Capítulo 10

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Había sido llamado de emergencia a presentarse en el castillo de los Sauvageau, sin recibir detalles, solo le pidieron que se diera prisa y fuera "presentable" no tenía idea de si era una emergencia o una trampa. Había estado adormilado cuando tomó su teléfono y no alcanzó a poner atención a quien llamaba. La mujer en su cama se revolvió, pero no se despertó. No tenía por costumbre dejarlas pasar la noche en su cama, pero tenía que aceptar que, el que esa mujer estuviese exhausta no era una sorpresa, la noche anterior apenas y dejó a Christophine en su castillo, llamó a uno de sus subordinas y le pidió conseguirle una mujer para descargar su estrés. Sivail lo había puesto de mal humor y lo único que podía tranquilizarlo era el sexo.

Llamó a uno de los sirvientes y pidió que sacaran a esa mujer de allí para cuando terminara su ducha, no quería perder el tiempo en tonterías, siempre acordaba el pago antes del acto y si la mujer lo merecía era generoso en sus propinas.

- Págale bien, quiero esta habitación impecable para cuando regrese, también prepara mi motocicleta y pide a los hombres que me alcancen allá.

- ¿Quiere que conserve su contacto?

Pocas veces frecuentaba a la misma mujer, solo si era buena en lo que hacía volvía a contratarla, esta lo era, había sido complaciente y era bonita, muy bonita, joven y limpia, le gustaría volver a estar con ella, así que asintió a su sirviente antes de entrar a la ducha, tenía prisa, pero no por eso podía llegar apestando a sexo. Tomó la ducha más corta de su vida, para cuando salió del cuarto de baño la mujer ya no estaba y las mucamas limpiaban apresuradamente, le gustaba que todos se movieran en silencio, podía moverse por ese lugar mientras todos se desplazaban como en un ballet perfectamente sincronizados, así que sin contratiempos se vistió y salió de allí a toda prisa al castillo de los Sauvageau, el clima cada vez era más frio y esto le ayudaba a despejar su mente.

Esta vez al llegar nadie se interpuso en su camino, al contrario, las puertas se abrieron para él sin hacerle perder el tiempo, le alentaron a seguir en la motocicleta hasta la entrada principal del castillo donde un par de hombres lo recibieron para llevarse ellos el vehículo. Que fueran así de amables con él le alertó, incluso agacharon sus cabezas al verlo pasar.

- ¿Dónde está mi prometida?

Los sirvientes estaban apostados por todos lados al igual que los guardias, eran más que de costumbre y aunque parecían nerviosos no estaban esperando un ataque.

- En la oficina de Monsieur Sivail.

Conocía perfectamente el camino, así que se apresuró por esos largos pasillos tratando de poner atención al más mínimo ruido que le alertara de una emergencia, pues no sabía lo que le esperaba, todos actuaban de manera tan solicita y solemne que le hacía imaginarse escenarios descabellados.

Llegando a la oficina no se detuvo a tocar la puerta cerrada, entró sin anunciarse buscando a Christophine con la mirada por esa amplia habitación hasta que dio con ella, la joven se puso de pie de inmediato, pero se veía pálida y preocupada, Mikahil corrió a su encuentro estrechándola en sus brazos y por fin su corazón se calmó, no se había dado cuenta de cuanto la necesitaba segura en sus brazos hasta que la sostuvo entre ellos.

Tomó su rostro examinándola, buscando algún indicio del peligro, en esos ojos azules lo único que veía era alivio de tenerlo a su lado.

- ¿Qué pasó, estás herida, cual es la emergencia?

- Una catástrofe, un terrible accidente que nos pone en peligro a todos.

Sivail le estampó en el hombro una revista y Mikahil no supo cómo reaccionar, por instinto quiso regresarle el golpe, pues no toleraba ese tipo de comportamiento hacia su persona, pero no podía matar a su futuro suegro. No de momento y no frente a su prometida.

Amor Ilegal 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora