cuarenta y cuatro.

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Tontamente creyó que reemplazar la funda de la almohada de Jimin solucionaría el frío que sentía en las noches; ni siquiera metiendo a otra persona a sus sábanas solucionó que sus dedos se congelaran madrugada tras madrugada.

Las noches estaban embrujadas desde que Jimin había dejado su hacienda; las ojeras en su rostro anunciaban a todas las personas lo miserable que era, y a todos les daba pena. Porque el alfa solo sabía renegar de la situación, renegaba de su pasado, de su presente y su incierto futuro.

Ni siquiera con el cariño de Minhee podía olvidar lo que Jimin le había hecho. Ni siquiera sus besos le sacaban de la cabeza que había sido el tonto de la persona que amaba; era una tortura.

Trataba de componerse, quería dejar de llorar en silencio y renegar en voz alta. Quería sentir mariposas por las caricias de Minhee, quería encontrar una chispa al mirar a sus ojos; pero lamentablemente, en sus pupilas veía el reflejo de Jimin. Era un infierno. No era justo.

¿Por qué era él quien la pasaba peor? ¿Por qué tenía que ser tan miserable por culpa de Jimin? Lo odiaba tanto, o eso quería hacer.

Quería detestarlo tanto como Jimin lo hacía. Quería insultar su nombre y pisotear todo lo que tuviera que ver con él. Quería revolcarlo en su miseria como él había hecho. El odio tenía que reemplazar al amor que tanto mal le había hecho.

Tontamente creía que pasaba así. Creía que al fin había intoxicado el recuerdo de Jimin, porque el peso del rencor atropellaba a las mariposas en su estómago.

Era un hombre despechado y quería actuar como uno. Se consiguió una nueva pareja, quemó todo lo que tenía que ver con Jimin y tiró su anillo de matrimonio en un campo de cebada. Seguiría adelante sin importar qué, pues necesitaba dejar de ser el mártir por un amor que jamás fue suyo.

Era hora de avanzar del recuerdo de Park Jimin.

"¿Quieres ir al pueblo hoy? Oí que habría una feria", preguntó acariciando los suaves cabellos de Minhee.

"¿En serio?" Sonrió de oreja a oreja. Sería la primera vez que saldrían juntos como una pareja; todo el mundo sabría que Jungkook había dejado a Jimin.

Y eso le iba más que bien al alfa.

"Ajá", asintió. "Ponte más linda de lo que estás; te compraré unos collares en el pueblo."

"Pero, ¿no son más caros aquí?"

"Lo son." Se encogió de hombros. Tenía todo el dinero del mundo y lo usaría para llenar los espacios vacíos.

"Entonces deberíamos ir a la ciudad, así no gastas tanto."

"Yo quiero gastar en ti, Minhee", le dijo con una sonrisa. Quería darle todo a aquella mujer que le había regalado su compañía en el alba.

"¡Qué romántico!" Soltó una risilla abrazando a Jungkook para después besar su mejilla.

El alfa sonrió por el gesto. Era tierno y cálido; no podía pedir más. Después de un capítulo tan ajetreado como el que pasó, necesitaba tranquilidad, ternura y calidez; Minhee le daba eso y más. Así que estaba bien, aunque de vez en cuando su marca le doliera. Pero no era nada que no pudiera olvidar con un cigarro.

Olvidó lo que alguna vez sintió muy dentro de él. Su amor se desvaneció en el perfume de Minhee; pero el odio permanecía porque era un sentimiento más pesado y duradero. Odiaba a los que le habían hecho pasar por un martirio.

Quería odiar, pero necesitaba odiar. Porque aunque fuera odio, quería seguir sintiendo algo por Jimin.

Su Jimin. Quien nunca fue suyo.

A diferencia de Jungkook, Jimin no había podido avanzar. Se hundía cada vez más. Ya no había lágrimas que secar, solo suspiros que escuchar. Se sentía hipócrita por sentir tanto, pues era algo que se había buscado desde el primer día. Sabía cómo todo terminaría desde que vio a Eunwoo en la hacienda.

Y se arrepentía de no haber hablado, aunque delatar a Eunwoo lo hubiera herido. No importaría ahora. Los pensamientos egoístas siempre lo invadían porque quería creer que en algún momento pudo haber hecho las cosas bien.

Nunca las habría hecho bien, sincerándose, sabía que era así. Siempre tropezaría y rasparía sus rodillas. Le causaba pena que todas esas caídas afectaran a su hijo. Él o ella no merecían venir a un mundo en donde su padre no los querría. No merecían nacer en un hogar tan helado. Estaban solos y por sus caídas.

"Deberías hablar con él", le dijo Baekhyun.

"No quiere escuchar."

"¿Entonces qué harás?"

"Nada. ¿Qué puedo hacer?"

"Tratar."

"Me arrodillé ante él y ni siquiera así quiso escucharme. Lo perdí, Baek", sus ojitos se llenaban de lágrimas pero ninguna caía. Se secaba en su marchito corazón.

"Vuelve a intentar por tu bebé." Estiró su brazo para tomar la mano de Jimin. Quería consolarlo en su soledad.

"Dice que no es suyo." Rió amargamente. "Piensa que es de Eunwoo."

"Ay, Jimin. Todo es tan complicado. No es justo que vuelvas a pasar por otra pérdida amorosa."

"Y esta me duele más." Sonrió. "Amo a Jungkook y estar tan lejos de él me mata poco a poco."

"No digas eso. Tienes que estar por tu hijo."

"Lo sé, lo sé. Solo me siento muy solo, por eso pienso que mi corazón roto podría matarme."

"No lo hará", apretó su mano dándole ánimos. Quería volver a ver a su amigo brillante en alegría, ya que ahora solo era gris y una sombra.

"No lo hará", susurró. "Pero se siente así."

No sabían qué más decir. Baekhyun trataba de hallar alguna palabra reconfortante, pero no había ni una; solo dejó que el silencio reparara algo de Jimin. Pero solo una persona podría hacerlo.

"Le enviaré una carta. Quiero hablarle de nuestro bebé y preguntarle... cómo haremos todo respecto a él."

"Pídele que venga. Tú ya no puedes viajar así como así."

"Si él me pidiera que viaje a su hacienda para hablar de nuestro bebé, lo haría."

Correría en carbón hirviendo si Jungkook se lo pidiera. Dejaría su vida por él. ¿Por qué su esposo no lo entendía? Era su todo y su nada a la vez.

Porque sentía todo a su lado y nada sin él.

¿Cuándo todo acabaría? Quería estar a su lado.

Quería que lo volviera a amar otra vez. ¡Qué injusta vida! Cuando volvía a volar sobre las nubes, tenía que pegarse contra el suelo una vez más.





























cortito pero !!!!! desde mañana trataré de hacer 3 días de maratones jeje <3

Llorando se fue ; km omegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora