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El día siguiente fue peor. El profesor de Historia muggle le preguntó algo y Rory no supo responder, quedando en completo ridículo frente a la clase. Después pasó exactamente lo mismo en clase de Álgebra, no sólo eran números sino que también letras. Además, seguía sin hablarse con George.

   Edward Cullen intentaba hablar con Rory en clase de Bióloga— y también en clase de Artes—sin embargo, un raro  suceso al final de la primera clase la hizo meditar sobre aquella familia tan misteriosa para los muggles.

—Sigo sin entenderlas—confesó Edward con frustración, alcanzandolas luego de salir de aula.

Rory y Bella estaban en el casillero de ésta última. Rory sostenía una cebolla dorada en sus manos, pues había sido el premio que se habían ganado por responder correctamente a su trabajo y como sus compañeros de pupitre notaron qué la pelirroja veía con emoción esa cosa decidieron que ella se la quedara.

—Es realidad, es fácil de entender—habló Rory con voz pausada. —Bella decidió que su mamá fuera feliz viajando con su esposo y yo decidí alejarme de mi familia junto a uno de mis hermanos mayores que también necesitaba un cambio.

—Pero ahora son desgraciadas. Bella odia el clima y tú estas triste sin tu familia, lo sé porqué no tienes ni un atisbo de felicidad.

Nuevamente, no era una pregunta, era una afirmación. Y lo cierto es que Rory si extrañaba el calor familiar que tanto caracterizaba a los Weasley. Pero estaba allí por un sólo propósito: las respuestas de Theodore.

—¿Y? —lo desafío Bella con la barbilla alzada.

—Bueno, tanto que decir «desgraciadas» e «infelices» es un poquito exagerado, ¿no crees? —preguntó a su vez Rory. —Además, estoy bien sin mi familia, mi estadía en Forks no será permanente.

—Es que no me parece justo. Para ninguna de las dos.

Rory y Bella nuevamente se vieron y soltaron risitas amargas.

—¿No te lo han dicho? La vida es injusta.

—Y cruel—añadió Rory, desganada.

—Apostaría a que sufren más de lo que aparentan—insistió Edward.

Bella resoplo y volvió su atención al casillero. Rory por su parte lo observó con interés.

—Eres tonto, ¿sabías? Actúas como si nos conocieras a la perfección, como si, de alguna extraña manera, lo supieras todo sobre nosotras cuando no tienes una idea concisa.

Edward sonrió divertido. —¿Las moleste?

—Yo no lo estoy—resoplo Bella, cerrando el casillero luego de sacar un libro. —No contigo en cualquier caso. Soy como un libro abierto así que es fácil de leerme.

—Pues a mí si me molesta que en lugar de preguntar, afirmes—concluyó Rory.

—Lo siento pero no puedo leer sus mentes—dijo Edward, mirándolas. —Es frustrante y ninguna dice nada así que tengo que escudriñar sus respuestas.

Rory se detuvo al instante.

«Lo siento pero no puedo leer sus mentes»

¿Él también era un mago? ¿Él era quién insistía en entrar a su mente? Rory entrecerró los ojos mirándolo meticulosamente, Edward lo notó y en sus ojos se podía ver el pánico.

—Seguro eres un gran lector de mentes—bromeó Bella.

Rory rió. —Seguro que lo es—murmuró mirándolo con notable desconfianza.

The Fallout • Emmett Cullen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora