No me dejes así...

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Me encontré con el a la mañana siguiente, como todos los días. Ya no era incómodo, desde que nos besamos todo era más relajado. No nos hablabamos pero tampoco nos tratabamos de ninguna forma.

-Peter.

-Dime___.

-Aparte de los lagos y la playa llena de sirenas, donde me puedo dar un baño, sin que me mate nadie? Pregunté sarcastica.

-Ven, acompañame. Me guió hasta un manantial precioso, estaba oculto, jamás lo vi antes.

-Aquí te puedes bañar las veces que quieras.

-Gracias Peter. Tenía pensado bañarme más tarde, por ahora solo estaré en el campamento. Nos fuimos los dos de vuelta sin decir ni una sola palabra.

-¡Chicos! Os gustaría jugar al escondite? Pregunté a los niños perdidos aburrida.

-Siii! Exclamarón todos.

-Porque tanto escándalo? Preguntó Peter.

-La paras! Le dijé corriendo a esconderme con los demás niños.
Solo suspiró y empezó a contar hasta veinte en alto. Decidí esconderme entre montones de árboles. Fue pillando a todos los niños, el tenía ventaja. Decidió buscarme a mi para el final. Lo ví buscandome en el lugar que yo estaba, me reí a voz baja, detrás de un arból. Me giré mirando a los otros árboles y al mirar hacia Peter ya no estaba. Confusa volvi a mirar y darme la vuelta. Me choqué con Peter que estaba a menos de 8cm de mi, con un brazo apoyado en el árbol impidiendome el paso. Sobresalté del susto.

-Me parece que te he encontrado. Dijo sonriendome, mientras me miraba a los labios.

-No es justo, tu puedes sentir donde estamos. Me crucé de brazos refunfuñando y le giré la cara.

-No te enfades conmigo por ser más listos que todos vosotros juntos pitufa. Dijo cogiendome de la barbilla haciendo que lo mire.

-Que no me llames así rascacielos. Comenté molesta.

-O que? Me vas a pegar con tus puños de bebe. Me respondió irónico y con intenciones.

-O verás...Dijé en voz baja mirándole fijamente.

-Oh Dios mio que miedo, creo que esta noche no duermo. Contestó sarcástico con los ojos hacia arriba, y riéndose de mi. Harta le dí una patada en sus partes, le cogí de la camisa y le susurré:

-A la próxima no te meterás conmigo. Le guiñé un ojo y me fui corriendo a esconderme. Se curó el dolor con su magia e inmediatamente me buscó, y finalmente me encontró.
Apareciendo en mi cara de repente, me acorraló entre sus brazos, agachandose a mi altura, casi rozando mis labios me dijo.

-Vuelve a hacer eso y sufrirás las consecuencias.

-Uy que miedo, Peter Pan me amenaza, para variar... Susurré irónica.

-Crees que bromeo? Me dijo sonriendome.

-Tengo tanto miedo que me tiemblan las piernas, mira como tiemblo, mira como tiemblo. Dije riendome de el.

-Te temblarán... Me susurró a centímetros de mis labios con cara de pervertido. Me cogió de la cintura, pegándome más a el y sin esperarlo estaba en su cabaña. Me tiró a su cama y gateó hasta estar encima de mí. Por la excitación nuestras respiraciónes solo crecián. Nos besamos hambrientos, yo cogiendo su pelo por detrás y el con una mano apoyado en la cama y con la otra bajaba de mi espalda hasta mi culo. Subí mis piernas y encerré sus caderas entre ellas. Sintiendo como un bulto presionaba sobre mis partes y cada vez crecía más.

-Ya ha despertado la bestia? Le susurré separandome del beso y cogiendo aire.

-Si, y tiene mucha hambre. Me dijo con picardia. Me quité la camisa y el sujetador, mirando a Peter, observé su cara de deseo y su mirada de sucio. Me siguió dando besos bajando por el cuello hasta llegar a mis pechos. Con su mano libre cogió el izquiero, lamiendolo y jugando con mi pezón. Solté un par de gemidos haciendo la situación más excitante. Lo aparte empujandolo. Lo volqué estando yo arriba ahora. Le quité el cinturón y los pantalones. Estando su miembro visible, comencé a acariciarlo, miré hacia Peter y su expresión de excitación me excitaba aún más. Poco a poco iba besandolo sin llegar a metermelo en la boca. No se lo quería poner tan fácil. Asi que dejándole la esperanza de que iba a chuparlo me levanté acercandome a el y susurré:

-No te lo pondré tan fácil, dile a tu amiguito que se espere. Dejandolo con las ganas. Miré abajo y cada vez estaba más empalmado. Cogí mi ropa para vestirme, escuché ruidos raros detrás de mi.

-Te estás tocando? Pregunté excitada pero sorprendida.

-Estoy, estoy muy cachondo, si no acabas tu lo hago yo. Dijo sin poder hablar bien jadeando.

-Se que quieres, pero te haces la difícil. Me dijo indicandone que vaya a unirme. Le sonreí con picardía y me salí de su cabaña esperándolo fuera sentada. Viendo que tardaba mucho entré, vi que sus dedos estaban cubiertos de un liquido blanco, pegajoso. Ya sabía lo que era, pero antes de que se lavara las manos...

-Espera! Siéntate en la silla. Le ordené. Me hizo caso sin entender nada. Me pusé de rodillas delante de el viendo su cara de excitación, levantó una ceja y sonrió. Cogí su mano manchada y fui chupando cada uno de sus dedos cubiertos de semen. Al dejarla toda limpia, se levantó y se puso las manos tapandose la cara.

-No me puedes dejar así.

-Así como? Dije sabiendo la respuesta. Se quitó las manos de la cara, agachandose hacia mi, sujetandome la cara diciendome a escasa distancia:

-Con ganas de que cada fibra de tu ser sea mia. De hacerte mia y haciéndolo gemir. Me ruborizé como nunca, y salí de la cabaña con el. Me dijo que fueramos al manantial a bañarnos después de todo, quería relajarse. Y eso hicimos.

El ya se había quitado su ropa y apunto de quitarme la mia para bañarme me dijo:

-Mira que bonitos los peces. Señalandome un lugar vacio.

-No veo nada.

-Acercate un poco más entonces. El traicionero me empujó al agua con la ropa puesta.

-Eres un idiota. Le dije sonriendo y quitandome la ropa tirandola al césped.

-Ayudame a salir. Alcé mi mano para que me levantase.

-No, me vas a tirar.

- No te voy a tirar, ayudame porfii. Le dije haciendo puchero.

-Esta bien esta bien. Cogió mi mano haciendo fuerza pero cometió un grave error porque definitivamente lo tiré.

-Lo sabia rata sucia! Me dijo salpicandome agua.

-Te la tenia que devolver. Riendome de el a carcajadas.

-El agua esta helada. Dijo temblando. Me acerqué a el, y completamente desnudos, lo abracé, el sintiendo mis pechos y yo su miembro tocando mis partes. Pero me dió igual. Se agachó para cogerme mejor. Mirandolé a los preciosos ojos verdes que tenía nos besamos, no era un beso de excitación era uno romántico y lento.

Peter Pan y su Niña Perdida. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora