CAPÍTULO 50

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MASON

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MASON

"El encuentro de dos personas es como el contacto de dos sustancias químicas: si hay alguna reacción, ambas se transforman" - Carl Gustav Jung

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Estos días fueron difíciles, pero habíamos avanzado mucho; Daphne puso todo su empeño en mejor y lo estaba haciendo a grandes pasos, aunque todavía tenía algo de dificultad para hablar lo que la frustraba bastante, pero poco a poco estaba aceptando que debía tener paciencia.

De acuerdo al informe de los médicos, Daphne estaba oficialmente fuera de peligro; tal vez fue suerte o el grandioso poder del universo, pero el accidente no dejó secuelas de gravedad y aunque tenía algunas lesiones que tardarían en sanar, ella estaba bien y muy pronto dejaríamos este terrible momento atrás.

- ¿Estás listo? – preguntó mi abuelo sacándome de mis pensamientos

- Sí – respondí respirando profundamente

- Ya casi es el momento

Nos encontrábamos a punto de ingresar a la sala del juicio y los nervios que sentía comenzaban a sobrepasarme; ya todos se encontraban dentro de la sala, solo faltábamos nosotros, pero como yo formaba parte de los testigos de peso, tuve que mantenerme afuera hasta que fuera mi turno de declarar y esa simple acción estaba volviéndome loco.

- ¿Recuerdas todo lo que hablamos con los abogados? – preguntó mi abuelo y asentí

- Ya es el momento – nos indicó uno de los guardias del juzgado, pero antes de que pudiera dar un paso, mi abuelo me detuvo

- Mason, no importa lo que diga tu padre, no caigas en sus provocaciones – dijo mi abuelo tomándome por los hombros y nuevamente asentí

- Deben entrar – ordenó el guardia y mi abuelo me soltó para que pudiera entrar a la sala

En cuanto las puertas se abrieron todas las miradas recayeron en mí y sentí la verdadera presión; avancé por el pasillo en cuanto me nombraron como testigo y una vez que subí al estrado mis manos comenzaron a sudar y tuve que respirar profundamente para tranquilizarme.

Lo primero que noté fue a mi padre que me miraba con rabia y odio en sus ojos; realmente me costaba entender como podía despreciarme tanto, pero honestamente, ya no me afectaba como antes, lo cual en este momento jugaba a mi favor; estaba absorto en las miradas fulminantes con las que me observaba mi padre que por un segundo sentí que el tiempo se detenía, pero entonces, otra mirada llamó mi atención haciéndome sonreír.

El juicio era cerrado, por lo que la cantidad de personas que podían estar presentes estaba reducida al mínimo; los padres de Daphne estaban aquí, al igual que los abogados y sus abuelos a los que había tenido el agrado de conocer durante estos días, pero ahí, sentada justo al lado de su padre estaba Daphne lo que definitivamente me tomó por sorpresa; se suponía que permanecería en el hospital, se suponía que los médicos no la dejarían salir, pero aquí estaba; sonriéndome con suavidad y brindándome la paz que tanto necesitaba.

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