Capítulo 8.

733 25 0
                                    

Me subí al coche con Misho de copiloto, me coloqué las gafas negras a causa del irritante sol y comencé a conducir.

El búlgaro me tendió su teléfono y lo conecté a la pantalla del coche para poder ver la dirección del gimnasio.
Puse algo de música y ambos comenzamos a tararear, aunque estuviéramos muertos de sueño.

—¿Vas al gimnasio? —Me preguntó quitándose el cinturón y saliendo del coche. Ya habíamos llegado.
—Cuando vivía en Barcelona si, me gustaba mucho. Iba con mi hermana. —Me escuchó sonriendo levemente.

Luego de eso se alejó para encontrarse con un chico con una cámara. Me crucé de brazos mientras veía como Misho comenzaba a grabar. Amortigüe una sonrisa y esperé a que terminaran para presentarme.

El chico de la cámara me saludó con la cabeza y yo me acerqué con mis brazos aún cruzados. Le di un pequeño apretón de manos y me puse a su lado mientras grababa a Misho.

Al entrar en el gimnasio me senté en un banco mientras miraba como el búlgaro se asfixiaba haciendo cardio. Cuando la cámara paró de grabar me miró.

—¿No te gusta correr? —Le pregunté aguantándome la risa.
—¿A quién le gusta correr? —frunció el ceño y me llevé una mano a la boca aguantándome la risa— ¿Te gusta correr? —Hizo una mueca y señaló otra cinta a su lado.

Negué con mi cabeza pero después de varios minutos me convenció. Comencé a estirar y luego me subí en la cinta y respiré par de veces antes de empezar.

—¿Cuánto tiempo tienes que hacer? —Le pregunté trotando. Me señaló la pantalla de la máquina y vi el tiempo.

Miré al búlgaro una vez más viendo como este cada vez se cansaba más y estaba sudando, igual que yo.
Me quité la camiseta quedándome en el top deportivo y seguí corriendo manteniendo la postura.

Noté la mirada de Misho clavada en mí y solté una risa mirando hacia abajo. Continuamos corriendo y cuando mi tiempo acabó me bajé de la cinta controlando la respiración y apoyando las manos en mi cadera.

Yo volví al banco en lo que él terminaba el resto del entreno. Estuve esperando mientras hablaba por mensajes con Clara, contándole todo lo ocurrido, ella seguía flipando.

Levanté mi mentón al notar una respiración acelerada cerca de mí. Miré al búlgaro el cual estaba completamente sudado. Apagué el teléfono dejándolo en mi regazo y me crucé de brazos.

—¿Divirtiéndote? —Le miré de arriba a abajo y negó con su cabeza con cara de sufrimiento.
Estallé a carcajadas y el hombre volvió a llamar a Misho para que siguiera con el entreno.

Cogí mi botella de agua y le di un sorbo antes de acercarme a observar. El calentamiento había terminado y habían empezado con par de ejercicios en los sacos.

Pasaron dos horas más y el entrenamiento por fin había acabado. El cámara de Misho propuso salir a comer, pues ya era mediodía.
Nos sentamos en unas terrazas cerca del gimnasio y pedimos ensaladas diferentes para cada uno.

El búlgaro se despidió a la cámara y terminamos de comer hablando sobre el entreno y lo mal que lo había pasado. Yo de mientras no podía parar de reír.

...

Cuando llegué a casa me metí directamente en la ducha para refrescarme. Aunque al salir me di cuenta de que tenía una llamada perdida de Clara y otra de Natalia.

Opuestos || Misho AmoliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora