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—¿Una cita? -Sana hizo un mohín asintiendo y la azabache alzó las cejas sorprendida ante lo dicho, llevando una mano a su mentón- parecen adolescentes y ya tienen una hija en común... -Se burló y la menor hizo un nuevo puchero haciéndole cosquillas a la pelinegra que le veía expectante- Bueno, quien sabe, a lo mejor le dan un hermanito o hermanita a Minnie -Carcajeó por la cara de indignación de la castañita.

—Me pidió que llevara a Minju pero prefiero ir yo sola... -Momo inquirió con la mirada y Sana bajó la mirada al suelo- Quiero hablar seriamente con ella, Momoring...

—Hablando seriamente me imagino que te refieres a dejarla, ¿cierto? -Sana hizo una fina línea con sus labios y sus cejas se fruncieron- Sana...

—Primero quiero escucharle, luego decidiré qué hacer... -La otro Omega rodó los ojos y se puso de pie viendo a su niña en la cuna y volviendo a la cama solo para quedarse viéndole desde arriba.

—No aceptaré a Chou otra vez, Minatozaki Sana -Declaró- Puedo aceptar que no puedas cambiar tus sentimientos de la noche a la mañana pero no volveré a soportar que Tzuyu juegue contigo y te oculte cosas por "protegerte", de igual manera termina haciéndote más daño.

—¿Me lo dices tú? -La otro Omega le vio seria, haciendo que Sana suspirara- Perdón... Solo... quiero darnos una oportunidad... -Susurró cabizbaja y la mayor se alzó de hombros.

—Salga lo que salga solo quiero que me cuentes todo, cualquier cosa por más estúpida que parezca dímelo... Espero que esta vez puedas ser feliz... -Murmuró envolviendo a la menor en sus bracitos, escuchándole reír.

Todo ello bajo la atenta y celosa mirada oscura de la cachorrita de Sana, un enorme puchero adornaba sus finos y rositas labios, junto a su ceño fruncido y a nada de soltarse a llorar porque claro, Sana es su mamá y ella es una cachorra mimada y si alguien puede estar con su mamá, es ella, nadie más.

Y cinco segundos fueron suficientes para que la niña pelinegra se pusiera a sollozar.

—D-dada... -Murmuró en un tono lastimero con sus luceros llenitos de gruesas lágrimas y unas cuantas por sus regordetas y sonrojadas mejillas.

—Esa niña es igual a Tzuyu... -Se quejó la Omega mayor separándose de la castaña, rápidamente la menor gateó hasta el regazo de su mamá y mágicamente sus lágrimas cesaron al igual que su malestar. Momo alzó una ceja indicando su indignación- Dale de comer, llegarás tarde...

Una hora después la azabache dormía acurrucada en la cama de Momo, totalmente ajena a la charla de Sana y Momo cuando la primera se marchó, sin imaginar que su mamá se iría a un cita con su otra mamá, al darse cuenta dejaría de caer tan fácil y no se dormiría.

Pero ahora la castañita estaba nerviosa con sus manitas detrás de su cuerpo, balanceándose un poco sobre sus talones, podía jurar que estaba sudando y hacía un frío mortal en esa cafetería. Ansiosa observó los lados de la calle, buscando a la Alfa que llegaba tarde. Según lo que demostraba Tzu, la Omega podía confiar un poco, si no se fiaba de Momo, claramente porque la bajita le dejó claro que Tzuyu no estaría en su lista de amigos y estaría fuera por un par de meses hasta que Min cumpliera un año por lo menos.

Y por inercia, una enorme sonrisa se dibujó en su rostro cuando vio llegar a Tzuyu, ésta llevaba un ramo de flores, tulipanes para ser más específicos, sus favoritos. El calor inundó sus mejillas y no pudo ocultar su aroma dulce informando lo contenta que se encontraba, incluso varios de los que por allí pasaban giraron sus rostros buscando la dueña de ese rico aroma.

Sana no pudo estar más feliz cuando la Alfa ignoró a los demás y únicamente se centró en ella, tomando sus manitas temblorosas para acercarle y abrazarla por la cintura, haciendo que ella correspondiera rápidamente pasando sus manos por el cuello de la mayor.

—Estás hermosa... -Susurró en su oído sin separarse, sintiendo ese rico aroma a leche que únicamente podía percibir ella al ser su Alfa y al ser la madre de la pequeña Minju- Perdón por tardar, no tenían tus tulipanes... -Mordió levemente su labio inferior tomando distancia sin apartar sus manos de la cintura de la bajita, dejando ver de cerca el ramo de flores a la castaña.

—O-oh... -Tímida retiró sus manos del cuello de la mayor, sosteniendo con un temblor ahora el ramo de flores- G-Gracias...

—¿Y Minju? -Preguntó asustada moviendo su cabeza de un lado a otro del menor para buscar a su cachorrita.

—La dejé con Momo... -Se removió algo nerviosa haciendo que Tzu deshiciera su agarre, dejándole a ella ahora con una faceta culpable- Pensé que solo vendríamos a hablar así que le dejé para que podamos hacerlo sin interrupción... -Tzuyu le vio decaída asintiendo.

Entraron algo separadas, siendo la menor quien iba detrás de la azabache sintiéndose más pequeña que de costumbre al tener a la mayor delante sin ningún tipo de agarre como acostumbraban. En una mesa para dos se sentaron frente a frente, la castaña dejó el ramo de flores a un lado, estando aún encantada con ellas.

El ambiente tenso que ambas habían marcado era el que hacía las cosas más difíciles, poniendo a la Omega en un mal momento.

—¿De qué querías hablar? -Preguntó más segura de sí misma la castaña, la propia Tzuyu tragó duro ante la pregunta y el tono utilizado.

—¿De nosotros? -Sana inquirió con la mirada, y la Alfa replanteó su propia respuesta, estaba segura de que con esa cita arreglarían sus problemas, hablarían como amigas y saldrían de allí como novias nuevamente. Crispó sus labios subiendo sus manos a la mesa, jugando con algunos anillos que tenía en sus dedos, como si esas acciones le distraerían lo suficiente como para pasar por alto la mirada atenta de la Omega- Quiero... pedirte que seas mi novia... -Confesó tímidamente- Te quiero, Omega...

Y esa confesión no era de ella misma, era de su Alfa, indicando en esas palabras la falta y dolor que estaba pasando por su larga separación, buscando inútilmente a su Omega.

Sana sin embargo bajó la mirada, sintiendo sus ojos llenarse a lo largo de los segundos de gruesas lágrimas, sintiendo aquello tan vacío, tan insuficiente a comparación de lo que de verdad necesitaba escuchar. Decir por decir, porque eso mismo le había dicho hacía meses cuando su pequeña cachorra y ellas estaban juntas, durmiendo en la misma cama y compartiendo un ambiente familiar.

—¿No se te hace familiar? -Preguntó casi para sí misma, intentando dejarlo pasar- ¿Crees de verdad... que volveremos a estar en una situación parecida? -Tzuyu rápidamente sacudió su cabeza a ambos lados, negándolo asustada.

—Sana, no lo digo para que me perdones... -Murmuró chasqueando su lengua y pasando sus ojos por el local- Simplemente... no sé cómo solucionar esto... Cuando nos separamos pasé horas enteras llorando, buscándote en mi cama a altas horas de la madrugada, anhelaba ir y decirte que te sigo amando que si insistí en separarnos fue porque había perdido mi trabajo, no tenía qué ofrecerte, no... podía hacer nada para conseguir dinero y sustentar a Min...

—¿Era necesario dejarlo? -Preguntó algo triste, no entendiendo el punto de la mayor, podían perfectamente salir adelante sin necesidad de terminar la relación, ¿cierto?

—Era necesario para mi -Contestó casi al instante- ¿Cómo podría verte diariamente sabiendo que no podría-

—¿He sido una mantenida para ti? -Cortó antes de que la mayor pudiera terminar su razonamiento, viéndole seria- Pensé que me tomabas como una adulta, no como alguien a quien debías darle de todo...

Tzuyu resopló tomado su sien, la charla iba a estar algo más intensa de lo que había imaginado.

—Me estás entendiendo mal... -Susurró- Yo estaba preocupada, ahogado en problemas de trabajo, verte a ti y a Minju al llegar era lo que me mantenía con cordura, pero llegó un tope donde perdí mi puesto, no sabía cómo decírtelo, no encontraba solución y... pensé que si vivías sola a lo mejor podías estar mejor...

—¿Mejor? -Unas cuantas lágrimas se deslizaron lentamente por sus coloradas mejillas- Si vivir en el peor barrio, en un diminuto departamento y con un bebé a cargo te parece mejor... Sentí a mi Omega morir con el paso de los meses, cada noche que Minju dormía a mi lado te imaginaba a ti abrazándome, me sentí igual de ahorcada que tú, con la diferencia de que yo llevaba un bebé...

—Lo lamento... —Susurró en un tono lastimero, dando a conocer cuán roto estaba su propio Alfa, derrotado finalmente por la culpabilidad. Al igual que la Omega por sus mejillas surcaron las lágrimas- De todo corazón te prometo que vi lo mejor para ti...

Sana's BabyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora