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Disclaimer: los personajes de SnK no me pertenecen, son propiedad de Hajime Isayama.

Advertencia: lenguaje vulgar, lime. AU.

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Alma dinamita
Tres
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El sol del mediodía bañaba la calle, creando sombras largas que se extendían sobre el pavimento. Se encontraba en su coche, con las manos apretando el volante con fuerza, su mirada fija en el parabrisas. A su lado, Petra estaba temblorosa, jugueteando con los pliegues de su falda mientras buscaba las palabras adecuadas para explicar su error.

— Lo siento —murmuró ella después de un incómodo silencio. Sus palabras flotaron en el aire, cargadas de pesar y remordimiento—. Lo siento muchísimo, perdóname.

Se mantuvo en silencio. Sabía que una disculpa no sería suficiente para reparar el daño que se había causado. Su mente retrocedió en el tiempo, recordando cómo se habían conocido en la biblioteca de la universidad, el encuentro casual que había florecido en una relación a lo largo de los años. Petra, siempre dulce y apasionada, a veces un tanto cursi en sus gestos y palabras. Se había sentido atraído por su naturaleza accesible y amable, pero ahora, esas mismas cualidades parecían haberlos llevado a esta situación.

Aunque en el fondo, también sabía que había sido culpable. Después de todo, él también había caído en la tentación luego de verla en los brazos de otro hombre, se había acostado con Hange en un momento de debilidad.

No había sentido un dolor abrumador como podría haber esperado, lo había hecho por orgullo, porque Petra había herido su ego. Siempre había sido coqueta con otros, rara vez iban a su casa, siempre a la suya; siempre salía sola, con gente que no conocía, a veces no le escribía, desaparecía por días pero estaba seguro de que estaba bien pues trabajaba con Nanaba. Quizás eso, su evidente distanciamiento, lo había preparado de alguna manera para afrontar este momento.

— Gracias por aceptar hablar conmigo. Estoy segura de que podemos resolverlo, no ocurrirá otra vez — dijo Petra, su voz temblorosa mientras luchaba por controlar sus lágrimas.

— No quiero resolver nada, Petra —respondió con voz firme. Su mirada permaneció fija en el horizonte, su expresión impasible.

La joven parpadeó, el comienzo de las lágrimas asomando en sus ojos. Pero se mantuvo inmutable. Sabía que debía mantener su posición, aunque le doliera verla así.

— Fue todo, Petra —agregó finalmente, su voz fría pero cargada de resignación.

Petra comenzó a sollozar, y eso hizo que se sintiera ligeramente mal. Aunque no quería ceder, no podía evitar sentir compasión por ella. En tono más suave, susurró: — Por favor, no llores.

La joven intentó secar sus lágrimas con las mangas de su suéter, su voz entrecortada por los sollozos.

— ¿De quién... de quién son esos lentes? —preguntó con dificultad, tratando de controlar su respiración.

Su mirada se posó en la guantera, y finalmente notó los lentes de Hange que habían quedado allí. Brillaban bajo la luz del sol, lo que le sorprendió, dado que no los había notado antes.

— Son de una amiga —respondió brevemente.

— ¿Amiga? Tú no tienes amigas, solo a Nanaba, Levi... —replicó Petra con un tono de desconfianza.

Alma dinamita |LeviHan|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora