuera de mi alcance.
—No espíes.
—¿Nos vamos de picnic? ¿Metiste ketchup?
—No vamos a un puto picnic. —Ata la bolsa a la parte trasera de su moto y me pasa el casco—. ¿Por qué te llevaría de picnic?
—¿Porque a las chicas les gusta eso?
—Mierda. Ninguna chica quiere sentarse en la hierba y comer en un plato de plástico mientras intenta espantar a hormigas y moscas.
—Bueno, si lo pones así. Le quitas lo romántico.—Me encojo de hombros y me subo a la moto detrás de él.
Yoongi pone en marcha el motor y rápidamente rodeo su cintura con mis brazos, agarrándolo con fuerza. Ese primer tirón cuando despega es el peor.
Incluso después de las numerosas veces que me ha llevado a dar un paseo, todavía necesito un par de minutos para adaptarme a la idea de estar es cima de una moto. No puedo evitarlo. La idea de que los vehículos de 2 ruedas no deberían existir no me abandona. Pero entonces, recuerdo que es Yoongi quien conduce, así que me relajo y me permito disfrutar la subida de adrenalina.
Le he visto ir solo en la moto. Es una maldita locura. Sigo pensando que se estrellará contra algo. Cuando lo vi hacer esa estupidez sobre una sola rueda la semana pasada, casi me da un infarto. Aunque nunca lo intenta cuando estoy con él, gracias a Dios.
Conducimos por la autopista durante unos 40 minutos antes de desviarse por una carretera secundaria, y luego por un estrecho camino de tierra entre los campos. Estoy convencida que estamos perdidos cuando frena y aparca. No hay nada más que hierba en kilómetros a la redonda.
—¿Estamos perdidos? —pregunto cuando me quito el casco.
—No. —Sonríe, me agarra por la cintura y me levanta de la moto—. Vamos.
Desata la bolsa de la parte trasera, toma mi mano con la que le queda libre y me lleva a través del campo que tenemos a la derecha. A unos 100 metros, llegamos a una mesa de madera tosca, situada en medio de la nada.
Un poco más lejos, observo varios soportes metálicos con palas a cada lado, colocados a distintas distancias de la mesa. Son dianas para practicar.
—No sabía lo que te gustaba —dice Yoongi y coloca la bolsa sobre la mesa.
Observo con ojos muy abiertos cómo empieza a sacar diferentes armas y a alinearlas en la superficie de madera. Hay 2 Glocks, 1 Sig Sauer, modelo más pequeño, 1 Beretta, y 2 pistolas más; no reconozco el fabricante, pero parecen de uso militar.
—Elige lo que quieras. —Señala con la cabeza el surtido de armas.
Levanto una ceja.
—¿Me has traído a una práctica de tiro?
—Es mejor que un picnic. —Sonríe—. Y quiero verte disparar.
Entorno los ojos hacia él.
—¿No me creíste cuando dije que sabía usar un arma?
—Por supuesto, te creí. —Se inclina y presiona sus labios contra los míos— . Pero quiero ver si realmente puedes darle a algo.
Sonrío en sus labios.
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Verdades ocultas. (3)
RomanceMin Yoongi Hogar. La mafia es mi hogar. Mi santuario del pasado. El solo lugar al que pertenece una máquina de matar como yo. A veces, mis demonios regresan precipitadamente, y me siento fuera de control, lleno de rabia, a punto de perderme por comp...