~YOONGI~
—¿Karen?
—¿Sí? —murmura en mi pecho.
—Tienes que volver a la cama, cariño.
—No. Vuelve a dormir.
Cierro los ojos. Lleva semanas insistiendo en que compartamos cama, intentando colarse en mitad de la noche para acostarse a mi lado. Me mata decirle que no una y otra vez, pero no puedo arriesgarme. Ella no entiende lo jodidamente asustado que estoy de que pueda herirla de alguna manera. Así que, como cada noche, deslizo mi mano por su cuerpo y le quito las bragas.
—Esta vez no funcionará, Yoongi —susurra y me besa el hombro.
—¿Qué?
—Tu estrategia de follarme sin sentido, dejándome casi inconsciente para poder meterme en la cama una vez que me duerma.
—Soy un cabrón inteligente. —Rodeo su cintura con mi brazo y nos giramos de forma que me cierno sobre ella, luego me inclino y la beso.
—Sí, lo eres —dice y jadea cuando mis dedos empieza a jugar en su clítoris.
Le doy besos en el lateral del cuello, mordiéndole cuando llego al punto sensible bajo su oreja que encontré unos días antes. Luego, desciendo hasta llegar a su pecho derecho. Karen gime mientras lamo lentamente su pezón, manteniendo el mismo ritmo con mis dedos en su clítoris, antes de cambiar a lamberle su otra teta. Su espalda se arquea cuando recorro con la lengua su estómago hasta llegar a su coño. Lentos lametones por su hendidura antes de llegar a su clítoris y chuparlo en mi boca. Los sonidos que hace, como un gatito, me vuelven loco.
Entierra las manos en mi cabello, tirando un poco mientras le lamo la vagina un par de veces más antes de dejar que mi lengua vuelva a subir hasta sus labios.
—Mi zorrita —susurro en su boca y tomo su cara entre mis manos, mirando sus ojos oscuros. Tan intrépida. Y obstinada. Me mira sin ningún rastro de desagrado o reticencia. Me pregunto si sabe lo locamente enamorado que estoy de ella. Me dirijo a un lado de su cuello y mordisqueo su delicada piel—. Eres lo único que mantiene mis demonios a raya, agi,. —Beso su hombro—. Si un día decides que estás harta de mis problemas, vete y no mires atrás. Y asegúrate de esconderte muy bien.
—¿Por qué? —pregunta y rodea mi cintura con sus piernas.
—Porque, te seguiré y te arrastraré de vuelta a casa. Y no hay ningún lugar donde puedas esconderte si decido perseguirte, Karen.
Me mira a los ojos mientras una sonrisa traviesa se forma en sus labios.
—Entonces, es bueno que me quede.
Tiro de los dedos en su cabello, tirando de las suaves hebras. Nuestras miradas se cruzan e introduzco mi polla en su interior. Sin soltarla, la saco lentamente antes de volver a introducirla. Mi mano izquierda rodea el cuello de Karen, sintiendo los latidos de su corazón bajo mi mano. Nunca me había dado cuenta de lo muerto que me sentía por dentro hasta que esta zorrita se cruzó en mi camino y me sacó del abismo.
Ella jadea cuando la embisto, una y otra vez, mientras se aferra a mis hombros. Seguramente mañana tendré arañazos por toda la espalda. Imagínamelo casi me lleva al límite. Mis bolas se tensan, así que aprieto los dientes. Conteniéndome, cambio el ritmo hasta que entro y salgo tan lentamente que siento que mi polla va a explotar. Karen suelta un pequeño gemido, sus músculos se agitan alrededor de mi polla, y finalmente me corro.
~KAREN~
Unas palabras en voz baja me despiertan del sueño y, por un momento, creo que Yoongi está hablando por teléfono con alguien. Pero cuando abro los ojos, lo encuentro tumbado de espaldas a mí, con los ojos cerrados. Debió quedarse dormido después de haber tenido sexo antes, y se ha olvidado de subirme a la cama. La mano de Yoongi en mi estómago se estremece y una maldición coreana sale de sus labios. Ha vuelto a tener una pesadilla.
Sé que probablemente debería alejarme, como me dijo que hiciera cuando esto ocurriera, pero si obedezco ciegamente, nunca superaremos esto. Así que, en lugar de eso, me tumbo sobre su pecho y rodeo su cuello con mis brazos, colocando mi mejilla junto a la suya. Su cuerpo se detiene por un segundo y luego comienza a moverse de izquierda a derecha, tratando de sacudirme.
Muevo mi cabeza hacia su hombro y lo aprieto más fuerte.
—Está bien, grandulón —susurro en su oído, y luego le doy un beso en la mejilla—. No pasa nada. Estoy bien.
Su respiración es rápida, agitada, pero deja de agitarse y gira la cabeza hacia un lado, nuestras narices se tocan. Le empujo la punta de la suya con la mía y le doy un beso en sus apretados labios.
Sus ojos siguen cerrados, su boca inmóvil, pero sigo besándole.
—Quiero que mañana me lleves de nuevo a dar un paseo en tu moto. —Otro beso—. Quizá podrías dejarme conducir un rato, ¿eh? Apuesto a que es como montar en bicicleta. No puede ser tan difícil.
Su respiración se ralentiza, pero su mano en la parte baja de mi espalda sigue temblando.
—Solo intenté montar en bicicleta una vez, sin embargo, al final acabé en un arbusto de hortensias a un lado de la carretera —continúo balbuceando—. Nana Lupe se enfadó mucho cuando llegué a casa cubierta de ampollas y con cortes por todas las piernas.
Lentamente, los ojos de Yoongi se abren y me parpadea.
—Haría cualquier cosa por ti, cariño. —Murmura—. Pero, no vas a tocar mi moto.
—Está bien —me río, y luego apoyo mi mejilla en su pecho—. Volvamos a dormir.
ESTÁS LEYENDO
Verdades ocultas. (3)
RomanceMin Yoongi Hogar. La mafia es mi hogar. Mi santuario del pasado. El solo lugar al que pertenece una máquina de matar como yo. A veces, mis demonios regresan precipitadamente, y me siento fuera de control, lleno de rabia, a punto de perderme por comp...