Capítulo 7.

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Adam odiaba ir al médico, por lo que pasado el susto se negó en redondo a ir a la guardia por lo de sus náuseas. Debía ser un simple virus, le dijo a Nigel, o el estrés, porque ninguna enfermedad se manifestaría literalmente de un segundo al otro. Nigel no se sintió cómodo con aquello pero no quería forzar a Adam a hacer algo que le disgustaba, así que desistió y se dedicó a observarlo durante los días siguientes.

Como Adam había pedido licencia en el trabajo para cuidar de su hija (técnicamente no le correspondía porque no había parido, pero él se había encargado de hacerle una amistosa visita a su jefe para que se la dieran igual) pasaba casi todo el día en el departamento, lo que facilitó su vigilancia. Ciertamente no lo notó enfermo, pero era innegable que algo le sucedía. Estaba como aletargado, se cansaba más rápido y se dormía ni bien tocaba una almohada. Claro que podía ser fatiga común, su rutina con una bebé tan pequeña era intensa y eso cansaba a cualquiera, pero su instinto le decía que había algo más. Además, hubo otros episodios similares en los que se negó a comer comidas de su agrado alegando que le olían fatal; cuando sucedió eso incluso con sus amados macarrones con queso, Nigel sintió las alarmas en su cabeza y se negó a seguir haciendo la vista gorda.

-Se acabó, estrella, mañana mismo te llevaré a un doctor de confianza. ¡No pienso consentir que sigas descuidando tu salud, Venus y yo te necesitamos y queremos saludable como siempre!

-Pero Nigel, mañana pensaba preparar mi telescopio y mi equipo de observación para admirar la superluna de verano, es muy importante…

-Y sé que lo es para ti, pero tu salud está antes que ver la luna, precioso. Todas esas náuseas no son normales, y el sueño, y van varias veces que te mareas al levantarte. Tienes que cuidarte.

Adam no insistió más, pues en el fondo sabía que su esposo tenía razón. Sin embargo no pudo evitar estremecerse al estar en el consultorio del médico, explicándole sus síntomas (más bien Nigel lo estaba haciendo) y aceptando hacerse análisis de sangre y otros necesarios para descartar cualquier enfermedad. Trató de no pensar en eso los días siguientes, de concentrarse en cuidar de Venus, de planear con Nigel la fiesta de presentación de su hija, o más bien el almuerzo que querían hacer con sus amigos más cercanos. El clima era tan agradable que consideraron hacerlo en casa de los Andrei, quienes tenían un patio enorme. Antes que eso pudiera concretarse, sin embargo, Adam recibió una llamada del médico para ver los resultados de sus análisis. No dejó de apretarle la mano a Nigel en ningún momento antes y durante su llegada al consultorio.

-Tengo miedo, Nigel. ¿Y si de verdad estoy enfermo? ¿Qué haré si…?

-Lo que sea que tengas lo superaremos, precioso. Tranquilo, que no pienso abandonarte ni un segundo.

Nigel podía leer muy bien los rostros de las personas, y para su alivio el doctor no tenía ninguna expresión que indicara malas noticias. Por el contrario, se lo veía tranquilo y sonriente, como si aquello solo fuera una visita de cortesía y no una consulta.

-Bueno señor Raki, señor Mihai, agradezco la paciencia de ambos pero ya pueden relajarse. Vengo de hacer una última consulta con mi colega y puedo decir que no tienen nada de qué preocuparse.

-¿Cómo así, doc? ¿Adam no tiene nada grave, es eso?

-¡Su esposo está perfectamente de salud, señor Mihai! Sus síntomas se deben a algo mucho más sencillo y alegre para un matrimonio- afirmó, volteando a mirar a Adam.- Felicidades, señor Raki. ¡Está usted embarazado!

-No- fue lo primero que salió de labios de Adam, quien por primera vez se animó a mirar al médico a los ojos.- No es posible.

-Los análisis que le hemos hecho dicen lo contrario, señor Raki. Lleva usted una gestación de siete semanas y media aproximadamente…

-Un momento, momento- interrumpió Nigel con la boca abierta.- ¿Embarazado? ¿¡Está seguro!?

-Lo estoy, señor Mihai, pero ¡no entiendo por qué ustedes se sorprenden! Según la historia clínica del señor Raki, está genéticamente capacitado para engendrar hijos. Hice una consulta con mi colega especialista en embarazos masculinos y lo confirmó, el señor Raki lleva un embarazo en etapa temprana perfectamente saludable. Sus mareos, náuseas y demás molestias son síntomas típicos de la primera fase de gestación. ¿Por qué están tan sorprendidos?

-Porque ya nos habíamos rendido después de tantos fracasos, doctor- estalló Adam llorando y abrazando a Nigel, quien lo apretó contra su pecho con todas sus fuerzas. Le hizo un sutil gesto al médico y éste salió con discreción para dejarlos un momento a solas, momento que necesitaban. Tenían demasiado que asimilar y muy poco tiempo para ello.

HEU Mpreg Set: Doble PaternidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora