cincuenta y uno.

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Todos los días pensaba en el hijo que podría ser suyo, no conciliaba el sueño gastando noches enteras en pensar en Jimin.

Estaba tan solo, lo había dejado a la deriva con un embarazo. Era un desgraciado y lo admitía.

La molestia sobre su culpa era cada vez más insoportable, estaba maldito y necesitaba hacer algo al respecto. Una noche se escabulló de los brazos de Minhee, se abrigo y salió en un carro con rumbo a Busan. No podía seguir preguntándose por el hijo que podría tener su sangre.

Ni siquiera en el viaje pudo dormir, paso en vela la madrugada y parte de la mañana. La necesidad le atormentaba tanto que cuando llegó a la ciudad corrió como un loco a la casa de Jimin, pero paro en seco al darse cuenta que una vez más se comportaba como su perro.

Y si orgullo volvía, se sentía estúpido por tener esas bolsas negras adornando sus ojos, se sentía tonto por haber venido a ver a Jimin. Se dio media vuelta para dirigirse a la casa que tenía en Busan, tal vez ahí lograría descansar un poco.

Y claro que podría descansar en su casa, al momento en que puso un pie en ella se sintió completamente bien, como si una magia le envolviera. Nunca se había dado cuenta lo bien que olía su casa.

"¿Le aviso al señor que está aquí?" Pregunto uno de sus empleados confundiendo a Jungkook.

"¿Al señor?" El alfa tenía el ceño fruncido.

"Su esposo, joven." Y a la sola mención de Jimin su corazón cayó a su estómago. Sintió un cosquilleo por todo su cuerpo al pensar en su esposo.

"No, no lo despiertes." Dijo. "¿Donde esta?"

"En la habitación principal."

Jungkook solo asintió, su cuerpo se movió por si solo y su corazón volvió a la vida. Fue con pasos grandes hacia la habitación, como si estuviera hechizado una vez más en el amor de Jimin, con cautela abrió la puerta y se escabulló por esta.

Las cortinas aún estaban cerradas y se escuchaba la suave respiración de Jimin, dio pasos ligeros y se detuvo en seco al ver una cuna al lado de la cama, su corazón latió como loco y sus manos comenzaron a temblar.

Camino hacia la cuna, se paró cerca a ella y cuidadosamente acarició el rostro del bebé que dormía pacíficamente. Una sonrisa se dibujó en su rostro y sintió como es que todos su cansancio se disipó. Solo le bastó ver a Jimin y a su bebé para olvidar todo.

"Hola bebé." Susurró viendo como el cachorro se movía en la cuna. "Que lindo eres."

Estaba tan concentrado en el bebé que no se dio cuenta que Jimin se estaba despertando, el omega salto de espanto en sus sábanas pero se tranquilizó al ver a Jungkook. Estúpidamente su corazón latió como el pobre enamorado que era.

Sus manos temblaron por la ansiedad y sus mejillas se colorearon al pensar que las cosas podrían mejorar.

"¿Qué haces aquí?" Pregunto Jimin en un tono bajo.

El alfa le miró desde su lugar y se alejó de la cuna, camino hasta la cama y se puso delante de ella. "Es mi casa, no tengo que darte explicaciones."

"Y es mi casa también, por eso te pregunto que que es lo que haces aquí."

"Solo pase por la ciudad, tenía que hacer algunas compras y quise descansar." La ilusión de Jimin murió. Él había creído que la razón de la estadía de Jungkook era él y su hijo, no era así.

"Que bien." Dijo.

"Quien debería hacer las preguntas soy yo, ¿qué haces tú aquí?"

"Es mi casa, aunque te hayas conseguido otra pareja yo sigo siendo tu esposo y esta casa me corresponde."

"¿Por qué estás aquí?"

"Mi mamá me echo." Agachó la cabeza avergonzado. "Cuando le llegó la notificación del desalojo me echo a la calle."

Y más culpa se ciño a la espalda de Jungkook, sintió como si alguien le hubiera golpeado en la boca del estómago. No se quería imaginar lo que Jimin había sentido en aquel momento en donde había sido humillado una vez más.

"Pero me iré, tranquilo, ahora recogeré mis cosas y te dejaré en paz." Jimin se adelantó, no quería ser echado por segunda vez por su esposo, encontraría refugio con su amigo o podría rogarle a su mamá que le diera un espacio.

No quería volver a tener el corazón roto, no más.

Jimin se levantó de la cama y comenzó a caminar por la habitación para buscar su maleta, Jungkook camino detrás de él para detenerlo, sostuvo su mano y detuvo sus acciones.

"No te vayas, no tienes a donde ir y...como dijiste, esta es tu casa también." Le hablo suavemente, le hacía mal estar tan de cerca de Jimin.

No lo había visto hace mucho tiempo y ahora que volvía a deslumbrarse por su belleza se quedaba abrumado, se mareaba por todo lo que sentía por Jimin.

"No quiero molestarte." Susurró Jimin, estaba tan afectado como Jungkook.

En cualquier momento se tambalearian por la tormenta de sentimientos que les acorralaba, se habían hecho tanta falta que su solo toque quemaba en sus pieles.

"No lo haces, quédate." Susurró hipnotizado en los ojos de Jimin, mirando de vez en cuando sus labios.

Sintiendo la hirviente necesidad de tomarlo entre sus brazos para hacerlo suyo una vez más, para marcar su piel blanquecina con sus besos y sus caricias, para incrustar su nombre entre sus jadeos y para fundirse en uno solo.

Era el tiempo y la distancia entre ellos que hacía que todo fuera más intenso.

Jimin se sentía como Jungkook, quería tocarlo, abrazarlo y treparse a él, fundirse en un beso y ser uno con sus cuerpos. Lo necesitaban.

Siguieron sus instintos, el alfa tomo de la mandíbula al omega y estampó un beso en aquellos labios deseosos. La espalda de Jimin choco contra el armario, sus manos se enlazaron sobre la nuca de Jungkook. Se besaron como los dos amantes que eran, vencieron al tiempo y la distancia entre suspiros.

Pero no podrían fundirse si había tantas espinas entre ellos, el dolor agudo que había marcado a Jimin hizo que se alejara de Jungkook, retiro sus labios y manos del alfa mientras se negaba a verle.

Jungkook suspiro lamiéndose los labios, también se alejó de Jimin y en silencio se dirigió a la puerta.

Esta vez sí miro atrás, vio por última vez a Jimin y cerró la puerta a sus espaldas.

El sabor de los labios del alfa se habían quedado en los suyos, al probarlos se sintió humillado, ¿cómo era posible que él llegara e hiciera lo que quisiera?

¿Sería así ahora que estaba alojado en su casa? ¿Lo trataría como carne que podía manosear? No permitiría que pisotee su dignidad, ya no más.

Se quedaría mientras conseguía un lugar en donde alejarse, porque Jimin no quería ver a Jungkook, no podía.













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Llorando se fue ; km omegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora