Alma dinamita |LeviHan|

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Disclaimer: los personajes de SnK no me pertenecen, son propiedad de Hajime Isayama.

Advertencia: lenguaje vulgar, lime. AU.

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Alma dinamita
Dos.
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Nunca había tenido una relación estable.

No porque no quisiese, sino porque su estilo de vida no se lo permitía. Casi siempre estaba de viaje, en busca de inspiración, dando conferencias o exponiendo su arte en distintas galerías del mundo. Su casa se encontraba en Berlín, la ciudad de Alemania donde había sido criada los últimos años de su adolescencia por su padre, un hombre soltero que había sido abandonado por su esposa japonesa pocos años después de parirla.

Había sido educada en las mejores escuelas, siempre destacándose en matemáticas, ciencias y artes. Creció aislada porque su padre, al ser militar, era trasladado constantemente y por ello se había visto incapaz de tener amigos.

Era solitaria, creativa y de un carácter fuertemente explosivo. No podía darse el lujo de tener una relación, no la habían criado para ello, sino para brillar, sola, en las alturas.

Por ello, cada vez que conocía a alguien, usaba el nombre que había heredado de la ex esposa de su padre. No esperaba volver a verlos, ¿por qué tenía que preocuparse por dejar que la conocieran? Sin embargo, con la mirada del enano gruñón puesta en su nuca, entendió que en esa oportunidad, sería diferente.

— ¿No es maravillosa? —cuestionó Erwin, extendiendo sus brazos hacia la pintura que colgaba en la pared. No le hablaba a ella, sino al gnomo.

— Supongo —naturalmente, se sentiría ofendida por el desinterés en su arte. Pero siendo honesta consigo misma, poco o nada le interesaba la opinión de un desconocido con el que se había revolcado por capricho.

— Y... ¿dónde está Petra? —el rubio volteó hacia su amigo, ignorando momentáneamente su presencia—. Pensé que vendrían juntos.

— Probablemente follando con Olou —desconocía aquellos nombres, pero no era difícil sumar dos más dos. Petra debía ser su novia, o ex novia dado que sonaba a que lo había engañado—. No, no digas lo siento.

Se había acostado con ella por despecho.

— Joven Smith, me interesa negociar el precio de aquella magnifica pintura —Pixis se acercó con su esposa colgando de su brazo, señalando con su mano libre una de las recientes pinturas que había ofrecido a Erwin—. Fue un placer conocerla señorita Zoë, espero que podamos ponernos en contacto pronto —recibió gustosa el apretón de manos del viejo matrimonio. Habían sido dulces con ella y le habían ofrecido una gran cantidad de dinero para que les hiciera un retrato.

— Ya vuelvo, sírvanse vino —Erwin apretó ligeramente el hombro del azabache antes de marcharse. Se quedaron en silencio por un rato, mirando incómodamente la pintura de la mujer desnuda con mirada depresiva recostada en un lienzo negro.

— Así que, ¿además de pintora también te acuestas con desconocidos bajo un estúpido seudónimo? —era claro que intentaba ser ofensivo, pero lejos de herirla, solo logró hacerla reír.

— También me gusta robarle las carteras a los abuelos en el bingo de los domingos.

— No es gracioso.

— Para mí sí.

Se miraron a los ojos, y por unos segundos, se sintió nerviosa. Tal vez se debía a que, al encontrarse con aquellos orbes recelosos de tono grisáceo, recordó la forma en que la había observado la noche anterior mientras sus manos presionaban indecorosamente su cuello mientras lo montaba. Apartó la mirada, relamiéndose los labios mientras el calor se adueñaba de su cuerpo.