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Disclaimer: los personajes de SnK no me pertenecen, son propiedad de Hajime Isayama.

Advertencia: lenguaje vulgar, lime. AU.

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Alma dinamita
Siete
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Salió de su última clase del día con una mezcla de ansiedad y determinación que lo había acompañado durante las últimas cinco horas. Había enviado un mensaje a Erwin, explicándole que necesitaba hablar con él. Erwin respondió que estaría en la galería durante la tarde, ocupado organizando algunas nuevas exposiciones que habían llegado de Australia, y que podía pasar después de sus clases. Ese momento había llegado.

A la 1:30 p.m., se encontraba de pie frente a la galería. Observó la fachada con un nudo en el estómago. Temía la reacción de Erwin, pero sabía que tenía que ser honesto con él. Aunque su actitud estoica no lo demostrara, que su interior estaba lleno de nervios.

Tomó una profunda bocanada de aire y entró en la galería. El sonido de una campana sobre la puerta anunció su llegada. Erwin estaba parado al final de la sala principal con una taza de café en la mano, revisando algunas obras de arte enmarcadas que estaban apoyadas contra la pared. Su expresión era tranquila, como siempre, pero sus ojos se iluminaron cuando lo vio entrar.

— Levi —dijo Erwin con una sonrisa—. Me alegra verte. ¿Cómo estás?

Asintió, sintiendo que las palabras se atascaban en su garganta.

— Estoy bien, Erwin. Gracias por recibirme.

Erwin hizo un gesto hacia una de las áreas de descanso de la galería y ambos se dirigieron allí. Sentados en cómodos sofás, comenzó a hablar, eligiendo sus palabras con cuidado mientras explicaba su relación con Hange y cómo se habían conocido en el bar, sin saber inicialmente quiénes eran el uno para el otro. Le contó sobre su encuentro en la galería, omitiendo el sexo involucrado, pero confesando que habían salido juntos. Le dijo lo especial que lo hacía sentir Hange, lo mucho que se había calado bajo su piel en tan poco tiempo.

Erwin escuchó en silencio, su expresión se mantuvo imperturbable mientras procesaba la información. Cuando terminó de hablar, Erwin tomó un sorbo de su café y finalmente habló.

— Agradezco que hayas sido honesto conmigo —comenzó Erwin, su voz tranquila pero firme—. No puedo evitar sentirme un poco sorprendido, y algo dolido, pero sé que no controlamos a quién nos atraemos. Me alegra que hayas decidido hablar conmigo.

Se sintió aliviado por la comprensión de Erwin, pero también nervioso por cómo continuaría la conversación.

— Hange es una persona maravillosa, y tú también lo eres. Si han encontrado algo especial juntos, no voy a interponerme en su camino. No obstante, quiero que sepas que mi interés por Hange no desaparecerá de la noche a la mañana. Pero eso no significa que debas tomar una decisión apresurada.

Las palabras de Erwin dejaron claro que él no iba a competir por Hange, pero también que no iba a renunciar a sus sentimientos.

— Gracias, Erwin. Aprecio tu comprensión, y realmente lo siento.

— Lo entiendo, Levi. Las cosas en el corazón rara vez son sencillas. Solo recuerda que las decisiones importantes deben tomarse con calma y pensamiento. Si alguna vez necesitas hablar o aclarar algo, estoy aquí —asintió, sintiendo un peso levantado de sus hombros. Sabía que la situación no estaba resuelta, pero al menos había comenzado la conversación.

Ambos hombres se quedaron en la galería, hablando de arte y otras trivialidades, pero la sombra de su conversación pendía en el aire, recordándoles que aún había mucho por resolver.

[🍷]

Llegó al cine unas cuadras del hotel puntualmente a la hora acordada. Encontró a Hange fumando un cigarrillo frente al cine, vestida con un sencillo vestido verde que realzaba su esbelta figura. Estaba absorta en su teléfono y parecía bastante molesta hasta que escuchó el carraspeo de a su lado. La expresión en su rostro cambió de inmediato de frustración a alegría cuando lo vio. Eso la hizo ver más bonita, aunque aquello parecía imposible.

— Enano —dijo Hange con una amplia sonrisa, guardando su teléfono en el bolso—. ¿Qué tal todo?

Le contó sobre su conversación con Erwin y cómo habían llegado a un acuerdo amigable, manteniendo una cercanía considerable para que el olor a tabaco no se le pegara. Hange pareció aliviada y contenta de que las cosas no hubieran tomado un giro desagradable.

Cuando Hange terminó su cigarrillo, entraron al cine y compraron boletos para una película de acción titulada "El fin de la humanidad". La película trataba sobre monstruos colosales que amenazaban con destruir el mundo y un grupo de valientes soldados que intentaban detenerlos.

Durante la película, las risas de Hange llenaban el aire cada vez que algo absurdo o imposible ocurría en la pantalla. Comentaba sobre lo físicamente improbable que era que alguien pudiera saltar tan alto cargando sables tan pesados como los de la película.

Reflexionó mientras observaba a Hange disfrutar de la película y reírse de las escenas exageradas. Se preguntó sobre el futuro de su relación. ¿Se limitarían a ser una aventura pasajera, o había algo más profundo entre ellos? ¿Qué quería Hange de él realmente? ¿Y qué quería él de ella?

Cuando la película llegó a su fin, Hange continuó comentando sobre las actuaciones y lo convincentes que habían sido a pesar de la trama exagerada. Devolvió algunos comentarios de manera calmada mientras se dirigían a un puesto de comida cercano. Ordenaron hamburguesas con unas gaseosas de lima y se sentaron en un banco en una plaza cercana, iluminados por la luz de una farola, mientras la gente seguía con su rutina nocturna a su alrededor.

Mientras comían, reunió el coraje para plantear la pregunta que había estado rondando en su mente.

— Cuatro ojos —Hange emitió un sonido mientras masticaba su hamburguesa, haciéndole saber que lo estaba escuchando—, ¿qué esperas de nosotros? —preguntó con cautela.

Hange tomó un momento antes de responder, masticando pensativa, mirando hacia la distancia mientras tragaba.

Finalmente, suspiró.

— Me gusta lo que tenemos, Levi. Y, para ser sincera, egoístamente deseo que intentemos algo más serio. Pero sé que no puedo pedirte eso —murmuró con una sonrisa afligida—.  Aún nos estamos conociendo, y vivimos lejos el uno del otro.

Asintió, comprendiendo sus palabras.

— No puedo decidirlo por los dos, cuatro ojos. Pero, en realidad, no puedo imaginar mi vida a partir de este momento sin ti. Incluso si solo pudiéramos ser amigos.

Hange soltó una risa amarga y una lágrima se escapó de uno de sus ojos.

— Comienzo a quererte, Levi. Y eso me asusta, porque en unos días me iré y no sé cómo manejarlo.

Colocó una mano en la de Hange y la miró, manteniendo su expresión impasible.

— Averigüémoslo juntos —dijo—. Estoy dispuesto a descubrirlo paso a paso.

Hange lo miró a los ojos, con gratitud y una chispa de esperanza en su mirada.

— Eres un tipo especial, gnomo —ella chocó amistosamente sus hombros, sonriéndole abiertamente. Puso los ojos en blanco.

— Olvídalo, ya me estoy arrepintiendo.

— ¡Oye!

Terminaron su cena bajo la luz de la farola, sabiendo que, independientemente de lo que deparara el futuro, estaban dispuestos a enfrentarlo juntos.

Alma dinamita |LeviHan|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora