Capítulo 7

32 4 1
                                    


Nayra entró en la universidad con más sueño de lo normal. Le daba mucha pereza volver tras las vacaciones de Navidad. En esos días, apenas había salido de su casa y el tiempo se le había pasado lentísimo. Se aburría como una ostra y lo poco que había abandonado su hogar había sido para sacar fotos o ir con su hermana de compras. Bueno, más bien, Theresa compraba mientras ella miraba. A diferencia de Nayra, a su hermana le chiflaba la moda y pasar horas en un centro comercial. En cambio, la menor de la familia Hastings lo detestaba. Prueba de ello era que muchos días se vestía con lo primero que cogía del armario. Solo se arreglaba cuando quedaba con Liam o Wendy para ir a tomar algo o cuando asistía a clase.

Aunque ese día no se había esmerado demasiado. Llevaba unos vaqueros con el dobladillo a la altura del tobillo, unas Converse bajas rosas y una sudadera del mismo color tres tallas más grande que ella en la que se podía leer en letras grandes y azules «CALIFORNIA». Y para rematar su conjunto, había pasado olímpicamente de peinarse, por lo que se había recogido sus mechones coloridos en un moño mal hecho en lo alto de la cabeza.

Entró en la clase que le tocaba y suspiró al pensar que esa asignatura Liam no la tenía ya que ella se encontraba más retrasada en comparación con los compañeros con los que empezó, aunque no iba tan mal. Al menos se estaba sacando la carrera. El periodismo siempre le había gustado, sobre todo, porque tras licenciarse podía dedicarse al fotoperiodismo. No era su gran pasión, a ella no le gustaba captar la belleza de las catástrofes humanas pero al menos realizaría algo que le gustaba. Claro que no sería fácil conseguirlo, más con el expediente tan flojo que tenía.

Pero volviendo al tema de Liam, ¿era malo que se alegrara del hecho de que en todo el día no iban a coincidir en ninguna clase? Nayra no lo quería ver aún. Todavía no le había perdonado lo que hizo la noche de Año Nuevo. Al igual que le ocurría con Wendy. Las palabras de su hermana las tenía muy clavadas en su mente.

«¿Sabes cuándo de verdad serás feliz? Cuando todo acabe».

Cuando todo acabe. Eso decía ella pero quizá si acababa con esas dos relaciones sería la persona más desgraciada del mundo. Solo tenía que echar la vista atrás para ver que las amistades no se le daban nada bien, mucho menos los noviazgos. Sí que se había liado con otros antes de Liam, pero oficialmente, él había sido el primero en todo. Temía quedarse sola de por vida si les decía adiós.

Sin embargo, tenía que darle la razón a su hermana en algo. ¿Hacía cuánto que no se sentía completa y feliz? ¿Hacía cuánto que vivía sin miedo a que a su mejor amiga le ocurriera algo? Y, ¿hacía cuánto que salía a la calle sin la preocupación de que Liam se pudiera liar a golpes con el primero que se dirigiera a ella? Por más que echara la vista atrás, era incapaz de recordarlo.

Las cuatro horas que tenía se le hicieron completamente aburridas y se pasó la clase mirando con disimulo su móvil, más en concreto, las redes sociales y las movidas que en ellas había. Nayra nunca entraba en ninguna, era lo mejor, pero siempre le daban ganas de coger un bol de palomitas mientras leía las sandeces que decían. Una red social para conocer gente se había convertido, con el paso de los años, en un patio de colegio de personas adultas con un comportamiento infantil e hipócrita.

Siguió cotilleando hasta que se detuvo en una publicación de Wendy. No había escrito nada pero la imagen que había puesto con una frase triste hablaba por sí sola. Indirecta en toda regla para ella.

Suspiró y bloqueó el móvil para concentrarse en la clase y seguir tomando apuntes. Así evitaría pensar en todo lo que su mente albergaba.

Cuando por fin llegó la hora de marcharse a casa, guardó a toda prisa sus cosas en su bolso gigante de color coral y salió por la puerta a paso apresurado. No quería encontrarse con Liam por los pasillos, por lo que dio una vuelta por todo el edificio de la facultad para salir por la puerta de atrás pero antes de alcanzarla se detuvo y se quedó pensando en lo idiota que era. Parecía una niña pequeña huyendo del niño que le tiraba del pelo. Levantó la cabeza y se dispuso a salir por la puerta principal aunque con cierto nerviosismo por si se encontraba con él. Sabía que se acercaría a ella para persuadirla y en lo más hondo de ella, tenía claro que no quería perdonarlo. Al menos por el momento. Estaba cansada y Liam debía ver lo que él y solo él provocaba. Tenía que darse cuenta de que la perdería si no cambiaba. Y de verdad. A ella ya no le servían las promesas.

Cuando Todo AcabeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora