Capítulo 3.1

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* la multimedia tenemos los tatuajes del chico, este cápitulo me ha costado lo suyo y ni siquiera aún está terminado pero os lo subo por partes más facilmente.

Sábado 25 de octubre 2014, 3:30 de la madrugada
Shh...-digo mientras le abro la puerta del patio a mi chico-estas mal ¿eh? ¿No podías esperarte a mañana?-entra, se frota las manos y dice:
Emm... Encima de que casi muero atacado por ese perro tuyo.-me regala un puchero adorable que hace que le perdone totalmente pero...
Oye, pero con mi perrita ni te metas- le acuso con un dedo amenazador y cruzo mis brazos haciendo que me enfado -tú eres quién ha aporreado la puerta, podría haberse despertado mi madre.
Eres la peor actriz del mundo-dice y empieza a hacerme cosquillas.
Nooo.. Dios!! Cosquillas no.. Espera espera-para- Shhh... -lo hago callar y miro hacia la cocina-Serás subnormal...
Es que se me olvido esto-me coje el rostro entre sus manos y me besa lentamente, su lengua y la mía ya están coordinadas, estos pequeños detalles son los que hacen que mi corazón de un vuelco cada vez que lo veo. Sus labios son suaves, algo carnosos pero se ajustan perfectamente a los míos. Es totalmente perfecto pero no quiero pasarme de la raya tampoco, no me arrepiento de lo de esta tarde pero debo decir que estoy sorprendida y algo confundida.
Oye, te tienes que ir, ahora no, mi madre se va a despertar-digo separándome de él.
Vaale...-supira algo decepcionado-un vaso de agua si me darás ¿no?
Claro, ven.
Nos dirijimos hacia la cocina, aquí el señor pervertido no se ha podido resistir a tocarme el culo.
Ehh..-le quito las manos de mi trasero- Esas manos... pedazo de salido.-le frunzo el ceño y saco la jarra de agua de la nevera. Él pone un puchero y se coloca recostado con los codos en la encimera, me dispongo a cojer un vaso pero él está justo en medio.
Tengo que cojer un vaso, apartate.
Cojelo, yo no me voy a quitar-dice con una sonrisa triunfante y fijando su vista en mis labios.
Para!! Uff...-le cojo de la camiseta para impulsarme hacia arriba, lo tengo muy cerca, estiro el otro brazo para poder abrir el armario. Lo abro pero los vasos están arriba del todo, estamos completamente pegados. Me pongo de puntillas para poder cojer el vaso, lo alcanzo con el máximo cuidado de que no se me caiga, tengo la respiración agitada.
Le hecho al señorito su vaso de agua, se lo entrego con una sonrisa forzada y seguida de una cara de mala leche.
Graacias- dice dandole un toque como medieval. Se bebe el agua lentamente, sin dejar de mirarme a los ojos, yo guardo la jarra en la nevera.
Venga.-digo con tono autoritario, le quito el vaso, lo dejo en el lavaplatos, le pego dos chasquidos y le señalo la puerta con la cabeza- Fuera.
¿Me estás echando?-intenta poner cara de ofendido pero le sale muy exagerada.
Naah.. Solo te invito educadamente a que abandones mi casa.
Vaale.. Ya te dejo para que puedas pensar en mí.-dice dirigiendose a la puerta del patio.
Idiota-bufo.
Pero sabes que me quieres.- dice, me guiña un ojo, me da un pico y sale cerrando la puerta tras de sí.
Eso me deja bastante chocada, parece que estuviera aturdida completamente, me quedo unos minutos mirando la puerta, estoy como si no pudiera moverme. ¿De verdad lo quiero? ¿Esto es el amor que hace tanto me hizo daño? Sí, noto que todo se me remueve por dentro cuando estoy o pienso con él, pero... ¿sería capaz de volver a enamorarme?. Cruzo la cocina, empiezo a subir las escaleras, sigo muy impactada por lo que dijo Lucas.
Hace un tiempo cuando iba con las camoristas, fuimos a una casa donde siempre había fiesta, era sábado y estaba a reventar. Llegamos y nada más entrar todos se nos quedaban mirando cuando nos adentrabamos bailando y salundo a la gente, ese era el "efecto camorista", siempre estabamos rodeadas por gente que nos admiraba. No tenía mucho sentido ya que nosotras solo haciamos lo que se nos venía en gana, era fácil, había que dejarse llevar y sentir la adrenalina. La gente se sentía inferior porque no se veían capaces de hacer lo que nosotras.
Aquella noche estabamos muy emocionadas, ibamos a conocer a la mafia del norte, ¿bonito nombre ehh? Aquella ciudad tenía dos barrios, el del norte y el del sur. Eran como dos pueblos porque tenían diferentes institutos y demás... La mafia eran un grupo de seis chicos que iban por el norte como nosotras por el sur. Cada grupo tenía "su territorio" pero no nos conociamos.
Nos dijeron que iban a asistir y allá que fuimos nosotras. No sabiamos la pinta que tenían ni nada por el estilo asi que tampoco sabiamos qué buscabamos. Nos adentramos en la multitud y nos acercamos a la barra, pedimos 6 ron-cola, cada uno para una. Ibamos maquilladas y bastante arregladas, con taconazos y ropa muy estilosa. Nos sentiamos gente importante y teniamos que estar a la altura. El camarero, armario con ojazos por cierto, nos guiño un ojo y nos dijo:
-A esta primera ronda invita la casa señoritas, que menos...
Nosotras sonreimos y contestamos al unísono con un "graacias", haciamos alguna que otra locura pero eramos gente leal y honrada. Cuando Maica se disponía a apuntarle su número al camarero, seis chicos altos y deslumbrantes se nos acercaban, iban pasando y la gente les hacía pasillo, estos eran nuestros chicos. Nos sonrieron y empezaron a cuchichearse cosas entre ellos, al igual que nosotras, nos indicabamos quién le gustaba cuál y alguna ya chorreaba babas, yo no sabía nada porque me parecía absurdo adjuntarse a uno de ellos por el aspecto que llevaban, el que se quedo para mí era uno que estaba detrás que ni me moleste en mirar. Algunos estaban muy buenos, habia uno moreno con el pelo afro y unos cascos en su cuello, este era para Maica, estaba claro.
Por lo general eran altos y musculados, se colocaron más cerca nuestra, frente a Maica su respectivo, frente a Veronica, la motorista, un tipo rubio, ahora así pensándolo le encuentro el parecido con alguien pero no sé quién, sigamos con la historia.
La "buena" de Alba, la que se llevaba el maquillaje a escondidas en el bolso junto con un billete de 50, estaba engatusada por un chico que vestía algo callejero, con cadenas colgando de sus vaqueros cagados y esa chaqueta verde militar que le quedaban tan condenadamente bien.
Empezando a conversar con Culebra o bien Claudia se encontraba un chico vestido de negro pero con un aire misterioso, era moreno y de ojos ocuros, me recordaba al hombre de negro del homiguero. Culebra era una chica estupenda, era gimnasta y siempre lograba colarse en los lugares más estrechos, nos había salvado de muchas, siempre quería que estuvieramos unidas.
Los que fueron más al grano fueron Maica y el chico afro, que se llamaba Mike, pasados 5 minutos ya estaban en la pista bailando pegados, lo hacían realmente bien. A su lado, los que se pasaron aquellos 6 meses empalagando, Santi y Abril, al parecer de pequeños habían desfilado juntos en las pasarelas de un centro comercial, todo romantiquísimo, era hasta asqueroso.
Por último, aquel chico que estaba detrás de los demás y que en cuánto se dispersaron los otros se sentó en la barra, me dejó petrificada a mí, alomejor no estaba tan mal eso de adjudicarse cada una uno.
Él llevaba el brazo lleno de diseños preciosos, sus tatuajes me conquistaron, me senté al lado suya y con mi ron-cola en la mano examiné todos sus tatuajes uno por uno, en su bíceps trabajado llevaba dos salpicadas de color, era un ave con una cruz que tachaba su cráneo y tenía sensación de movimiento, parecía estar hecho a pinceladas y tras ese ave sus dos alas salpicadas por el negro de las trazadas del ave se terminaban de determinar con azul, lila y alguno que otro tono rosa, eran efecro acuarela y era precioso, no sé por qué motivo se lo habría hecho pero era precioso. Trazadas sueltas atravesaban todo el cuerpo del ave y el efecro acuarela le daba a las alas esa sensación de chorreo tan divina.
Sobre su codo, tras el ave, vi unos bigotes y un sombrero, eran muy sencillos, algo hipster y muy modernos. Tres pequeños dibujitos estaban tras su codo, ahí los tatuajes dolían muchisímo, él llevaba una bicicleta y dos huellas de perro. Llevaba una especie de hojas rayadas rodeándole el brazo cerca de la muñeca y hasta arriba pero sin llegar al codo, en el antebrazo se iban abriendo y dejando sitio a una cruz tipo brújula pero no eran las letras de la brújula, ponía V, S y A. En el último hueco de ls cruz ponía en muy muy pequeño, "we live with the scars we choose" Era perfecto, la vsa era una comunicación especial especialista en diseñar algo así como vallas publicitarias, yo estaba puesta en el tema y había escuchado hablar de esa empresa, sus diseñadores eran genios pero ¿por qué lo llevaría este chico tatuado?, ¿acaso trabajaba allí? La respuesta no tardó mucho en llegar...

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⏰ Última actualización: Jun 10, 2015 ⏰

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