Capítulo 2: Vino con Frutos Rojos

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Circuito de Albert Park

Melbourne, Australia

2022

Charles

Leclerc estaba haciendo todo bien, la pole el sábado anterior, y un excelente arranque, las primeras 20 vueltas le había sacado unos segundos considerables a Verstappen, pero la presión de tener a un Red Bull encima de él logró que se equivocara, una mala salida de la curva lo había dejado en segundo lugar... No, esto no podía pasarle, era la tercera carrera de la temporada e iría por su segunda victoria, este podría ser su año de lograr campeonato, se aferraría a él con uñas y dientes, quería confiar en Ferrari, tenía que hacerlo. Decidió dejarlo todo en la pista y con una maniobra arriesgada consiguió pasar a Max y recuperar su lugar.

Sintiéndose más relajado comenzó a tener una distancia con el neerlandés, debía seguir con ese ritmo si quería protegerse del león que deseaba devorarlo con cualquier equivocación, tomar otra curva mal u otro accidente como el de su compañero Carlos, le haría peligrar; en la vuelta 39, la radio le dio un mensaje con la voz de su ingeniero:

-Verstappen está fuera, sigue gestionando.

- ¿Max, está bien?-

-Sí, problemas con su unidad de potencia. Virtual Safety Car.

-Copy.

Charles soltó un largo suspiro, ni Rusell, ni Checo podrían alcanzarlo, el P1 era seguro, una victoria grandiosa y algo humillante, pues Red Bull le había fallado a Max, esta era el segundo abandono, él no deseaba que le fuera mal a nadie, pero debía aceptar que verlo fuera de la carrera lo tranquilizaba, lo conocía de años y sabía sobre su mala personalidad en cuanto a ganar, su obsesión por ser el mejor, el número 1... después de su primer campeonato y la polémica de la última carrera, deseaba tenerlo lo más lejos posible.

Su mono estaba empapado, la felicidad que lo inundaba hacía que sus pómulos se sonrojaran logrando una apariencia el triple de encantadora a la habitual, la palma de su mano revolvió el cabello castaño, tratando de quitar aunque sea unas gotas que le escurrían por la cara, era imposible, necesitaba un baño pronto, le molestaba sentirse pegajoso. Las feromonas cargadas con esencia a vino llegaron primero a su nariz, después un toque cálido en su hombro le hizo sonreír incomodo.

-Buena carrera Charles, ¡felicidades... por hoy! La siguiente no voy a dejar de estar encima de ti, empujándote.- Las palabras pasivo agresivas de Max lo dejaron algo inquieto, prefería tenerlo a kilómetros de distancia.

-Alcánzame si puedes... Bueno, si me dejo. - Le sonrío amablemente y le guiñó el ojo en señal de paz. Sin embargo, el flujo de las feromonas se volvió más espeso, al punto que se sentía mareado, el olor de Max era el típico de un alfa dominante, opresivo, cargado y lo podían usar como defensa al punto de asfixiar a los demás en señal de alerta, creía que si pasaba más tiempo con él sin dudarlo terminaría ebrio. Teniendo miedo de hacer enojar más a Max, pensó rápidamente en algo que decir, pero la garganta no le funcionaba con tanta presión, las caras de las personas alrededor se contraían con preocupación mientras se alejaban de ellos dos.

-Max, tenemos que ir al garaje. Qué pasó Charles, te ves algo pálido, anímate, luego nos tomamos un tequilita en la fiesta. - Checo sonrió mientras le daba un pequeño golpe en el brazo a Leclerc, agradecía profundamente que el mexicano fuera beta y no pudiera leer el ambiente, su ignorancia lo había salvado.

-Claro que sí, me adelanto porque Carlos me está esperando, nos vemos luego. - Sacando una última sonrisa apenada, movió sus pies y alzó una mano despidiéndose, evitando los ojos azules de Max, sin embargo, aunque caminaba rápidamente la mirada del neerlandés la sentía clavada en la nuca, con un escalofrío dio la vuelta y se alejó.

Max

El del traje rojo de Ferrari despareció por una puerta, mientras sus ojos lo seguían lentamente, cada que lo veía sentía un deseo que nacía de todo su cuerpo, debía ganarle, ser mejor que él, dominarlo, someterlo, arrastrarlo a un cuarto y rociarlo de sus feromonas, en pocas palabras necesitaba hacerlo suyo, marcarlo... pero eso no podía ser, Charles Leclerc era un alfa, no pertenecía a la misma clase de alfas dominantes como él, pero no podía marcarlo, enlazarse.

Como un reflejo, volteó a ver la mano con la que Checo había tocado a Charles, queriendo arrancarla, suspiró y en un instante controló sus feromonas, otro beneficio de ser dominante.

-Max, vámonos. Horner dijo que necesita tomar la fotografía con el trofeo de P2, debes estar presente... es por el equipo.-

Asintió, estaba obligado a hacer estas cosas, realmente no disfrutaba de tomarse fotografías y menos celebrando algo en lo que él no estaba involucrado, pero Checo no tenía la culpa de los problemas de Red Bull con el coche, sin pensarlo más, caminó hacia su área de box.

La primera vez que conoció a Leclerc fue en los Karts, un niño hermoso, el cabello largo, nariz perfecta, ojos de aceituna que transmitían alegría y paz, lleno de energía... y lo peor de todo, amado por sus padres y hermanos, el orgullo de su familia, un niño que no conocía de maltratos, horas de entrenamiento, el carácter explosivo de un padre que le gritaba cada día que se convertiría en mecánico si no podía ser mejor, que nunca podría alcanzar a ser un piloto si no alcanzaba ser el número uno en cada carrera.

Primero fue el resentimiento, la envidia, después comenzó lentamente un interés diferente, un pequeño destello de atracción que explotaba en su mente al verlo en cada carrera de karting, sus lindos ojos le sonreían a pesar de las constantes disputas por los lugares, aunque él siempre hiciera esas maniobras salvajes y agresivas en pista, Charles se revelaba exasperado pero no agresivo, era un chico controlado que no le gustaba meterse en problemas, mientras él era un mini bestia adolescente que mostraba su enojo a todos, no tan violento como su padre, pero si un tipo de temer a sus escasos 14 años. ¿Qué necesitaba para acercarse a Leclerc? ¿Cómo podía ser su amigo? ¿Qué se sentiría tomarle la mano y jugar con su cabello? Sus pensamientos le asustaron, por qué pensaba así de su rival, del niño mimado que cada vez abría la boca era para alabar a su mentor Jules Bianchi, los celos que apreciaba le nublaban el juicio, ese chico de sonrisa linda lo estaba volviendo loco.

Lo segundo que sintió fue desesperación, ¿Leclerc era un alfa? No podía ser posible, alguien con esa cara tan linda y esa personalidad resplandeciente no podía ser un alfa, su instinto le gritaba que debía ser un omega, era la única explicación a la que había llegado al tener ese hechizo y obsesión por el monegasco. Sus fantasías de enlazarse con él, creer en los predestinados, tener hijos y ser una familia feliz con pequeños niños posibles pilotos, se desmoronó tan catastróficamente que duró meses deprimido, siendo una máquina en las carreras, convirtiéndose en el robot perfecto que su padre esperaba de él, el número uno, el mejor, el inigualable Max Verstappen.

El destino, Dios o hasta el mismísimo diablo, logró que se encontraran de nuevo, pero ahora en la F1, y mientras veía a Charles salir con omegas lindas, adorables, tiernas, mimados... Él solo desarrollaba una peligrosa fijación por Leclerc, notaba cada detalle mínimo, los cambios insignificantes en su rutina, el tenue olor de frutos rojos que desprendía su cuerpo, por eso aprovechaba, una pequeña palmada, miradas que se encuentran en una sesión de preguntas, sonrisas cómplices por bromas insignificantes, felicitaciones por el triunfo del otro, pero cada vez era más difícil controlar su deseo, haría lo posible por demostrarle a Leclerc que pertenecía a Verstappen, lo marcaría y encerraría para que nadie más lograra tenerlo.


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Hello~~~, es parón de verano y tengo síndrome abstinencia de F1...Y se convirtió en esto TwT.
Me encantaría que me comentaras qué te pareció o si tienes dudas, es lo primero que escribo en el universo omegaverse con años leyendo manga/manhwa, estoy nerviosa.

Obsesión | LestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora