Capítulo 37

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Nick

Los minutos sin Cam en el departamento me parecían horas, días. Y eso en parte me sorprendía, me había acostumbrado a vivir solo durante muchos meses, que tener el departamento vacío, exceptuando las visitas breves de Hank y las sesiones de terapia con Laura, había sido parte de mi día a día durante más de un año.

Pero ahora, desde que las cosas con Cam iban de la forma que iban, era como si necesitara compañía más seguido. Como si el silencio de mi habitación fuera demasiado... ruidoso.

Pasé los dedos por las cuerdas de la guitarra haciéndolas vibrar mientras dejaba que momentos fugaces atravesaran mi mente intentando buscar una melodía y encontrar la manera de rellenar aquel silencio tan amenazante.

Primero recordé la vez que fuimos con Lucas a una fiesta para mayores de edad teniendo quince años y probamos el vodka por primera vez.

—Puaj —Alejé el vaso de mi cara —. Esto es asqueroso.

—A ver —Lucas me lo quitó y le dio un sorbo para luego hacer una mueca de asco.

Ese día había prometido no volver a probar el alcohol. Reí ante el pensamiento.

Luego me visualicé en mi cama tocando la guitarra hace apenas cuatro días atrás, con Cam leyendo el libro que le compré acostada sobre mis piernas. Estaba apenas tocando las cuerdas, intentando crear una melodía en el momento.

—¿Esa canción es nueva? —preguntó alejando un poco el libro dejándome ver su lindo rostro.

—Solo estoy improvisando ¿te molesta si toco mientras lees? —Negó con la cabeza y se levantó para acurrucarse a mi lado.

—Para nada. —me dió un beso en la mejilla —Me genera paz, sigue.

Sin embargo, sin querer que fuera así, de repente llegó a mi mente esa noche. Podía recordarla con extrema claridad. La lluvia de fondo, la radio con música de los Beatles, los gritos, la forma en la que el auto frenó. Recordaba con completa claridad aquel choque. La noche en la que le habían arrebatado la vida a mi hermano.

Aún estaba en mi mente esa discusión. Apreté los dientes. Mierda. Respiré hondo cuando sentí que se me cerraba la garganta.

No jodas, Nick. Pasó un año ya.

Y eso me parecía algo increíble. En el sentido de que en aquel entonces, nunca habría imaginado que podría vivir mi vida sin él. Después de todo, cuando me habían dado el alta en el hospital, tuve que volver al departamento que compartía con él.

Y vi su habitación. La última taza de café que usó. Sus discos. Su ropa. Su lado del sillón. Las latas de cerveza en la heladera estaban listas para ser disfrutadas mientras veíamos un partido de fútbol, porque a él le gustaba mucho el fútbol.

Me di cuenta que quizá él era la razón por la cual había empezado a hacer ciertas cosas, como a coleccionar discos de los Beatles cuando a mí no me gustaban del todo, pero a él le fascinaban. O ver partidos de fútbol, en especial de Toulouse, uno de los equipos que él más veía. O tomar cerveza en la terraza todas las noches mientras veía el mundo a mi alrededor, como solía hacer con él.

Supongo que esa era mi manera de mantenerlo aún vivo. De tenerlo a mi lado aunque sea por momentos breves.

Mi hermano había sido la persona a quien más había admirado, con quien más había reído y en quién más había confiado. Perderlo había sido como perder una parte de mi. Como si de un día a otro perdiera mi otra mitad.

Mi felicidad me había abandonado y con ella mi motivación. Me había aislado de todos y...

Mi celular vibró a mi lado.

Llamada entrante de Cam.

Miré la pantalla unos segundos.

En aquel momento entendí que mi felicidad y mi motivación parecía estar volviendo poco a poco. 

Nada podía salir mal. 

Te Encontré en París [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora