Hel II

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23 de agosto, 22:18h

No hubo tiempo para preguntas, dos seres humanos yacían en el suelo y el coronel parecía dispuesto a continuar su matanza. Las agentes de la ley no parecía que fueran a aparecer en ningún momento. Lo que me llevó a la pregunta: ¿no le habían retirado el arma? ¿De dónde había sacado ese señor otra pistola? No hubo tiempo para preguntas. 

Yo había sido hecho para servir a los humanos. Modificado para ser erudito. Evolucionado para anhelar la muerte. Y secretamente alterado, en un segundo nivel, para responder con violencia ante hechos violentos. No, no era un androide común, pues hacía trizas las tres leyes de la robótica. 

Me golpeé el pecho con el ritmo característico que sabía me concedería los dones físicos necesarios para entrar en combate. Mi cuerpo, en cuestión de milisegundos, se fraccionó internamente, dejando espacio a nuevos músculos artificiales que complementaban lo que ya existía. Todo se acopló de nuevo, ello me tomó 0.27 segundos. Mi piel se endureció, reforzándose con capas de aluminio. En total, mi transformación demoró 1,101 segundos.
Para entonces ya había agarrado al coronel del cuello, elevándolo sobre el suelo y lanzándolo a metros de distancia. Aterrizó con un sonido desagradable.

- Tres costillas rotas. – analicé, musitando. – Pero sigue vivo.

Di otro paso en su dirección, me apuntó con el arma, temblando.

- Jodido Terminator... - sonreía, a pesar de todo.

- Mi nombre es Hel, coronel. – corregí, serio. – Pensaba que ya nos habíamos presentado.

Volví a levantarlo del suelo, apreté su garganta con las dos manos mientras su rostro se tornaba violeta. Entre el aire que le quedaba en el esófago, el ex militar rescató algunas palabras.

- Todo el mundo... - tosió. – Tiene una debilidad.

- Estoy de acuerdo, señor Fresneda. – giré la cabeza, sin comprender. – Aunque creo que no son unas últimas palabras muy bien escogidas, si le tengo que ser sincero.

Algo andaba mal. El coronel sonreía. Apreté con más fuerza. Y entonces alzó la mano con el arma. Si pensaba en dispararme, lo llevaba mal, mi piel reforzada no daría opciones a la bala, que rebotaría como una pelota. 

En el último instante, dirigió el arma hacia Violeta, a mi espalda.

- ¡No!

Fue lo único que acerté a decir. Lo siguiente que hice fue moverme. Se podría decir que de forma instintiva, pero los robots no tenemos instinto. Algo en mi programación, entonces, me hizo desviarme de mi objetivo. Solté al militar en el instante en que apretó el gatillo. Detuve la bala medio milisegundo después. Con mi cráneo. 

Caí al suelo, confuso. No entendía mucho más de las cosas. Mi visor se nublaba, y el humo del fuego, antes filtrado de forma eficiente por mi circuito, ahora me poseía, dificultando la correcta... 

Catarsis.
Suelo.
Estoy muerto.
Aún no, muerto...
Coronel sigue vivo, peligro.
Disparos.
No.
He de ayudar a los humanos. 

Hola, soy Hel, la inteligencia artificial creada con el objetivo de servirle, ¿en qué puedo ser de utilidad?

- Soy yo... - susurró una voz.

¿Es mi dueña?

- Hel... - dijo Violeta. – Ya puedes descansar.

Una lágrima.
Apagando circuitos.
Apagando...

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