Nadie podrá reemplazar a mi esposa...
Todavía acostumbrabas a estar en la habitación que alguna vez fue cuidadosamente preparada para recibir al bebé que nunca llegó a nacer, sentías una mezcla abrumadora de emociones que pesaban en tu corazón. Cada objeto, cada recuerdo, parecía como un aguijón que penetra tu alma, recordándote la felicidad que una vez tuviste y que ahora se ha esfumado.
El aire denso y cargado de melancolía, como si la tristeza se hubiera impregnado en cada rincón del cuarto. Cada respiración es un suspiro pesado que escapa de tus labios, llevando consigo el dolor y la angustia que te consumen.
Acariciaste suavemente las sábanas de la cuna vacía, sintiendo la suavidad del tejido bajo sus dedos, pero también la frialdad del espacio que debería haber sido llenado por la presencia cálida y tierna de un bebé.
Las lágrimas se acumulaban en tus ojos mientras tus sentimientos se agitan, y el nudo en tu garganta parecía apretarse cada vez más. Cada objeto, cada detalle te transporta a un pasado feliz que se convierte en un cruel recordatorio de lo que ya no puede ser.
El sonido del móvil musical, una vez lleno de promesas de calma y dulzura, ahora suena como una canción triste y solitaria que resuena en sus oídos. Cerraste los ojos, tratando de bloquear las imágenes que te atormentan, pero los recuerdos de momentos compartidos con tu esposa te inundan, y el dolor se intensifica.
Las paredes de la habitación parecen cerrarse a tu alrededor, como si la tristeza quisiera aprisionarte en ese lugar de recuerdos dolorosos. Cada dibujo en la pared, cada frase llena de amor, parecen gritarte en silencio las esperanzas rotas y las promesas quebrantadas.
En medio de la tristeza y el dolor, encuentras consuelo en la presencia de los objetos que evocan el amor compartido con tu esposa y su bebé no nacido. A pesar de la agonía, la habitación se convierte en un lugar sagrado donde el amor perdura.
Tienes razón necesito salir de aquí, necesito aire fresco.
...
Yaoyorozu estaba trabajando como de costumbre cuando las voces de las personas la distrajeron.
Fuera de la oficina, en el pasillo, se desarrollaba una conversación que llamaba la atención.
—Ella es la presidenta, ¡y es una chica! ¡Quién lo hubiera dicho! —se escuchó decir a alguien.
Las palabras resonaron como una revelación, y Yaoyorozu salió apresuradamente de su propia oficina al escucharlas. Sabía que tenía que presentarse de inmediato.
Cuando finalmente se encontró cara a cara contigo, su corazón pareció detenerse y su rostro palideció visiblemente. Era una sorpresa demasiado grande para procesar en ese momento.
Me acosté con la presidenta... fue el pensamiento que pasó por su mente, dejándola atónita.
Mientras tanto, en medio de la reunión, tomaste la palabra con elegancia.
—Es un verdadero placer contar con un equipo tan productivo como el de ustedes —agradeciste, irradiando confianza.
Durante tu mirada panorámica, tus ojos se encontraron con los de Yaoyorozu, quien rápidamente se escondió detrás de otra mujer, tratando de pasar desapercibida.
Es la joven de aquella vez. Pensaste, sintiendo un alivio interno al ver que estaba bien.
Yaoyorozu experimentaba una mezcla de vergüenza y determinación mientras reunía el coraje necesario para presentarse ante ti, temblando ligeramente, pero sin ceder ante sus nervios.
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𝐋𝐀 𝐎𝐌𝐄𝐆𝐀 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐏𝐑𝐄𝐒𝐈𝐃𝐄𝐍𝐓𝐀
FanfictionEsta historia no se encuentra corregida, por tanto los capítulos pueden estar propenso a ediciones de ortografía y gramática para comprender mejor la trama. ... En un mundo regido por el subgénero de omegaverse, ____ Hayashi, una alfa de extraordina...