Se sentía un niño, jamás le habían regañado de esa forma, era entretenido ver a su padre caminar de un lado a otro como si Mikhail tuviera cinco años. Tampoco creyó que volaría hasta allá solo por eso, era raro tener ese tipo de atención sobre él. Se preguntaba si su hermana fue regañada de ese modo cuando era niña o adolescente, tenía la idea de Antonella era una niña muy mimada, que todo lo que quería lo conseguía. Se la imaginaba teniendo a Richard a sus pies complaciendo todos sus caprichos y se sentía celoso. No porque quisiera la atención de Richard, quería complacerla él también.
- Escaparon de sus escoltas y corretearon por Paris como adolescentes, ahora Sivail te acusa de querer secuestrarla, tiene diecisiete años, tú mismo dijiste que es una niña ¿Sabes lo que diría su familia de ella si hubiese pasado la noche contigo? ¿Tienes algo que decir al respecto?
- De ella fue la idea.
Su padre estaba rojo de ira, cojeaba y golpeaba el bastón en el piso con ímpetu, pero al escuchar a Mikhail se detuvo y le apuntó con este justo en la cara, el joven por poco se queda sin nariz si su padre no hubiese calculado bien la distancia.
- Se supone que eres el adulto responsable.
- Solo quería complacerla.
- Para eso le das flores, joyas, un caballo si quiere, pero no te escapas con ella por los callejones. Creyeron que estaba en peligro, movilizaron toda la ciudad por un grito.
Mikhail no se aguantó las ganas de reír y su padre por poco le da con el bastón esta vez, recordó ese gritó, no creyó que una persona tan pequeña pudiera gritar tan fuerte, por poco queda sordo esa noche. Estaban como su padre dijo, correteando por los callejones huyendo de sus escoltas sin poner atención a donde iban, se estaban divirtiendo, hasta que Christophine estaba demasiado cansada para seguir corriendo y se detuvieron fuera de un café que ya estaba cerrado, había poca luz y unas bolsas de basura sobre la acera. Estaban recuperando el aliento cuando una de las bolsas se movió llamando su atención, de pronto la rata más grande y gorda que en su vida había visto se asomó de entre las bolsas y Christophine gritó tan fuerte que pudo romper cristales con su voz y se abrazó al cuerpo de Mikhail trepando por su pecho, a este no le quedó más opción que sostenerla en brazos y fue asi que los encontraron.
- Deja de reírte muchacho tonto.
- No es mi culpa que le tema a las ratas. Y que la policía no lo creyera.
Esa ciudad estaba infestada de ratas, las había por todos lados, Chris no quiso que Mikhail la bajara hasta que llegara su auto, ni los policías lograron hacerla cambiar de opinión, estaba aterrada e histérica, hasta que otra rata apareció y la joven volvió a gritar los oficiales les dejaron en paz. Había sido una velada inolvidable para todos.
Sobre todo, para Sivail que entró a la habitación con estruendo, aventando la puerta y gritando por él, Mikhail ya había decidido que no había forma de que siguiera soportando a su futuro suegro, tenía que dejarlo en claro desde ese momento si es que Sivail quería que se casara con su hija.
Chris había sido retenida afuera de la habitación, su padre le aseguraba que no volvería a ver a Mikhail hasta el día de su boda.
- Secuestraste a mi hija.
Escuchó a su padre gritar apenas entró en la habitación y de inmediato una silla caer con estruendo, ella no lo sabía, pero era la silla que había ocupado Mikhail que cayó con fuerza cuando este se levantó a enfrentar a su padre.
- No la secuestre, ella estaba conmigo por su voluntad.
- Ella no tiene voluntad, no tiene voz en esto.
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Amor Ilegal 2
RomanceChristophine Daniau Sauvageau fue criada para ser la esposa perfecta, la mujer perfecta y la hija perfecta. Desde niña se le educó para ser la Princesa de la mafia, se casaría con Valentino Brooks y sería la consorte perfecta. Solo que no es perfect...