cuarenta y uno.

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Era la primera vez que su felicidad le daba paz.

Hace mucho fue feliz estando enamorado pero aquel brillo emanado por su corazón lo tenía que mantener oculto, tenía que esconder su sonrisa y el destello de sus pupilas porque amar en aquel tiempo era malo; pero ahora en este momento su amor era bueno podía sonreír y destellar todo lo que quería.

Después de mucho encontró la luz al final de su laberinto, se fundió en los brazos de un corazón que palpitaba por él. Jimin era feliz.

Pasando entre la marea y la tormenta encontró un lugar en el que podía recostarse en paz. Su alma era ligera al despertar al lado de Jungkook todas las mañanas y al poder besar los lunares de su rostro.

"Soy tan feliz." Le susurró sobre sus labios.

"Yo tambien." En un suspiro lo dijo, rozando sus labios mientras se sonreían con un sonrojo en sus mejillas.

Jóvenes, sanos y enamorados se despertaban un día más abrazados de la persona que era para ellos. Acariciando con sus labios y dedos los lugares en los que su inmenso amor había marcado.

Después de tanto eran felices.

Pero la tormenta los alcanzó, corrieron de ella y se aseguraron de mantenerse lejos de su perímetro de destrucción, cuando creyendo hallar un refugio en el naufragio la tormenta volvió a soplar hacia ellos, los errores de su pasado se ceñían al viento y la culpa de sus espaldas los arrastraba para meterse de lleno en el huracán.

Lastimosamente toda esa paz tenía que ser perturbada por el destino que ambos habían escogido, porque sufrir estaba en lo que les esperaba y sufrir era parte de su amor.

Con una visita inesperada y la pronta liberación de todas las mentiras que Jimin había escondido, ignorante a la situación el omega solo sonreía en su habitación mientras tejía la primera chambrita para su bebé.

Nadie le había enseñado a tejer, hacía lo que podía y recordaba lo que había visto en los libros de tejido que encontraba en la biblioteca de sus padres. Había encontrado lana blanca en una maleta y con todo el cariño que le tenía a la nueva vida que crecía dentro suyo comenzó con su diseño.

Y con una sonrisa lejano a los planes retorcidos de la vida, sin saber que solo tenía minutos más de felicidad y tranquilidad.

Oh, Jimin, ¿qué había hecho?

"Me dijeron que Sangwoo renunció." Hablo Mingyu bebiendo de la copa vino que su gran amigo le había ofrecido, poniéndose cómodo en el sofá después de un largo y moroso viaje.

"Sí, dejo una carta y se fue en la madrugada." Dijo. "Siempre fue muy callado, muy extraño y algo solitario."

"¿A si?" Frunció el ceño. "Cuando yo lo conocí era todo un extrovertido, para su edad era muy carismático y amigable, supongo que era tímido con los tuyos."

"Tal vez el campo no le sentaba bien, parecía ser bastante citadino, se sentía más cómodo hablando con Jimin que con los demás empleados."

"Hablando de Jimin." Sonrío, en cuanto entro a la mansión de Jungkook noto el gran cambio que su amigo había tenido; se notaba su gran felicidad y la dicha de tener una familia. "¿Qué tal va todo?"

Era inevitable no sonreír como un tonto, quería presumir lo feliz que se sentía en el momento con la vida que le sonreía con ojos de corazón. "De maravilla, Mingyu."

"Me alegra mucho."

"Solucionamos todos los problemas que teníamos, nos comprendimos y aprendimos a escucharnos. Ahora puedo decir que tenemos una vida tranquila." Suspiro como la primera vez que le hablo a Mingyu sobre su enamoramiento. "Estoy tan enamorado y él también."

Llorando se fue ; km omegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora