Capítulo uno: ¿Dónde está el doctor Moon?

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La fuerte bocina del autobús que el tierno omega esperaba resonó en los oídos de los transeúntes dando por anunciado su llegada. El omega colocó una mano en su pequeño vientre de 22 semanas y se levantó sosteniéndose de uno de los barrotes de la parada del bus en la que esperaba.

Largó un suspiro cansado y deprimido al observar que el bus iba totalmente lleno, su bebé enloquecía cuando se encontraba en compañía de más personas que no eran las que usualmente convivían con Jisung.

Subió al autobús pagando su pasaje y se sostuvo de una de las barras encima suyo para evitar caer. Pronto el autobús avanzó.

Miraba a su al rededor a todas las personas vestidas y listas para llegar a sus trabajos, a excepción de Jisung, quien iba a su cita del doctor para revisar el estado de su bebé.

El omega trabajaba en una pequeña cafetería cercana a su casa, era mesero y al mismo tiempo preparaba uno que otro platillo. Estudió gastronomía en la universidad, donde pronto se especializaría en repostería.

Los pasteles del omega con olor a menta eran los mejores de toda la cuadra.

Jisung tenía un alfa.

Tenía.

Este desapareció inmediatamente recibió la noticia del embarazo del menor con la típica excusa de que ese bebé no era suyo. Ellos no mantenían una relación sentimental, ni siquiera se conocían mutuamente, pero un día, todo se descontroló.

A Jisung le dolió por un tiempo que el alfa se haya negado totalmente a su responsabilidad, sin embargo, siguió adelante. Tenía un trabajo digno y estable, lograba pagar con facilidad todos sus gastos, tanto médicos como domésticos.

Era feliz, solitario, pero feliz. No necesitaba a nadie más que a su pequeño bebé.

El autobús se detuvo en la segunda parada y allí era donde Jisung debía bajar, se escabulló entre la gente y bajó del autobús con lentitud. Estaba comenzando a sofocarse junto a tanta gente.

Caminó algunos metros más y llegó al gran hospital conformado por varios edificios para cada especialidad. Tomó su turno y se sentó a esperar.

—Han Jisung.—llamó la enfermera. Jisung se puso de pie y caminó hasta el consultorio siguiendo las indicaciones de la chica vestida de azul.

Entró y se sorprendió por no ver al doctor en ninguna parte. Frunció el ceño.

Pronto un joven alto y castaño, que se veía de unos veintinueve o treinta años aproximadamente, con un cuerpo trabajado y un rostro tallado por los mismos Dioses, entró al lugar saludando con cortesía.

—¡Hola!—saludó.

Jisung lo miró dudoso de si dejar que ese hombre de desconocida procedencia toque su pancita o le de indicaciones, sin embargo, saludó en voz baja.

—Buenos días...—saludó.

—No se ponga tímido, Sr. Han. Seré el que chequee su embarazo en los próximos tres meses.—dijo. Jisung comprendió y relajó su rostro asintiendo.

—Oh, bueno. Pero, ¿que ocurrió con el Señor Moon?—preguntó.

—¿Papá? Está de viaje con mamá, ¿puede creerlo? ¡Se iba de viaje y me avisó el día antes!—se quejó el castaño con un puchero.

—¿Usted es hijo del Doctor Moon?—preguntó, observando cada detalle del rostro del mayor, llegando a la conclusión de que si lo era por el gran parecido. El alfa asintió.

—Lee MinHo, un gusto.—se presentó.

—Han JiSung...—respondió.

—¡Bien!—dijo y se puso de pie, Jisung se estremeció en su lugar por el susto que recibió al ver como el mayor se ponía de pie de manera repentina.—¿Lo asusté?—preguntó.

Jisung lo fulminó con la mirada para luego asentir, Minho se disculpó y rió avergonzado. Pronto le dió las indicaciones a Jisung, el cuál las siguió sin quejas.

—¿Su alfa no le acompañó?—se atrevió a preguntar, arrepintiéndose por lo tenso que se puso el menor.

—No, estoy recorriendo el embarazo solo.—respondió.

Minho se dió un golpe mental porque sentía que había arruinado todo y se disculpó grandemente con el omega.

—Esto va a estar frío.—avisó y colocó el gel en el estómago descubierto. Jisung asintió.

El omega sintió al bebé moverse con brusquedad al sentir el tacto de la mano de Minho, quien la retiró de inmediato.

—¿Eh?—preguntó. Jisung comenzó a reír por la expresión llena de sorpresa del doctor.

—¡Oye cachorro, respeta a tus mayores!—regañó señalando el vientre de Jisung. El omega volvió a sentir el brusco movimiento.

Minho continuó colocando el gel y el bebé seguía inquieto provocándole una ligera molestia a Jisung.

Minho comenzó a pasar el aparato por el vientre con delicadeza, logró observar todo en buen estado y Jisung solo miraba al techo y luego a la pantalla sin entender nada.

—Aaahh, veo todo excelente con la pequeña criatura.—sonrió y retiró todo para luego permitirle a Jisung ponerse de pie.

Caminó hasta el escritorio y se sentó, comenzando a escribir una serie de elementos que Jisung debía tomar en cuenta para un embarazo tranquilo y saludable.

—Debe comer mejor y tomar vitaminas. No puede estar débil para el parto.—dijo. Jisung asintió observando la lista que el mayor entregaba. La tomó y leyó algunas líneas.

—Muchas gracias, Doc. Lee.—agradeció con una leve reverencia con su cabeza.

—¡Nos vemos la próxima semana! Adiós cachorrito.—se despidió con la mano cerca al vientre de Jisung. El omega sonrió.

El más bajo salió del consultorio con una enorme sonrisa, estaba feliz de que todo estuviese bien con su bebé. Se encaminó a la parada del bus para esperar el camión que lo llevaría a la cafetería en la que labura.

Pronto se escuchó la fuerte bocina y Jisung se puso de pie repitiendo lo anterior, pagó su pasaje y por suerte del destino encontró un asiento vacío.

Un rato después estuvo en su locación y bajó con cuidado, comenzando a caminar hasta el local. Una vez estuvo allí, saludó a todos con una enorme sonrisa.

—Hola, Seungmin.—saludó a su amigo que limpiaba una de las mesas vacías.

—Hola, Ji. ¿Cómo va esa pancita?—sonrió.

—Super bien, aunque algo inquieto.—respondió. Seungmin asintió siguiendo con su trabajo y Jisung entró a la cocina, encontrándose a Jeongin.

—¡Buenos días!—saludó.

—¡Jisung!—el menor corrió a abrazarlo.

Jeongin siempre era así de cariñoso, recibía a todos con una gran sonrisa y un cálido abrazo. Siempre preguntaba por tu estado de salud y se preocupaba en caso de que le corresponda.

—¿Cómo te fue con el doctor?—preguntó.

—Muy bien, el doctor está de viaje así que me atendió su hijo.—respondió.

Nueva historia, más trabajo, pero no considero trabajo difícil a lo que me apasiona

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