𝐓𝐨𝐧̃𝐢𝐭𝐚

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La primera vez que Toñita escucho a la niña Teodora cantar, casi tira toda la bandeja de pan que llevaba al mostrador de la panadería.

Era un día normal como cualquier otro, o bueno, tan normal como los días podían ser en aquel poblado. últimamente habían tenido muchos problemas debido a la nueva familia española que vivía en la casona mas grande del pueblo; ya no era novedad escuchar sobre alguna nueva excentricidad de su parte.

Es mas, bastaba con decir que el día de ayer habían mandado a traer un piano de un color rosa chillante desde Europa, solo para arrastrarlo desde el otro lado del pueblo hasta las puertas de madera de la casona, causando problemas con el transito de las carretas, y atrayendo miradas de confusión de parte de todo el vecindario.

A Toñita no le pareció una situación particularmente importante, causándole solo un pequeño momento de incomodidad en su día, puesto que por el incidente no hubo muchos clientes en la panadería, pero de ahí en mas no tuvo mas relevancia que algún franco tirado en el suelo.

Lo que la panadera no sabia, era que esta pequeña incomodidad estaba a punto de convertirse en una molestia diaria de la que no podría zafarse ni aunque tuviera todo el dinero del mundo.

Los primeros dos minutos de esta serenata mañanera fueron relativamente tolerables, el inicio del piano era suave y delicado, entonando una suave melodía con ritmo alegre y entusiasta, no fue hasta que el primer grito de Teodora llego a sus oídos que Toñita supo que su día estaba completamente arruinado.

No era suficiente con tener que levantarse temprano a calentar los hornos y ayudar a hacer la masa, nooooooo, ahora también tenia que lidiar con los gritos de gato a medio morir de una española fastidiosa que no tenia nada mejor que hacer que ponerse a "cantar" a las 7 de la mañana.

Toñita pensó que seria un mal pasajero, repitiéndose a si misma "Solo es una canción, no puede durar mucho" pero vaya si no estaba mas que harta cuando después de repetir la misma canción durante lo que parecieron horas, el volumen la voz no menguaba, es mas, hasta llego a pensar que aquella niña había comenzado a cantar mas fuerte solo para fastidiarla.

Dos horas mas tarde, Toñita estaba considerando seriamente ir a conseguir cera y algodón para taparse los oídos, pero antes de que siquiera pudiera dar el primer paso, se detuvo abruptamente.

"Por fin-" Exclamo con un suspiro. "Pensé que nunca se callaría."

Aliviada por que aquella horrible tortura por fin hubiera terminado, la morena siguió con su día sin ningún inconveniente.

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Cuando a la mañana siguiente volvió a escuchar aquellos gritos de guacamaya chillona, Toñita se preparo mentalmente para escuchar nuevamente aquel recital desastroso que duraba horas y horas.

A veces agradecía los gritos de su vecina por que le servían para hacer platica con sus clientes, con comentarios como "Ay, y ¿no te cansas de escucharla cantar?"

A lo que Toñita respondía "Pues, así son las cosas ¿verdad? ¿Qué le vamos a hacer?" mientras soltaba una risita.

Obviamente, Toñita nunca había visto por completo a la dueña de sus dolores mañaneros, pero siendo la mejor (y única) trabajadora de "La mejor panadería de puebla" (y única) tenia el privilegio de que gente de toda clase social entraba por las puertas de su negocio.

Entre ellas, los sirvientes de la casona de enfrente, por lo que cuando su vecina salía a hacer cosas de niña rica, podía vislumbrar partes del vestido rosa-arruíname-la-vista que llevaba, o partes de su cabello rojizo como las brazas de los hornos y el carbón, que se curvaba en suaves caireles y caían con suma gracia en su espalda.

Mexican Dream ୧ ‧₊˚ ☁️⋅♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora