Capítulo 11

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El viernes llegó y Nayra no dejaba de dar vueltas a todo lo que tenía en la cabeza: Wendy seguía desaparecida, seguía evitando a Liam y esa noche tenía una cita.

«No es una cita. Es una quedada de amigos», se corrigió mientras miraba las mariposas que colgaban a modo cortina delante de su ventana.

Cuando Theresa se enteró no pudo disimular lo feliz que le hacía que su hermana pequeña saliera con el bombón, como lo había apodado. ¿Tan mal le caía Liam? Suspiró y se giró hacia su armario para mirar la ropa que tenía colgada de una percha. Su hermana, como experta en moda, le había ayudado con el vestuario estilo cowgirl. Llevaría un vestido de tirantes con la parte de arriba de tela vaquera, un cinturón ancho marrón y de él, saldría una falda blanca ligera con una ornamentación sencilla en el bajo. Lo complementaría con una chaqueta marrón con unos pocos flecos en los hombros, un collar y unas botas, también marrones, con más flecos y un poco de tacón. La verdad es que el conjunto era precioso y con su cabello rubio oscuro, sus mechas de colorines y sus ondas naturales, le quedaba muy bien.

—Vaya, ¡si mi hermanita está muy buena! —le había dicho cuando se probó el conjunto—. Cuidado, que igual a Dan le da por comerte —había bromeado dándole un suave azote en el trasero.

Esa frase no la dejó nada tranquila y lo único que había conseguido era que tuviera muchas más dudas.

Aún quedaba una hora hasta que llegara el momento de salir al centro para reunirse con él en la fuente donde habían quedado. Para hacer tiempo decidió coger su móvil y llamar a Liam, aunque no sabía si era muy buena idea. No pensaba contarle nada, pero necesitaba hablar con él. Marcó el número nerviosa y este no tardó en responder.

—Hola, nena —saludó ilusionado—. No sabes cuánto te echaba de menos.

—Hola, Liam —consiguió decir.

—¿Me has perdonado?

—No —contestó con rotundidad—. No puedo hacerlo hasta que no vea que de verdad has cambiado.

—Cariño, te prome...

—Como menciones la palabra prometer, te juro que te cuelgo —amenazó, interrumpiéndolo.

Lo oyó suspirar y se quedaron unos segundos en silencio.

—No has venido a la universidad estos días.

—No he ido a las asignaturas que tenemos en común. Necesitaba espacio y sé que no me lo ibas a dar si coincidíamos en algún lado.

—¿Me has llamado para esto? Creía que querías solucionar las cosas —dijo empezando a enfadarse.

—No, lo siento, no te llamaba para eso. —Se sentó en la cama y comenzó a frotarse las rodillas con la mano que tenía libre—. En realidad, te llamaba para comentarte una cosa. Aunque ahora no estemos en el mejor momento, sigo queriendo contar contigo para algunos asuntos.

—Lo que sea.

Nayra se levantó de la cama y caminó hasta la ventana para sentarse en el poyete y mirar a la calle. Empezaba a anochecer.

—El otro día fui a la tienda de la señora Owen a revelar unas fotos y me ofreció ayuda para que hiciera una exposición de fotografía en un local y empezar a dedicarme a lo que me gusta de una forma más... profesional. —Él no dijo nada—. Lo he pensado mucho, porque al principio le dije que no, pero... podría intentarlo y, así, empezar a hacerme un hueco en este mundo. Al menos intentarlo. Además...

Cuando Todo AcabeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora