CAPÍTULO 1

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DAPHNE

¿Puedes recordar quién eras antes de que el mundo te dijera quién debías ser? – Charles Bukowski

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La vida de una heredera es complicada, desde afuera puede parecer que lo tenemos todo, pero en ocasiones eso dista mucho de la realidad e incluso en mi familia donde mis padres no intentaban a toda costa controlar mi vida y planear mi futuro, la presión por ser quien se espera que sea, sigue presente.

¿Por qué el mundo insiste en moldearnos a su antojo?

¿Por qué es un error querer un poco de libertad?

¿Está mal querer ser uno mismo?

El mundo en el que vivimos está regido por las apariencias, nadie es real ni sincero, todos nos ocultamos detrás de una sonrisa aun cuando estamos agotados por dentro, todos fingimos porque eso es lo que se nos enseñó a hacer, porque es lo que él mundo nos enseñó que era correcto.

Mis padres hicieron todo lo contrario, ellos siempre me impulsaron a ser la mejor versión de mí misma que fuera posible, nunca me impusieron sus deseos ni sus decisiones; mis padres siempre me dejaron elegir, pero, aunque ellos eran abiertos, comprensivos y amorosos, el resto del mundo no lo era y de eso no tenía dudas.

Estaba sumida en mis pensamientos cuando escuché la voz de mis padres discutiendo con mis hermanos y suspiré antes de levantarme, porque sin duda nuevamente tendría que interceder o el caos volvería a desatarse en casa y por más que mis padres fueran comprensivos, mis hermanos sí que se esforzaban en complicar las cosas.

Alissa y Harry siempre terminaban metidos en problemas lo que usualmente acababa con ellos siendo expulsados de la escuela o con mis padres recibiendo quejas de profesores y padres de otros alumnos, aunque esos problemas fácilmente desaparecían, después de todo, no por nada éramos una de las familias más importantes y poderosas de Europa.

Mis hermanos eran dos gotas de agua, tanto física como conductualmente; ambos tenían el cabello rubio y los ojos verdes al igual que mamá, pero eran maestros a la hora de cometer travesuras y no eran travesuras pequeñas que resultaban en algo gracioso, eran travesuras de tamaño astronómico que nos provocaban un fuerte dolor de cabeza.

Mis hermanos eran herederos como yo, pero no éramos iguales, porque ellos contaban con mucha más libertad; el mundo los observaba, pero no estaban en el centro del huracán y aunque podían tener un mal comportamiento, no los juzgaban con la misma dureza que a mí; pero lo que no llegaba a entender era porque se esforzaban tanto en meterse en problemas, ambos eran brillantes, tanto en la escuela como en las clases extracurriculares y tenían la capacidad innata de desenvolverse frente al público y convencer a todos casi de cualquier cosa; mis hermanos podían ser sorprendentes, pero también llegaban a ser exasperantes.

Me apresuré a vestirme y cepillé mi cabello antes de bajar a la sala donde mis padres parecían estar al borde de un ataque de nervios y honestamente no los culpaba, porque por lo que había llegado a escuchar, esta era la quinta expulsión que recibían mis hermanos en los últimos dos años y honestamente a mis padres se les estaban acabando las escuelas.

-        ¡No puede ser! – exclamó mi madre molesta justo cuando entré a la habitación - ¡¿No pueden ser un poco más sensatos?! ¡Es su quinta expulsión! ¡Ya ninguna escuela quiere arriesgarse a recibirlos!

-        Mamá... - murmuró Harry con la voz que usaba cada vez que quería disculparse, pero esta vez mi madre no cedió

-        ¡Aun no he terminado! – exclamó furiosa y tomé asiento junto a papá que solo miraba a mis hermanos en silencio

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