Capítulo 6.

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Los amigos de Nigel y Adam se morían por conocer a la nueva integrante de la familia, pero tuvieron que esperar un tiempo hasta poder visitarlos; la pareja estaba completamente abocada a aprender las importantes tareas de los padres primerizos, así que prefirieron esperar un poco para organizar una fiesta de bienvenida propiamente dicha. 

-Por el momento tenemos suficiente con amoldarnos a la nueva rutina de cambiar pañales, darle de comer varias veces al día, bañarla, entre tantos otros etcéteras- comentó Nigel a Darko una tarde, mientras cerraban cuentas en el club.- No tendríamos cabeza para recibir visitas ni para hacerlas, ¿Entiendes?

-Hombre, cómo no, si me pasó lo mismo cuando nació Til- contestó Darko asintiendo.- Un bebé pequeño implica mucho trabajo, sobre todo si es el primero y no estás acostumbrado. Es normal que tú y Adam prefieran estar tranquilos un tiempo entonces.

-Sí. Pero ya verás, danos un par de semanas y organizaremos un almuerzo a lo grande en casa, y los invitaremos a todos con la condición de que no armen lío. A Adam sobre todo le hace mucha ilusión que conozcan a Venus, porque ya sabes lo sentimental que es. Quiere que su hija tenga muchos recuerdos felices de su infancia, a diferencia…

No terminó de hablar y Darko no preguntó, porque no hacía falta extenderse al respecto. Ambos sabían por boca del propio Adam que su infancia había sido agridulce, pues a pesar de tener un padre amoroso el mundo siempre le había resultado un lugar hostil; ahora que él mismo era padre, quería que Venus tuviera todo lo que él no había tenido, como reuniones infantiles, fotografías de recuerdo para atesorar, momentos amorosos que la hicieran sentir integrada a la familia. Nigel se había prometido hacer todo lo posible por cumplir el sueño de su esposo, así que pasó el primer mes aprendiendo tanto como era posible de las tareas de la casa para que Adam no se viera abrumado con todo. Así, no tardaron en verse un poco más libres de tiempo que al principio, cuando aún no sabían ni calentar apropiadamente un biberón. La mañana en que Adam lo despertó con un potente beso en la boca lo supo, el tiempo inicial de desesperación se estaba esfumando. Desde la adopción de Venus no habían hecho el amor ni tampoco tenido tiempo o ganas de tocarse, por lo que este despertar tan agradable era una muy buena señal.

-He dormido como un bebé, Nigel. Todo gracias a que Venus también durmió siete horas de corrido… ¿cómo supiste que cambiarle la mantita la haría dormir mejor?

-Fácil, precioso, esta mantita nueva tiene un perfume a rosas muy delicado, y a nuestra hija le gusta el olor de las flores. ¿No notaste que desde que colocamos flores junto a tu mecedora, cada vez que le das de comer se queda más tranquila?

-No, no lo había notado… pero tú sí, ¡sin duda eres un gran padre! Me alegra mucho haberme casado contigo. 

Nigel sonrió y lo enlazó despacio por la cintura para seguir con la ronda de besos, algo con lo que Adam no tuvo problemas. Se interrumpieron solo al oír el llanto de Venus, un llanto corto que ya habían identificado como el sonido que hacía cuando necesitaba un cambio de pañal. Adam no vaciló en ir a atenderla mientras Nigel se hacía cargo del desayuno, uno bien cargado para tener energía suficiente para enfrentar el día. 

-Ah, precioso, ¡llegas justo a tiempo!- exclamó al verlo entrar en la cocina con Venus en brazos, ya cambiada y lista para su biberón matutino.- Te preparé un revuelto de queso y varios huevos como a ti te gustan. ¿Quieres unas salchichas también? No me tardaría nada en…

-No, gracias, no tengo mucha hambre después de todo… 

-Pero tienes que comer igual, con todo lo de la niña has estado trabajando muy duro y necesitas alimentarte. Siéntate y come, cariño, yo me encargo de Venus.

Adam sabía que su esposo tenía razón, pero por algún motivo no sentía apetito ante el delicioso desayuno que tenía ante sí. En sus tiempos de soltero vivía a puro macarrones con queso y desayuno frugal de té y cereales, pero con Nigel había adquirido el hábito del buen comer, o al menos del comer más cosas y en mayor cantidad. Adoraba el revuelto de queso que preparaba Nigel, sin ir más lejos, pero en esa ocasión le estaba dando mucho asco el solo mirarlo. Tanto, que con un solo bocado corrió al baño para vomitar. 

-¿Qué demonios…? Adam, ¿estás bien?- gritó el rumano alarmado, pero sin poder correr hasta Adam porque aún estaba dando de comer a Venus. Tuvo que esperar a que el menor volviera con el rostro desencajado y lloroso y se dejara caer en la silla, todavía mirando con asco la comida.- Por dios, Adam, ¿qué rayos fue eso? ¿Estás enfermo, quieres ir al hospital? ¿Qué pasó?

-No… no lo sé, Nigel, yo de verdad amo tus desayunos, lo juro- balbuceó Adam sirviéndose un poco de agua para limpiar el paladar.- Pero no sé qué me pasa hoy, me están dando unas náuseas terribles solo de olerlo. ¿Te ofendería mucho si lo tiro?

-Claro que no, demonios, es solo comida. No me importa si lo tiras todo, lo importante aquí es saber qué tienes. Quizás hayas pescado un virus o algo- comentó Nigel preocupado, ayudando a Venus a soltar un eructo después de terminarse su leche.- Deja que llame a Ozana para que cuide a Venus esta tarde y yo mismo te llevaré al médico. No quiero correr el menor riesgo de que te enfermes.

HEU Mpreg Set: Doble PaternidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora