𝑊𝐸𝑆𝑇 𝐶𝑂𝐴𝑆𝑇 - | Oᴜᴛᴇʀ ʙᴀɴᴋs |

⠀⠀⠀⠀𝘉𝘳𝘶́𝘫𝘶𝘭𝘢 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘴𝘶𝘦𝘳𝘵𝘦 - 𝟤

La mañana del día siguiente transcurrió normal. Al menos para mi, pero si cualquier otra persona viera la rutina que se lleva a cabo entre mamá y yo, probablemente me mandarían a vivir con alguien más.

Salí de casa para tomar aire, pero las palabras de mi madre siguiéndome hicieron que me detuviera.

—Está bien, vete de aquí, haz lo que sea. Pero te recuerdo que ya tienes casi 19, puedo sacarte de mi casa si quiero.

Me giré para verla.

En sus ojos siempre que me veía se reflejaba odio, pero últimamente había algo más.

—Haz lo que sea— repetí restándole importancia.

No necesité caminar mucho porque a los pocos minutos me encontré a Rafe hablando con Topper y Kelce.

—Hola Janelle— saludó Kelce.

Nunca me cayó bien. Y Rafe lo sabía.

Al menos siempre compartimos el mismo sentimiento por los amigos del otro y por su hermana claro.

Aunque con ella no fue siempre.

—Hola a todos— murmuré y después sonreí mordaz.

Rafe se acercó a mi antes de que yo pudiera seguir observando con odio a sus amigos me besó.

Besarlo siempre se sintió bien.

Algunas veces era dulce, delicado y tranquilo.

Pero otras veces que eran las que más me gustaban era cuando me besaba con decisión, con deseo y demasiada desesperación.

Justo como en este momento.

Enterré mis manos entre su cabello mientras él con una mano sujetaba mi cintura y con la otra mi cuello.

—Consíganse un cuarto— aconsejó Kelce.

Sonreí al igual que Rafe.

—Cierra la boca— le ordenó entre besos.

Cuando finalmente nos separamos por falta de aire me sonrojé.

Nunca me gustó ser el centro de atención. Pero irónicamente siempre termino siéndolo.

Él enredó sus manos en mi cintura sin soltarme en ningún momento.

—¿Cómo estás Topper?— pregunté.

Él me observó detenidamente por varios segundos.

—Mucho mejor que tu amigo John B, eso te lo aseguro.

Enarqué una ceja.

—Pues al menos él no intentó ahogarte, ¿sabías que es un delito? Podrías ir a la cárcel.

—No te preocupes Jane, los kooks no vamos a ese lugar.

—No me llames así, idiota.

Rafe sonrió.

—Deja en paz a mi chica Topper.

—Ella comenzó— se defendió.

—Pero tú continuaste.

Topper se encogió de hombros.

Sentí un par de golpes leves en mi muñeca, cuando me giré me encontré con una niña pequeña.

Emily.

Normalmente nunca hablo con ella, solo a veces cuando su mamá y la mía se van de compras y yo cuido de Emily. Pero eso no sucede tan seguido.

—¿Puedes ayudarme?— cuestionó preocupada.

Me agaché para quedar a su altura y asentí.

—¿Qué sucede?