Capítulo 7

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Yaoyorozu estaba decidida a ayudarte, aun sin ser psicóloga o terapeuta, veía en ti una persona llena de vida que se apagaba fácilmente. No se marcharía de ahí hasta verte salir, aunque eso implicara esperar días o incluso semanas. La determinación de la joven indicaba que comprendía que, más que nunca, necesitabas apoyo.

—No me iré de aquí hasta que salgas —reiteró, firme en su decisión.

Tú, por otro lado, insistías en pedirle que se fuera.

—Quiero que te vayas...

—Ya lo dije, no me iré.

En un principio, pensaste que era una mera expresión de apoyo, que eventualmente se marcharía para evitarte problemas. Sin embargo, Yaoyorozu estaba decidida a sanar esas heridas que te atormentaban.

te percatabas de lo linda que era, y sentías que una persona tan hermosa no merecía presenciar tu sufrimiento ni detener su propia vida por ello.

Mientras el tiempo transcurría, Yaoyorozu ideaba un plan para transformar tu entorno y, quizás, así influir en tu estado de ánimo. Planeaba revitalizar el marchito jardín que, desde tu perspectiva, solo reflejaba tu propio estado. Decidió contratar jardineros nuevos para este propósito, personas necesitadas a las que jamás les negarías trabajo, evitando así que despidieras a los actuales jardineros.

Siguió esto contratando a una agencia de limpieza, con la promesa de dejar el lugar como nuevo. Mientras hablaba por teléfono, coordinando todos los detalles, expresaba su deseo de que el cambio no solo fuera superficial, sino que también pudiera tocar algo dentro de ti.

Pronto verás cómo cambia todo. pensaba Yaoyorozu mientras planificaba las mejoras. Quería que tu hogar se convirtiera en un espacio acogedor y lleno de vida. Consideraba cada detalle, desde la selección de plantas hasta la elección de colores que pudieran levantar el ánimo.

Al idear estos cambios, no solo estaba pensando en la apariencia física, sino en la creación de un entorno que pudiera aportar positivamente a tu bienestar emocional. Con cada acción, esperaba que el espacio recién renovado pudiera inyectar un poco de luz y esperanza en tu vida.

La noche se había desvanecido en el suelo donde Yaoyorozu se había quedado dormida esperando frente a tu puerta cerrada con determinación. Pero aún si alejar a Yaoyorozu significaba ser cruel, lo harías sin importar.

No quiero amar a nadie de la misma forma que lo hice contigo...

Persistía esa frase en tu día a día tras la muerte de tu esposa. Todos decían que era mejor seguir y olvidar, pero ¿cómo olvidas el cuerpo sin vida de tu esposa en tus brazos? ¿Cómo olvidas a la bebé que jamás viste, pero que sentías en su vientre?

Esa carga emocional te había hecho cerrarte al mundo, atrapada en el dolor y la memoria. Sin embargo, a pesar de tu resistencia, Yaoyorozu estaba decidida a romper esas barreras y ayudarte a sanar.


...


Podías ver a Yaoyorozu en el jardín, ocupada dirigiendo a los jardineros y hablando con personas en tu propio espacio verde. Su aspecto desaliñado, sin tacones y con medias dañadas, solo provocaba una sonrisa en tu rostro. Al verte, decidiste cerrar las cortinas y volver a la cama, tratando de mantener tu distancia emocional.

El jardín, antes marchito, estaba siendo transformado. Más de diez jardineros trabajaban incansablemente, cortando, limpiando y replantando. La energía de Yaoyorozu parecía contagiar a todo el entorno.

En el interior de la casa, Yaoyorozu había traído a contratistas para la remodelación interna.

—Me gustaría cambiar el papel tapiz, usar colores lujosos. Quiero reemplazar algunos muebles, especialmente los del vestíbulo. Vamos a necesitar sofás más modernos y nuevos.

𝐋𝐀 𝐎𝐌𝐄𝐆𝐀 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐏𝐑𝐄𝐒𝐈𝐃𝐄𝐍𝐓𝐀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora