Theresa estaba preocupada y bastante enfadada con su hermana. Y también cansada de la situación. No se daba cuenta del daño que le hacía su relación con Wendy.
La chica había vuelto a desaparecer sin dar señales y Nayra estaba muy asustada por ella. Temía que un día hiciera una locura y cuando su amiga desaparecía, un malestar invadía su cuerpo; tanto físico como mental. Por las noches, no podía dormir y las pocas horas que lo hacía, tenía pesadillas. Era incapaz de concentrarse en nada y muchas veces se derrumbaba y lloraba muerta de miedo por si le había pasado algo grave, ya que esa chica había tenido varios intentos de suicidio y, aunque sí se lastimaba, no terminaba de ser capaz de abandonar la vida.
A Nayra se le cerraba el estómago y, en ocasiones como aquella, acababa por correr al baño para vomitar la poca comida que había ingerido minutos antes. No le entraba nada y en esos cuatro días que llevaba sin saber nada de Wendy, había perdido peso.
—¿Cuándo vas a ver que a esa chica no le importas? ¿A darte cuenta de que en realidad es una egoísta?
Nayra tiró de la cadena y salió del baño con un aspecto horrible. Se había lavado los dientes y en ese momento se pasaba la mano por la boca para secarse el agua que quedaba a su alrededor.
No quería creer las palabras de su hermana. Wendy no era así, pero nadie era capaz de verlo. Solo ella se daba cuenta de que, en realidad, era una chica con muchos problemas y sin nadie que la apoyara. Por ello, no pensaba abandonarla.
—No es una egoísta. No la conoces. Solo lo pasa mal y me necesita.
Theresa se cruzó de brazos mientras negaba con la cabeza. Nunca le daría la razón y, por muy cruel que sonara, tenía que intentar que su hermana se quitara la venda y mandara a la mierda a esa tía.
—Nayra, si de verdad fuera tu amiga y le importaras, no te haría pasar por esto sabiendo cuánto te afecta. Te mandaría, aunque fuera, un mísero mensaje, pero creo que esa chica necesita verte mal para comprobar que de verdad le importas. Te quiere atar a ella, que la busques, que le hagas sentir lo que las
personas más cercanas a ella no consiguen, ¿no lo ves? —Elevó un poco el tono de voz mientras daba un paso hacia ella—. Y después, cuando consigue chuparte la energía, se larga. ¿No te das cuenta de lo tóxica que es?
—¡Basta ya, Theresa! —Nayra empezando a hartarse de tener siempre la misma conversación—. No la conoces.
Nayra pasó por su lado molesta con lo que le decía su hermana. Ella no entendía por todo lo que Wendy pasaba y no era como la describía ya que, cuando era ella la que no estaba bien, su amiga la animaba y no se separaba de su lado. Aunque en lo que sí le tenía que dar la razón, era en que le podría avisar de que iba a tomarse un tiempo alejada de todo. Un mísero mensaje donde le dijera que necesitaba estar sola o lo que fuera. No podía evitar pensar en que un día la encontrarían muerta. Al imaginarse esa posibilidad, se derrumbaba, pues no sabría qué iba a hacer sin Wendy. La necesitaba demasiado en su vida, incluso a veces sentía que había creado una dependencia hacia ella. No era idiota y sabía que eso no era bueno, al contrario; no podía depender de una persona y lo intentaba evitar, pero con Wendy había conectado como con ninguna otra persona. Era la primera amiga que tenía de verdad y que no le daba la espalda en sus momentos malos. Al contrario que otras, que no dudaban en darla de lado cuando se aburrían o aparecían nuevas personas.
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Cuando Todo Acabe
RomanceDesde pequeña, Nayra es un absoluto desastre. O al menos ella se siente así hasta que un día un niño aparece en su vida para robarle más de una sonrisa. D.J. no ha tenido infancia. A los nueve años ha tenido que vivir cosas que nadie debería. Pero s...