Capítulo 31

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Camille

A la mañana siguiente me desperté con un poco de dolor de cabeza y frío. Me desperecé en la cama y me senté. Miré a mi alrededor, la habitación de Nick estaba vacía. Aún así supe que estaba en el baño cuando escuché el ruido de la ducha corriendo.

Una parte de mí quería salir corriendo y se moría de vergüenza ¿qué le diría? ¿Cómo se suponía que debía dirigirme a él luego de lo que pasó? Nos habíamos dejado llevar por las sensaciones del momento y, curiosamente, no me sentía inconforme. El problema es que había empezado a vivir con él para ayudarlo, no tenía pensado que algo así fuera a pasar.

Me estremecí cuando volví a sentir sus labios sobre mi piel, su mano en mi cintura y recordé el movimiento de sus caderas contra las mías, junto con los jadeos.

¿Qué pensaría él? ¿Me miraría o volvería a ignorarme como en un principio? No quería que pasara lo mismo que cuando nos habíamos besado por primera vez. No quería que volviera a sentirse incómodo de pasar tiempo conmigo.

Me estiré sin destaparme para alcanzar la ropa interior y el corpiño que estaban en el suelo y me cambié. Me sentía extraña al estar semi desnuda en la cama de Nick, en especial sabiendo lo que habíamos hecho. Visualicé mi ropa en el respaldo de la silla y estiré la mano con tal de agarrarla, pero la puerta del baño se abrió haciendo que rápidamente me cubriera de nuevo con la sábana. No supe porqué, como si tuviera algo que ocultar ya.

Lo ví salir ya cambiado con un pantalon negro y una remera sin mangas del mismo color. Tenía el pelo un poco mojado todavía y se quedó mirándome por unos segundos.

—Buenos días —saludó.

—Hola —respondí verificando que no se me escapara ni un centímetro de piel de entre las sábanas.

—¿Dormiste bien? —Asentí. Se pasó una mano por el pelo.

—Nick —Sus ojos me miraron.

—¿Sí?

—¿Podrías pasarme mi ropa? Por favor —pregunté mirando la silla. Se quedó observándola unos segundos y luego deslizó la vista hacía mí.

—¿Debo? —Un escalofrío recorrió mi espalda cuando clavó su mirada en mí. Fruncí el ceño.

—Si, tengo frío.

Una sonrisa escapó de sus labios, se cruzó de brazos.

—¿Quieres que te ayude con eso? —Arqueé una ceja, perdiendo un poco la vergüenza, ¿a esto quería jugar?

—Gracias, pero creo que estoy bien solo con vestirme.

—¿Y si no quiero que te vistas? —Se acercó hacía mí, sentándose en frente mío.

—No es justo que yo esté casi desnuda y tu te hayas hasta dado una ducha. Pasame la ropa y estamos a mano.

—¿No es justo? —Se aproximó un poco más —. Entonces quizá deba quitarme una prenda para que estemos a mano.

Negué con la cabeza.

—En ese caso, serían dos prendas, pero mejor quédate así.

—Que pena —Se encogió de hombros.

—¿Vas a pasarme la ropa?

—¿Y por qué no vas tú por ella?

—Tu solo quieres que me levante sabiendo en la situación en la que estoy para quién sabe qué.

—¿Escasez de ropa? Puede que sí —No se movió.

—¿No vas a ser un caballero?

—¿Quieres que sea un caballero? —Acercó su rostro al mío.

Te Encontré en París [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora