Sonrisa y Guiño

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Tu único conocimiento sobre la Montaña Solitaria y el reino enano que reside dentro y debajo de ella fueron las historias de algunos enanos con los cuales conviviste en Ered Luin. Y no ibas a negar que tenías ganas de conocer aquel lugar tan querido por sus ex habitantes, los pocos que quedan.

Hace pocos días pudiste conocer en vivo y en directo el reino de Erebor. Te habían dicho que era enorme, pero no inmenso. Para alguien que no estuvo en aquellos pasillo, perderse era algo muy fácil y es justo lo que te paso a ti. Tuviste la brillante idea de dar un paseo en solitario por un lugar que no conocías. Aún así no te importo, admiras todo el lugar, que a pesar de que estuvo muchos años abandonado, está bastante destruido y hay un olor fuerte, era un lugar muy lindo.

Caminas sin saber a dónde ibas, todo estaba bastante oscuro, sin embargo te llama mucho la atención una luz brillante que se dejaba ver más abajo. Vas hasta allí y tus ojos se abren por completo y tu boca se cae de lo asombrada que estabas de ver aquel campo dorado con destellos blancos, rojos, verdes y azules, de los diamantes, rubíes, esmeraldas y zafiros.

Bajas por unas escaleras y te detuviste justo en el borde, un paso más y estarías arriba del enorme tesoro.

No tienes intenciones de agarrar, ni robar nada, pero no puedes dejar de ver aquel paisaje brillante. Aunque no vas a negar que la idea de tirarse por las montañas de oro, como si fueran un tobogán, se te pasó por la mente.

- ¿Quién eres y qué haces aquí?- una potente, y molesta voz resonó en eco en la sala y a tu derecha se acerca un enano, al cual identificaste como el rey, la corona en su cabeza lo indicaba.

- Lo siento, su majestad- haces una inclinación en señal de respeto- soy Maru, hija de Maro. Quise dar un paseo y me termine perdiendo- te averguenzas- y no pude evitar admirar todo esto.

- Supongo que no quieres robarme- te sorprende aquella frase y que su rostro se relaja un poco

- No, claro que no, su majestad. Solo quise admirar todo esto. Los enanos de Ered Luin, me contaron sobre el oro del Rey Thror, no pensé que sería de tales dimensiones

- ¿Cómo es que llegaste aquí?- el enano empieza a tener curiosidad por aquella mujer extraña para él

- Me acerqué a Ered Luin para pedir refugio, estaba lloviendo a cántaros y lo necesitaba. Por suerte me ofreció un lugar ahí y aquí en el reino. Espero que no le moleste.

- Si, mi hermana cree que es correcto, esta bien- te mira curioso y tras unos segundos de silencio, decide hablar- si quieres puedes venir- lo miras no segura de su decisión- tranquila no pasa nada- derrotada, te quitas los zapatos, levantas levemente la falda del vestido y empiezas a caminar por el oro. Te ríes ligeramente al sentir cosquillas en las plantas de tus pies.

El suelo de monedas de oro era un poco inestable, por lo que ibas tambaleante, por eso cuando estas lo suficiente cerca del monarca, él te ofrece su mano y tu para evitar hacer el ridículo la tomas. Le sonríes agradecida y él, aunque fuera una pequeña, te devuelve la sonrisa.

Tomas un zafiro, tu piedra favorita.

- ¿Te gusta?- te pregunta curioso

- Si- admiras esa piedra y te trae recuerdos y la pena de haber perdido el regalo de tu madre. Tras unos segundos la vuelves a dejar sobre las monedas de oro- me gustaría felicitarlo por su victoria y decirle que fue muy valiente por hacer peligrosa aventura sin saber si iba a ser exitosa

- Se lo agradezco, señorita- te sonríe- es un placer y honor poder darle un hogar a mi pueblo, familia y una bella dama- te guiña el ojo y tu te sonrojas.

Mundos MixtosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora