Día 8

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Hay que decir las cosas como son: Dormí pal culo. Los revoltijos en mi estómago me hicieron encerrarme en el baño por bastante tiempo. Planté un pino que es capaz de darle oxígeno a todo el planeta. Fuera de esa olorosa noticia, queda poco para que finalice esta tortura, creo que pasado mañana nos vamos. Como es lo usual, disfruté mi desayuno siendo filmado y cabizbajo, soportando las usuales discusiones infantiles del resto.

— Chicos, ¿les parece que, si estudiamos lo suficiente ahora, vamos a festejar a la playa? —Propuso animado Cliff— No hemos recorrido mucho el pueblo, hemos pasado encerrados.

— Desde que nos agarramos a putizas con los Brayans, da un poco de miedo este pueblo —Opinó James.

— Podríamos ir a la hora de almuerzo para que no nos asalten —Nos miró a nosotros dos que no hemos dado ninguna opinión.

— ¡Síí! —Exclamó Ulrich— ¡Me muero por ir! —Parecía un niño pequeño sacudiendo sus piernecitas y sus bracitos emocionado.

— Pues, bien —Me encogí de hombros. No tenía ninguna queja.

Excepto por un detalle: El latente recuerdo de lo que viví anoche. ¿Ocurrió o el uso de sustancias me tiene mal? Me costará mantener la compostura. Siento que lo que construí para mantenerme cuerdo se tira a la basura. Mi cabeza da miles de vueltas, como en un carrusel. Tengo que enfrentar esta situación, pero no ahora, porque tiempo a solas no tendremos hasta un buen rato.

Las palabras del libro de psicología volaban por los aires y carecían de sentido. Al principio podía asociarlas a mi estado paranoico, y hoy... Hoy me siento a la deriva.

— ¡Negro! —Gritó Hetfield, moviendo su mano frente a mi rostro. Pestañee.

— Qué —Contesté de malas, su tono fue tan hostigante.

— ¡Te estoy hablando desde hace rato! —Coloqué los ojos en blanco— Responde: ¿Cuál es la diferencia entre el 'yo' y el 'superyo'?

— Umm... No sé —Le saqué la lengua, Lars rió, encantador.

— Llevas en otra desde hace rato, ¿pasó algo?

Volteé a mirar a Lars. Me dedicó una sonrisa maravillosa y luego guiñó. Oh, my...

— Estoy bien —Cogí una botella de agua que yacía en el centro de la mesa, con mi mano temblante y le di un sorbo—. Permiso.

— Vamos de nuevo.

Ellos se rindieron al rato conmigo porque no estaba apto. Y saben que soy el de mejores notas también, no les afecta que yo me salte ciertos pasos, en todo caso, no es que no sepa. Simplemente... No quiero responder, estoy muy agobiado.

Posterior a ello, salimos de casa a comprar unas papas fritas y otros snacks para picar, empanadas, muchas cervezas. Decidimos instalarnos en un roquerío, alejado de las familias con sus niños. Trajimos la cámara y el parlante, obvio. Clifford introdujo un cassette pirata compilatorio que grabó antes de este viaje, me venía como anillo al dedo porque a veces aburre escuchar álbumes completos nada más, algo de variedad requería que no fuera la radio.

Bebí de mi lata de cerveza, contemplando el horizonte mientras cantaba en voz baja 'Kiss me Deadly' de Lita Ford. No sé de qué hablan estos locos, estoy en mi espacio seguro aquí con la naturaleza. Piqué snacks y limpié el exceso de sal que quedó en mi mano contra mi cadera.

— ¿Necesitas ayuda, morenazo? —Ulrich me enseñó un bote de bloqueador solar.

— Ni siquiera hace calor —Desvié la mirada.

— El cáncer de piel se desarrolla igual —Abrió el pote—. Ya, mírame bien.

Obedecí y él untó protector sobre mi mejilla, acariciando con una delicadeza tremenda. Apreté los labios entre sí. Menos mal me está cubriendo la cara porque o si no, se notaría a kilómetros mi sonrojo. Al acabar de echarme en la cara y el cuello, me dio un apretón en los cachetes.

Psicología (Metallica, KLARS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora